¿La diversidad mejora el desempeño de las empresas?

Enviado por roberto.valenzo el Mar, 21/05/2019 - 11:54

En nuestro mundo globalizado, la diversidad parece estar en boca de todos. Periodistas, políticos, empresarios, académicos… todos reconocemos la importancia de la diversidad, siendo la diversidad cultural y la de género las que acaparan una mayor atención mediática. Aunque no dejan de ser importantes, estos no son los únicos tipos de diversidad. En la mayor parte de organizaciones o colectivos encontramos otros tipos de diversidades: generacional, lingüística, educativa o política. De hecho, la diversidad implica la coexistencia de personas con una serie de características diferentes, a menudo contrarias.

Se supone que esta combinación de personas genera ideas más innovadoras, y, en general, impulsa el desempeño de las empresas. No es de extrañar, entonces, que académicos e investigadores se hayan dedicado a estudiar la diversidad como una fuente de ventaja competitiva. De ahí surge la pregunta que encabeza este artículo: ¿La diversidad mejora el desempeño de las empresas? La respuesta es…

…¡no!
No se ha demostrado empíricamente que la diversidad, por sí misma, conduzca a un desempeño organizacional superior. La diversidad es una espada de doble filo. No basta con poner a un grupo diverso de personas en un equipo y esperar buenos resultados. La investigación muestra que la diversidad genera las llamadas pérdidas de proceso, que son ineficiencias operativas en el equipo (o empresa) causadas por problemas de comunicación y posibles conflictos. Un equipo altamente diverso puede acarrear una menor cohesión y una falta de confianza entre sus miembros y en la propia organización. Sin embargo, la diversidad también ofrece numerosos beneficios. Entonces, ¿por qué no siempre mejora el desempeño? Bueno, para mejorarlo…

…la diversidad debe estar bien gestionada
Pero ¿qué significa gestionar la diversidad? Primero, debemos entender su naturaleza y sus efectos. En términos generales, hay dos “diversidades”: una superficial y otra profunda. La primera se refiere a las “diferencias” que detectamos a primera vista: origen étnico, género, edad, etc. La segunda alude a la diversidad de valores y creencias. Mientras que la primera es fácilmente identificable, la segunda es mucho más peligrosa para la cohesión del equipo.

La investigación muestra que los efectos negativos de la diversidad superficial desaparecen gradualmente con el tiempo, mientras que la diversidad de valores puede derivar en un conflicto muy grave. Esto no debería sorprendernos, ya que es más fácil imaginar a un hombre blanco trabajando con una mujer negra que a una persona “pro vida” con una “pro elección” en cuestión de la interrupción voluntaria del embarazo. A veces, las divergencias entre subgrupos no tienen que ver con cuestiones raciales o de género, sino con temas menos evidentes, y la compañía debe abordarlos de forma proactiva.

¿Qué otros factores debemos considerar para gestionar la diversidad? La naturaleza de la tarea y el entorno de la organización. Algunas tareas demandan una alta eficiencia y una comunicación sin fisuras, mientras que otras pueden requerir más flexibilidad y creatividad. Por ejemplo, no sería deseable viajar en un avión donde la tripulación es muy diversa y el capitán y el copiloto están discutiendo sobre cuál es la forma más creativa de aterrizar. Por otro lado, es muy poco probable que un grupo homogéneo de gerentes senior del área de mercadotecnia de una empresa estadounidense encuentre formas innovadoras de atraer a los millennials brasileños para que compren su nuevo producto. Así llegamos al desafío final: ¿qué es el entorno de la organización? Es…

…una cuestión de suma importancia para México
Si el entorno de la organización es estable y homogéneo, la organización será estable y homogénea. Sin embargo, cuando el entorno es dinámico y diverso, la organización también debe ser diversa y dinámica. Las empresas mexicanas siguen siendo bastante homogéneas, lo que representa un gran desafío. No solo están desperdiciando el talento de un grupo mucho más numeroso de personas y los beneficios empresariales que brinda la diversidad, sino que también están perdiendo la oportunidad de transformar nuestra sociedad. Recordemos que las grandes empresas no solo son máquinas de hacer dinero, sino que también pueden ser vehículos para el cambio social.

Algunas de las corporaciones estadounidenses más exitosas, como Google, Facebook o Marriott International, promueven activamente la diversidad en el lugar de trabajo, no solo con el objetivo de generar mayores ganancias, sino también para favorecer la inclusión laboral de algunos colectivos desfavorecidos. Marriott es un caso interesante, ya que el 60% de su plantilla en Estados Unidos está formada por afroamericanos, latinos y otras minorías étnicas. Si bien se puede argumentar que lo que pretende es aprovechar la mano de obra barata, la compañía es reconocida por ser uno de los mejores lugares de trabajo para las minorías.

