Durante la campaña de AMLO se prometió que el país crecería al cuatro por ciento anual basándose en el fortalecimiento de la demanda interna, siguiendo el modelo del desarrollo estabilizador de la década de los 50s. La realidad es que dudo mucho que durante el sexenio el crecimiento supere el dos por ciento. Elaboro.
Durante la década de los 50s en efecto el país presumió de niveles de crecimiento elevados impulsados, principalmente, por la inversión del sector público. Se invirtió en universidades, carreteras, hospitales, etc. Pero más importante aún, se mantuvo un equilibrio en las finanzas públicas. Además, el sector industrial comenzó a desarrollarse, derivado, de la demanda de insumos de países desarrollados a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Muchas empresas mexicanas se beneficiaron de este entorno para crecer y consolidarse. El problema hoy en día es que el entorno es muy distinto.
Primero, porque el mundo está globalizado y todas las economías son interdependientes. No existe, ni existirá una economía que sea autosuficiente. De hecho, esa premisa de desechó en el Siglo XVIII por economistas como David Ricardo, entre otros.
Para ejemplificar, sería impensable que Suiza produjera frutos y vegetales para satisfacer las necesidades de su población. Lo que se debe de hacer es explotar las ventajas competitivas de cada nación para exportar los bienes y servicios en los cuales es ventajoso, para importar los bienes y servicios en los que no tiene dicha ventaja. Así, la premisa de que México pueda ser autosuficiente es falsa. No solo para México sino para cualquier nación en el mundo.
Segundo, porque para crecer a tasas más altas se requiere de un incremento importante en la inversión. Desafortunadamente, la inversión en México (tanto pública como privada) deja mucho que desear comparado con países como Corea del Sur, entre otros. Además, en la teoría macroeconómica sabemos que el ahorro de un país conduce a mayores niveles de inversión. Con un país con casi la mitad de la población en pobreza, es difícil que se tengan niveles de ahorro importantes para solventar las necesidades de inversión del país (se canalizan a través del sector financiero).
Tercero, porque la economía mexicana se sigue caracterizando por sectores clave dominados por monopolios de estados y oligopolios. Para ejemplificar, los costos de la electricidad en el estado de Texas son 50 por ciento más baratos que en México, gracias a la mayor eficiencia e inversión de su mercado. Es decir, mientras en Estados Unidos existe una economía de mercado, que obliga a las empresas a ser más eficientes y reducir costos, las empresas monopólicas mexicanas tienen como fin operar y solventar sus gastos operativos (y endeudamiento).
Así, para responder a la pregunta de si México crecerá al cuatro por ciento anual en el futuro, la respuesta es no. Mientras se siga pensando que el país puede ser autosuficiente, que no dependemos de la inversión extranjera para crecer (que compensa a la falta de la nacional) y que el estado (monopólico) puede proveer de mejores servicios a menores costos nunca se llegarán a estos niveles de crecimiento.
Publicado originalmente en El Financiero.