La actividad económica este año ha decepcionado. De enero a septiembre se registra un crecimiento acumulado nulo en su comparativo anual. Si bien es cierto que en el primer año de cualquier nueva administración se presentan retrasos en la ejecución del gasto público, este año el ajuste al gasto y el retraso ha sido mayor a lo esperado. Además, la mayoría de los componentes de la demanda agregada se han comportado de una manera desfavorable.
La inversión tanto privada como pública registran caídas importantes este año, no vistas desde la última crisis financiera internacional de 2009. Por el lado de la inversión pública, el gasto se ha retrasado significativamente a lo largo del año y gran parte del recorte al gasto público anunciado este año se ha dado en inversión física, si bien es cierto que el gasto corriente también ha disminuido.
Por el lado de la inversión privada son varios los factores que la están desalentando: la incertidumbre provocada por la cancelación de algunos proyectos gubernamentales (como el NAIM y la suspensión de las subastas petroleras, entre otras), un sector externo desfavorable debido a la persistente guerra comercial entre EUA y China que genera aversión al riesgo global; y el retraso en la ratificación del T-MEC por parte del congreso estadounidense. Además, las tasas de interés se han mantenido en niveles elevados.
El consumo privado se ha desacelerado este año como reflejo del menor dinamismo de la actividad económica. La tasa de desempleo ya revirtió su tendencia hacia la baja y la creación de empleo formal ha sido menor que el año pasado. Cabe destacar que el ingreso real de algunos sectores de la población mejoró, debido a los aumentos al salario mínimo a principios de año y a una inflación que convergió al centro de la meta del Banco de México. Esto explica en gran medida el que la confianza del consumidor se mantiene en niveles elevados.
Por último, el sector externo ha tenido un buen dinamismo debido al sostenido crecimiento económico de EUA, que ha promediado un 2% a lo largo del año. Sin embargo, recientemente se han registrado fuertes disminuciones en las exportaciones manufactureras hacia el país vecino, sobre todo automotrices, resultado de una desaceleración en la actividad industrial de EUA. Lo anterior debido a las políticas proteccionistas entre China y EUA que están desacelerando a la economía global.
Así, la economía nacional probablemente no crecerá o inclusive decrecerá este año.
Un panorama incierto que dependerá de EUA.
El Banco de México redujo recientemente las expectativas de crecimiento para este y el próximo año. Para 2020 las ubica en un rango de 0.8 y 1.8% anual. Si bien se espera que la actividad económica repunte el próximo año existen muchos riesgos a la baja, sobre todo relacionados con el sector externo.
La economía estadounidense continúa creciendo y desafiando los pronósticos de algunos analistas que anticipaban una recesión económica. Los modelos Probit de la Reserva Federal, que indicaban un 30% de probabilidad de una recesión hace un par de meses, se ubican hoy en solamente 10%.
Sin embargo, los riesgos a la baja para la economía de EUA persisten, sobre todo si analizamos que los índices de gerentes de compras estadounidenses del Supply Managers Index, que se ubican en niveles menores a los 50 puntos, sugiriendo que la industria se encuentra en contracción. Si la economía de EUA comienza a desacelerarse fuertemente, tendría un impacto importante en las expectativas de crecimiento de México.
En el mediano plazo, la guerra comercial entre EUA y China presenta un área de oportunidad para México, aprovechando la coyuntura del T-MEC. Se espera que muchas empresas asiáticas puedan migrar hacia México y así evitar las políticas proteccionistas de EUA.
Por el lado positivo, recientemente el gobierno federal anunció el Plan Nacional de Infraestructura donde se contemplan 147 proyectos de inversión por un valor aproximado de 800 mil millones de pesos. Estos proyectos son bienvenidos y deberán tener un impacto favorable para el crecimiento el próximo año. Sin embargo, estas medidas no son suficientes para reactivar a la inversión en el país. Si se retomara el proyecto del aeropuerto de Texcoco y se reactivaran las subastas petroleras se recuperaría la pérdida de confianza de algunos inversionistas.
Existe un riesgo aún mayor y está relacionado con la evolución de las finanzas públicas y con el modelo de negocios de Pemex. Las calificadoras redujeron la perspectiva al país a inicios del año, sobre todo por el alto endeudamiento de la empresa productiva del estado. Recientemente han externado su preocupación sobre las reducciones en las expectativas de crecimiento del país para el próximo año.
Es importante que el gobierno considere medidas para blindar a las finanzas públicas como una reforma fiscal. El Fondo de Ahorro (FEIP) que dejó la administración anterior es probable que se utilice en su totalidad para compensar la caída en la recaudación, tanto por un menor dinamismo económico, como por las expectativas de menores ingresos de Pemex (por menores precios del crudo). La desaceleración global de la economía está reduciendo la demanda internacional de crudo. Además, una parte importante del presupuesto se destinará a Pemex, que actualmente está reportando pérdidas cuantiosas.
Así, considerando los factores descritos anteriormente, se esperaría que la economía se expanda 0.9%, una aceleración de 0.0% este año, pero lejos de la meta establecida de la actual administración de un crecimiento de 4%. Sin embargo, le añado un riesgo elevado de una recesión técnica si el sector externo estadounidense se continúa contrayendo a tasas elevadas. Será importante monitorear de cerca las negociaciones entre China y EUA.