De la diversidad al éxito
En resumidas cuentas, la diversidad por sí sola no es garantía de éxito, pero cuando se usa de manera consciente y estratégica puede ser un recurso innovador y aportar ventaja competitiva sostenible a la empresa. La sociedad mexicana ha sido y siempre será diversa. Ya es hora de que las empresas mexicanas aprovechen esta riqueza.

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¿La diversidad mejora el desempeño de las empresas?
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Con motivo de la celebración de la Semana de la Inclusión y la Diversidad, nos preguntamos si la diversidad realmente genera valor para la empresa
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Más Estado para salvar al capitalismo - Stiglitz

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 20/05/2019 - 11:57

Joseph Stiglitz es un famoso economista estadounidense, que ganó el Premio Nobel en 2001 otorgado ese año también a George Akerlof y a Michael Spence, por las contribuciones de todos ellos, por separado, a la teoría de los mercados con "información asimétrica"—. Lo entrecomillado quiere decir algo de sentido común: frecuentemente, en las transacciones de bienes y de servidos, una de las partes sabe más que la otra. Pero esa es otra historia.

Stiglitz publicó hace poco un libro con un titulo provocativo: People, Power and Profits, y le añadió un subtitulo de igual tono: Progressive Capitalism for an Age of Discontent. La cubierta está dominada por una ilustración donde un puño emerge de un cúmulo de monedas. (El mensaje está en la portada). En mayo 3, Project Syndicate publicó un ensayito del mismo autor y con los mismos temas, pero con un encabezado más modesto: The Economy We Need. En mayo 6, The New York Times acogió en sus prestigiadas páginas una variación de lo ya mencionado, pero con un nombre más periodístico: “Progressive Capitalism is not an Oxymoron”. Vale cuestionar las ideas de Stiglitz, pero no su capacidad como publicista.

Lo que sigue no intenta ser una reseña. Es apenas una reacción "de bote pronto".

El libro y los artículos citados, de una prosa indignada, constituyen en realidad una agenda política para el Partido Demócrata. Stiglitz es un crítico permanente —y a menudo feroz— de muchos aspectos de la economía de mercado y, ciertamente, de figuras políticas como R. Reagan, M. Thatcher y D. Trump. ¿Qué dice?

Básicamente, que el capitalismo de las cuatro décadas más recientes presenta varios defectos graves, entre los que destacan la creciente desigualdad en la distribución del ingreso; el estancamiento del ingreso de la mayoría de la población (en EUA); la reducida movilidad social; y, el lento crecimiento del PIB real.
En verdad, ninguno de esos temas es nuevo, y el análisis de Stiglitz al respecto no es, ni por asomo, el más riguroso o el más objetivo de los que se encuentran en la literatura. Por ejemplo, atribuir a la desregulación financiera la Gran Recesión Mundial de 2008-2009, no es una conclusión seria, es un simplismo populachero. No hay duda, por ejemplo, que una política monetaria errónea, y el activismo gubernamental (equivocado) en el mercado financiero inmobiliario, jugaron un papel clave en la gestación y en la prolongación de la debacle.

Los mercados, declara Stiglitz, "de por sí, a menudo no son eficientes, justos, estables o... racionales". ¿Cuál es la novedad? Esta noción es tan vieja como la propia ciencia económica. Los economistas han propuesto durante mucho tiempo, y con mayor o menor influencia en la práctica, una serie de medidas para aminorar o corregir "las fallas del mercado". El problema consiste en que, con más frecuencia de la imaginada por los bienintencionados proponentes, los remedios resultan peor que la enfermedad. ¿Por qué? Porque el ente encargado de las correcciones es por lo común el Gobierno, una institución que sufre, sin remedio, de innumerables fallas. Girando el fraseo de Stiglitz, podemos decir, con absoluta certeza, que los gobiernos, "de por sí, con harta frecuencia, no son eficientes, estables o.. racionales".

En todo caso, a pesar de que Stiglitz cree que los males que denuncia necesitan de “cambios dramáticos” en el sistema político y económico, sabe que no existe de veras una alternativa al capitalismo. ¿Qué plantea, entonces? Para decirlo en breve: una mayor participación del Estado en todos los órdenes de la vida social. Su agenda no es otra cosa que un refrito de políticas de izquierda, todas gastadas por la experiencia: más gasto público; un Estado benefactor más amplio y fuerte; y, mayor regulación de las actividades del sector privado. Nada original. Nada Nobel.

Publicado originalmente en Reforma.

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Más Estado para salvar al capitalismo - Stiglitz
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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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El PND: un par de apuntes críticos

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 13/05/2019 - 12:01

He leído apenas (a penas) las primeras 64 páginas del flamante Plan Nacional de Desarrollo publicado por el Gobierno federal. La página 10 se inicia con el extenso párrafo que copio a continuación (a la letra):
 
El mercado no sustituye al Estado. Durante décadas, la élite neoliberal se empeñó en reducir el Estado a un aparato administrativo al servicio de las grandes corporaciones y un instrumento coercitivo en contra de las mayorías. Su idea de que las instituciones públicas debían renunciar a su papel como rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar, y que bastaba "la mano invisible del mercado" para corregir distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones, fue una costosa insensatez. El Estado recuperará su fortaleza como garante de la soberanía, la estabilidad y el estado de derecho, como árbitro de los conflictos, como generador de políticas públicas coherentes y como articulador de los propósitos nacionales". (Cursivas en el original).

El texto citado aguanta algunos comentarios críticos:

A partir del sexenio de Miguel de la Madrid, si en algo "se empeñó" el Gobierno, fue en poner un mínimo de orden en el caos económico nacional, empezando por las finanzas públicas. En aquella desgraciada secuela del malogrado auge petrolero, las cifras macroeconómicas más importantes se deterioraron en forma alarmante, culminando con una crisis financiera y económica gravísima.
Específicamente, en 1982: -el déficit del sector público se situó cerca del 18% del PIB;
-en el "mercado libre", el peso de devaluó un 466%;
-la inflación llegó al 99%;
-el PIB se contrajo (-5%), por primera vez desde la Gran Depresión;
-el déficit (de la cuenta corriente) de la balanza de pagos fue algo así como 3.6% del PIB (habiendo sido el doble un año antes);
-la deuda externa resultó impagable, y el Gobierno no tuvo más remedio que declarar una vergonzosa moratoria (en agosto). Una buena parte del desastre delineado se originó en el desempeño de “las instituciones públicas”, que lejos de ser “rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar”; eran agujeros financieros sin fondo, núcleos de corrupción y causantes enormes de pérdidas sociales.

En cuanto a la corrección de “distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones”, la “élite neoliberal” se guió, con razón, por la convicción de que las más graves de ellas eran consecuencia de políticas públicas gruesamente erróneas --para decirlo con caridad--. La más elemental revisión de lo hecho entonces, y también después, muestra cualquier cosa, menos una postura radical en favor de la operación irrestricta de “la mano invisible del mercado”. Al contrario, el Estado mexicano siempre ha sido, en mayor o menor grado, dirigista e interventor.

En la retórica política, crear un hombre de paja, para luego derribarlo con un golpe discursivo, es un recurso falaz muy utilizado, por desgracia persuasivo a cierto nivel.

La última parte de lo transcrito no admite muchas objeciones. El Estado debe ser, en efecto, el “garante de la soberanía, ... y el estado de derecho”. De hecho, tales son sus tareas primordiales, lamentablemente pendientes. En cuanto a la “estabilidad”, lo mejor que puede hacer el Gobierno es evitar que sus (frecuentes) políticas incoherentes se traduzcan en desequilibrios insostenibles. Ello alteraría, para bien, su deplorable historia.

En total, sobre el papel del Estado en la economía, comparto la sensata opinión de Jean Tirole, un economista francés ganador del Premio Nobel: “El mercado y el Estado son complementarios y no antagónicos, como pretende con frecuencia el debate público... el Estado no puede lograr que sus ciudadanos vivan bien sin mercado; y el mercado necesita al Estado... el Estado fija hoy las reglas del juego e interviene para paliar los fallos del mercado y no para sustituirlo. De mediocre gestor de empresas pasa a ser regulador”. (La Economía del Bien Común, Taurus, 2017). (En lo que toca a México, el adjetivo ‘mediocre’ es, sin duda, tímido).

Publicado originalmente en Reforma.

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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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TecFounders como catalizador del ecosistema de emprendimiento

Enviado por roberto.valenzo el Mié, 08/05/2019 - 12:09

Los ecosistemas de emprendimiento son clústeres de innovación autosostenibles, que poseen la habilidad de crear sistemas cohesivos sociales y económicos, que apoyan el desarrollo y crecimiento de nuevas empresas. Y aunque todos son diferentes y únicos, existen componentes comunes: una cultura y espíritu emprendedor, liderazgo y políticas habilitadoras, financiamiento adecuado, formación de capital humano competitivo, mercados asequibles para los emprendimientos y soporte e infraestructura institucionales.

Cuando pensamos en ecosistemas de emprendimiento es inevitable no pensar en regiones como Silicon Valley, por excelencia el ecosistema de emprendimiento que todos desean replicar. Ahora bien, si pudiéramos visualizar el ecosistema de emprendimiento de Silicon Valley, éste se vería como un mapa neuronal. Podríamos observar que todos sus nodos están interconectados, creando y compartiendo recursos. Y se apunta especialmente al papel de los fondos de Venture Capital, como catalizadores, agentes que facilitan, promueven y robustecen estas conexiones, además de apalancar propiedades emergentes como el aprendizaje colectivo, apalancamiento de conocimiento y selección, integración y promoción de proyectos innovadores desde sus etapas tempranas.

Se les conoce como Venture Capital a los fondos de inversión de capital semilla que invierten en compañías o proyectos en etapas tempranas.

En varios estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se considera al ecosistema mexicano de emprendimiento como uno de los más desarrollados de América Latina, también señala que la falta de capital semilla para proyectos de emprendimiento es una de las principales áreas de oportunidad del ecosistema, en especial para proyectos en etapas tempranas.

El Tecnológico de Monterrey ha identificado cuatro pilares para enfrentar los retos en 2030: hubs de emprendimiento, comunidades de aprendizaje, florecimiento humano y campus abiertos que transformen las ciudades.

Dentro del pilar de emprendimiento el Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera (IEEGL), lanzó la iniciativa de crear un fondo de Venture Capital llamado TecFounders, un fondo comprometido con emprendedores para ayudar a validar y desarrollar proyectos innovadores alrededor del ecosistema universitario. El rol de TecFounders es ser un catalizador del Ecosistema de Emprendimiento en México.

TecFounders busca proyectos basados en ideas innovadoras y de alto impacto, con soluciones para mercados con un alto potencial de crecimiento, y proyectos respaldados por equipos complementarios con emprendedores comprometidos.

TecFounders ofrece a los emprendedores capital entre 20 mil y 120 mil dólares; infraestructura con acceso a espacio de oficinas dentro del ecosistema emprendedor del Tecnológico de Monterrey; y seguimiento con mentores y red de contactos estratégicos.

TecFounders es operado por estudiantes de EGADE Business School, en conjunto con estudiantes de distintas escuelas del Tecnológico de Monterrey, TecFounders tiene la ambiciosa meta de apoyar aproximadamente un total de 400 inversiones en proyectos que requieran capital semilla.

En palabras del director de TecFounders, Rogelio de los Santos: “El objetivo del fondo es crear un semillero gigantesco de proyectos para el ecosistema de emprendimiento mexicano, y además desarrollar talento y vocación en los estudiantes, con el fin de que en un futuro ellos sean los siguientes directores, inversionistas y fundadores de fondos de inversión dentro del ecosistema”.

TecFounders tiene como misión, invertir en startups mexicanas con enfoque en innovación y tecnología y ayudar al emprendedor a consolidar y hacer crecer su proyecto. Con la visión de convertirse en el fondo de capital semilla y pre-semilla que impulse el emprendimiento e innovación de la comunidad universitaria.

Con esta última pieza dentro de su ecosistema de emprendimiento, el Tecnológico de Monterrey espera generar un conjunto de proyectos y startups en etapa semilla y con validación de mercado, que les permita pasar al siguiente nivel y escalar con éxito.

Publicado originalmente en El Financiero.

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TecFounders como catalizador del ecosistema de emprendimiento
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Cuando pensamos en ecosistemas de emprendimiento es inevitable no pensar en regiones como Silicon Valley, por excelencia el ecosistema de emprendimiento que todos desean replicar.
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El Presidente, el profesor y el crecimiento de EU

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 06/05/2019 - 12:12

La economía de Estados Unidos creció 3.2 por ciento (en términos reales, a tasa anual) en el primer trimestre de este año. Según el Bureau of Economic Analysis, la agencia gubernamental encargada de la estimación preliminar, la expansión se debió, estadísticamente, al aumento de varias partidas: el consumo de las personas; la acumulación de inventarios; la exportación; el gasto de los gobiernos estatales y locales; y, la inversión no residencial. Para apreciar mejor lo sucedido, quizá resulte útil echar una ojeada a la historia reciente.

Gráfica PIB EU

La gráfica "describe" la trayectoria del crecimiento anual del PIB real, por trimestres, de 2008 hasta 2019. En el panorama total sobresalen varios aspectos, notables a simple vista: 1-la caída extraordinaria de la producción, consecuencia de la crisis financiera de 20082009; 2.-la recuperación subsecuente, significativa pero poco uniforme; y, 3.-la aceleración que se inició allá por el otoño de 2016, y que continúa hasta la actualidad.

Sobre este tercer punto, leí hace poco un artículo breve publicado por Robert Barro (profesor de economía en Harvard) en Project Syndicate (29/04/19). En resumen, dice que, en enero 2018, la Brookings Institution le encargó (junto con Jason Forman), estimar el efecto de la reforma impositiva, promovida por el Presidente Trump, sobre el crecimiento económica En cuanto a la reducción de los impuestos a las empresas, su conclusión fue que aumentaría la tasa de variación del PIB en 0.2 por ciento por año durante una década En lo que toca a la baja de la tasa marginal aplicable a los ingresos de las personas físicas, el cálculo fue que impulsaría el PIB 0.9 por ciento durante 2018 y 2019, pero no tendría significación más adelante. Lo anterior se tradujo en el pronóstico de un aumento del PIB real de 3.1 por ciento tanto para 2018 como para 2019. A la luz de lo ocurrido, en lo referente al crecimiento, y digan lo que digan los críticos, la política ha sido exitosa

Comprensiblemente, Barro tituló su artículo reciente My Best Forecast Ever. Esto concuerda con un consejo viejo entre pronosticadores: “Si alguna vez le atinas, recuérdaselo a tu público, pensando en que, si le fallas, el público se acordará”.

Barro reconoce, desde luego, que se benefició en su vaticinio, “sin duda, de un gran elemento de suerte”. No podía ser de otra manera En serio, nadie (nadie) es capaz de ver el futuro. En todo caso, Barro agrega que nunca pronosticó un crecimiento alto para 2020.

Hoy día, está de moda “pronosticar” que la economía estadounidense se debilitará en 2020. Una estimación frecuente (v.g., IFM;Blue Chip) es situar el crecimiento del año próximo en sólo 1.8 por ciento, y atribuir la reducción ala incertidumbre sobre la relación comercial con China; al agotamiento del efecto de los estímulos tributarios; al menor crecimiento global; y, al envejecimiento de la expansión. Tal escenario no es improbable, pero es prematuro imaginarlo. Por ejemplo, los acontecimientos recientes no avalan la idea de que habrá una “guerra comercial”.

En fin, con turbulencias y todo, conviene recordar que de 2008 a 2018, el PIB real de Estados Unidos creció a una tasa promedio anual de L8 por ciento; y que el consumo personal y la inversión privada crecieron por ciento% y 2.9 por ciento, respectivamente, en los mismos términos (Economic Report of the Presiden 2019).

No está mal, para una economía desarrollada. Nada de lo dicho implica negar la existencia en ella de graves problemas estructurales. Por cierto, ¿en cuál no hay?

Publicado originalmente en Reforma.

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El Presidente, el profesor y el crecimiento de EU
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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.
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El asedio al Fed

Enviado por roberto.valenzo el Lun, 29/04/2019 - 12:14

El presidente Trump provocó (otra vez) una oleada de críticas, al anunciar que planea nombrar a Stephen Moore y a Herman Cain como miembros de la Junta de Gobierno del Fed. Por ejemplo, The New York Times (NYT) pontificó que tanto Moore como Cain están 'excepcionalmente poco calificados" para los asientos vacantes en el banco central. El argumento del NYT es que uno y otro cambiaron de opinión sobre la política monetaria apropiada, según el tiempo político: plantearon que el Fed fuera menos expansivo en la época de Obama, pero ahora, en la era de Trump, quieren que sea más laxo. Para (supongo) alivio del NYT, una nota de prensa reciente informa que Cain declinó la invitación, arguyendo, con razón, que perdería ingresos si la aceptara.

Independientemente de los méritos profesionales --o de la ausencia de ellosde los dos personajes mencionados, el tema de veras es otro: la autonomía del banco central. Por un lado, la Ley le otorga al Fed suficiente independencia frente a los poderes, tanto Ejecutivo como Legislativo, para tomar decisiones basadas en consideraciones técnicas, aunque no sean políticamente convenientes. En esto último está el quid de la cuestión.

En el pasado reciente, con harta frecuencia, Trump ha fustigado al Fed, alegando que debería bajar su tasa de interés objetivo. Es obvio que al presidente le preocupa la posibilidad de que la actividad económica se debilite, sobre todo durante el año próximo, cuando intentará reelegirse. Así pues, quiere que el banco central abarate el crédito, para continuar estimulando el consumo y la inversión. La pretensión de Trump es un ejemplo claro de lo que se pretende evitar con la relativa autonomía del Fed: el sesgo político sobre la toma de decisiones monetarias. Por cierto, Trump no es el primer caso de un presidente que presiona públicamente al banco central.

Curiosamente, los políticos (y los economistas) mal llamados "liberales' --enemigos jurados del presidente-- han estado razonando ¡en el mismo sentido que Trump! Su alegato es variado, pero en lo básico consiste en lo siguiente: la inflación ha estado persistentemente por debajo de la meta del Fed. Así pues -se dice-- el banco puede y debe relajar su política monetaria, con el propósito de fomentar el empleo y el aumento de los ingresos de los trabajadores. Como advierte un refrán en inglés: "Politics makes strange bedfellow?'. El Fed sufre un ataque de pinzas.

Para encuadrar el asunto, quizá sea útil echar una ojeada a los datos pertinentes. En lo que respecta a la inflación, resulta que, a lo largo de los, diez años más recientes, la tasa promedio anual de alza del índice general de precios al consumidor (Consumer Price Index) ha sido 1.8%. De hecho, la inflación ha presentado "picos" y `valles" muy pronunciados, lo que indica que el Fed simplemente no tiene control puntual sobre ella. Ahora bien, la meta formal del Fed (el famoso 2%) se define usando un índice de precios especial (Personal Consumption Expenditure), que no toma en cuenta los precios de los alimentos y de la energía. Medida con este segundo indicador, la inflación ha sido sólo 1.6% anual. Aunque es importante para ciertos propósitos de la politica monetaria, el PCE es irrelevante para el consumidor, salvo en el caso de familias que no comen, que no se transportan, que no…

En cuanto al desempleo, es útil recordar que en medio de la Gran Recesión de 2008-2009, la tasa de desocupación llegó a 10%. De entonces y hasta la fecha, ha tendido a descender en forma espectacular (con disculpas por el calificativo) llegando en marzo de este año a apenas 3.8%. Para los estudiosos del tema, en general, una tasa así es equivalente al "pleno empleo" de la fuerza de trabajo. Francamente, frente a tales cifras, es difícil creer que una continuación de la flojedad monetaria pudiera contribuir a una mejoría adicional de la situación.

En el corto plazo, no hay duda de que la política monetaria tiene impacto sobre la producción y el empleo. Por eso les interesa tanto a los políticos, cuyo horizonte de planeación es muy limitado. Sin embargo, en el largo plazo, el crecimiento del PIB real, de la ocupación, de los ingresos, en suma, del bienestar de la población, depende de factores tales como la acumulación de capital, la educación, la tecnología, la calidad de las instituciones, etc. En este sentido, las manipulaciones monetarias miopes no sólo son inútiles, son perniciosas.

 

Publicado originalmente en Reforma.

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El asedio al Fed
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Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma
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Convergencia de la ciencia como impulsor de la propiedad intelectual

Enviado por roberto.valenzo el Vie, 26/04/2019 - 12:20

Hasta hace poco, las universidades tenían dos misiones esenciales: formar y generar conocimiento. Solo recientemente se ha añadido una tercera: ser agentes de cambio en el país a través de actividades de innovación y emprendimiento. Para hacer esto posible, es necesario contar con mecanismos robustos de formación, protección y explotación de la propiedad intelectual, incluyendo patentes, secretos industriales y derechos de autor.

El ranking de Innovación Global que elabora la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés) sitúa a México en el lugar 56 entre 126 países analizados, siendo notable su rezago en el desarrollo de la propiedad intelectual. Si consideramos las patentes como uno de los indicadores de éxito tecnológico, nuestro país ha ocupado los niveles más bajos de patentamiento de la OCDE. Según cifras del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, sólo 8% de las solicitudes de patentes pertenecen a connacionales. El magro valor inventivo de estas patentes se refleja en la baja proporción –alrededor de1 de cada 10— que amplía su protección a países como Estados Unidos, Japón, Unión Europea, o con la WIPO.

Sin embargo, la aportación de las instituciones académicas es decisiva en México, ya que actualmente éstas muestran niveles de patentamiento por inventores u organizaciones radicadas en nuestro país mayores a los de la industria. Al fungir las universidades como piedra angular de la innovación en nuestro país, una política nacional en este sentido debería reforzar los vínculos entre la academia y la industria; incrementar los recursos asignados a ciencia, tecnología, e innovación; y desplegar cambios institucionales y culturales hacia la protección de la propiedad intelectual y la comercialización del conocimiento. Pero dentro del mix de soluciones, es el impulso hacia una convergencia de la ciencia la que está cobrando mayor relevancia.

La convergencia, caracterizada por el MIT como la próxima revolución de la ciencia, se define como la integración de las ciencias de la vida, las ingenierías, las ciencias físicas, la computación, así como las ciencias sociales y las humanidades para la solución de problemas y preguntas de investigación complejos. El impacto positivo de la convergencia recae principalmente en dos aspectos: por un lado, la conexión y (re)combinación de elementos múltiples y dispares –ya sean disciplinas, tecnologías o métodos— tienden a generar innovaciones más relevantes; por el otro, al encauzar un entendimiento fundamental hacia problemáticas y retos definidos, la convergencia potencia las capacidades tecnológicas y de explotación comercial del conocimiento.

Si observamos a nuestro alrededor, estas intersecciones transdisciplinarias son la esencia de muchos de los avances actuales y futuros. Dentro del campo de ciencias de la vida, algunos hot spots de convergencia son la medicina regenerativa, la biología sintética, los órganos en un chip, e imunoterapias de cáncer, entre muchos otros.

Con el propósito de fomentar la colaboración entre ingenieros, físicos, científicos, especialistas de datos e investigadores de ciencias sociales, varias universidades, principalmente en Estados Unidos, han establecido centros de investigación convergentes. Algunos ejemplos representativos son el Wyss Institute (Universidad de Harvard), Koch Institute y Media Lab (MIT), Biodesign Institute (Arizona State University), Bio-X (Universidad de Stanford), y Kilachand Center (Universidad de Boston). Diferentes estudios dan testimonio de las diferentes fórmulas de administración, investigación, generación de propiedad intelectual, colaboración y translación tecnológica en la creación de centros de investigación convergentes.

Un arquetipo de centro convergente es el Hansjörg Wyss Institute for Biologically Inspired Engineering de la Universidad de Harvard. El Wyss Institute fue creado en 2009 con la convicción de que la potenciación del impacto de avances científicos y tecnológicos sólo es posible a través de su translación fuera del laboratorio. Su diversidad disciplinaria se refleja en las plataformas que apoyan sus esfuerzos de investigación y desarrollo: tecnologías de materiales adaptivos, robots blandos bio-inspirados, microsistemas biomiméticos, imunomateriales, dispositivos de células vivas, robótica molecular, biología sintética, e ingeniería tridimensional de órganos. Dentro y entre estas plataformas, académicos, personal in situ con experiencia industrial, así como emprendedores residentes trabajan en conjunto en la generación de conocimiento, su conversión en propiedad intelectual y su explotación comercial. El éxito del modelo convergente de este instituto se refleja en las 2,046 publicaciones, 2,550 aplicaciones de patentes, 50 licenciamientos tecnológicos y la formación de 27 startups realizados hasta ahora.

En nuestro país, un ejemplo de iniciativa convergente es el plan de investigación-acción “Investigación que transforma vidas” desarrollado por el Tecnológico de Monterrey. Al combinar la integración de múltiples disciplinas con un ecosistema abierto de innovación, este programa global busca la generación de soluciones innovadoras de alto impacto en el desarrollo económico y social de México. Algunos proyectos puntuales impulsados son: exoesqueletos robotizados, regeneración celular con córneas artificiales, nanosensores, y mallas nanométricas quirúrgicas. Asimismo, dentro de la nueva visión 2030 del Tec de Monterrey, TecSalud tiene contemplado la conducción de dos iniciativas convergentes de alto impacto para la salud de los mexicanos: la secuenciación genómica de 100 mil mexicanos y el desarrollo de terapias celulares y regenerativas.

Sin duda, los centros convergentes tienen el potencial de actuar como catalizadores de cambio hacia la maximización del impacto en la sociedad de los conocimientos generados en instituciones académicas. Su impacto se intensifica al permear los efectos de la integración de expertise múltiples y la formación de redes colaborativas altamente heterogéneas a lo largo y ancho de los ecosistemas de innovación. Sin embargo, el camino hacia la convergencia no es fácil, ya que involucra un cambio paradigmático que choca directamente con la estructura organizacional tradicional en silos disciplinarios de las instituciones académicas.

Las oportunidades y necesidades de innovación de alto impacto son ilimitadas. Aquí, las instituciones académicas tienen la posibilidad de liderar el cambio hacia la convergencia como punto de partida para la explotación científica, tecnológica, y comercial de nuevos conocimientos, y, por ende, como detonantes del desarrollo económico y social de regiones y países.

EGADE Business School, a través del grupo de investigación en Innovación y Emprendimiento, ha acumulado capacidades en el entendimiento, mapeo y medición del fenómeno de convergencia y transdisciplinariedad en el contexto de nuestro país.

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Convergencia de la ciencia como impulsor de la propiedad intelectual
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La integración de disciplinas académicas podría estimular la innovación en México
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La estrategia como un imán

Enviado por roberto.valenzo el Mié, 24/04/2019 - 12:24

La literatura en estrategia enfatiza el término competencia; es común hablar del término estrategia competitiva para referirse al conjunto de acciones que una empresa ejecuta para sobrepasar a sus competidores. Éste ha sido por mucho tiempo el modelo de pensamiento en el campo de la dirección de negocios.

Aquí ofrecemos una perspectiva alternativa, lo que llamamos estrategia para atraer. Pensemos en la organización como un imán. Como tal, un imán tiene una fuerza que atrae a otros cuerpos. Esta es una analogía para pensar en una empresa como un imán que atrae no sólo a los clientes que interesa atender, pero también a los diferentes grupos de interés con los que se desea relacionar. Ahora, como todo imán, hay algunos que tienen mayor poder de atracción que otros, de igual manera, las diferentes empresas que participan en una industria tratarán de atraer a los grupos de interés con quienes quieren relacionarse. La empresa que tenga una propuesta más potente será la que atraiga a esos grupos.

Bajo esta perspectiva, la estrategia para atraer pone el punto de atención en el cliente y en los diferentes grupos de interés. La perspectiva de estrategia para competir invita a fijarse qué hacen los competidores para entonces hacer algo mejor (o quizá distinto) más que en identificar cómo se puede agregar valor al cliente y a aquellos a quienes la empresa interesa atender.

Al momento se ha mencionado a la empresa como un imán que atrae a los diferentes grupos de interés, no solamente a los clientes (quienes efectivamente son un grupo de interés importante). Otros grupos de interés para los cuales la empresa debe ser un imán es el talento humano que con sus conocimientos contribuirá a producir los servicios y productos para los clientes objetivo. Otro grupo de interés son los proveedores, quienes con la materia prima entregada en tiempo, y bajo especificaciones de calidad, contribuirá al proceso productivo que llegará transformado en una propuesta relevante para el cliente. Los inversionistas, que forman otro grupo de interés, desde luego están siendo atraídos por otras empresas (imanes) para que inviertan sus recursos. La comunidad es otro grupo de interés, ya que debe generar las condiciones para que las empresas decidan establecerse en una determinada región, no obstante existen otras regiones que también las están atrayendo.

Pero, ¿cuál es en sí la diferencia en la perspectiva propuesta de ver a la empresa como un imán? La diferencia es tener una propuesta poderosa para los grupos de interés que, independientemente de los competidores que existan hoy o más adelante, los clientes y los diversos grupos de interés decidan hacer negocio con una empresa y no con otra. Bajo la perspectiva de la estrategia competitiva, el enfoque es más hacia ser mejor que los competidores y, si es un mercado interesante, más competidores llegarán por lo que parecería que siempre tendremos que estar compitiendo contra otros participantes (lo cual no deja de ser cierto), más que viendo cómo atraer a nuevos clientes y retener a los actuales no obstante ellos tienen otros imanes que los están atrayendo también.

Veámoslo con un ejemplo. Usted tiene sus cuentas bancarias personales o de su empresa con una determinada institución financiera, y no con otro prestador de servicios, porque esa determinada institución le ofrece un conjunto de servicios que lo atraen a ella de manera más poderosa que otras instituciones. Mientras otras instituciones no generen una fuerza que a usted le resulte lo suficientemente atrayente, es posible que no tenga mucho incentivo en cambiar de prestador de servicios financieros.

Lo que aquí estamos ofreciendo es un cambio de óptica, de pensar desde la oferta a pensar desde la demanda. Esto es, cómo mi empresa puede ser un imán lo suficientemente atrayente para el cliente y para los diferentes grupos de interés con los que la empresa desea relacionarse, aun y cuando hay otros imanes que también la están atrayendo. Las fuerzas de ese imán variarán en función del caso particular, puede ser disponibilidad del producto o servicio, precio, garantías, ubicación, nombre de marca construido en el tiempo, entre otros factores.

Publicado originalmente en El Financiero.

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La estrategia como un imán
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Aquí ofrecemos una perspectiva alternativa, lo que llamamos estrategia para atraer.
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