Enseñanzas de una pandemia sobre el cambio climático

El cambio climático contribuye a la generación de pandemias y otros efectos devastadores

Enseñanzas de una pandemia sobre el cambio climático

La pandemia del COVID -19 y el cambio climático son diferentes tipos de crisis, sin embargo, las dos son consideradas como choques exógenos que modifican abruptamente un sistema en su totalidad. El efecto económico del clima, así como el efecto económico del COVID -19, claman en su esencia a llevar acciones agresivas y no cambios incrementales para hacerles frente. Si trasladamos el efecto de la pandemia al cambio climático, la exposición y vulnerabilidad en todo sentido es contundente, sin embargo, existen varias lecciones que podemos aprender y transformar a nuestro beneficio como sociedad. Vale la pena profundizar en las similitudes y diferencias entre el cambio climático y el COVID-19 para entender con claridad las implicaciones, positivas y negativas, que ambas conllevan y cómo se puede responder, de manera práctica y contundente, tomando en cuenta las lecciones aprendidas de esta pandemia, para mitigar el cambio climático.

La pandemia actual y el riesgo climático tienen la característica de representar choques (shocks) físicos al tratar de trasladar sus efectos en los impactos socioeconómicos. Estos shocks físicos solamente pueden ser remediados atendiendo las causas físicas que los motivan. Esta pandemia es un claro ejemplo de lo que en el futuro significaría el vivir una crisis climática en términos de múltiples variables exógenas y globales, las cuales están fuera de control con impactos multiplicadores.

Pero ¿qué es lo que tienen en común estas dos crisis? De acuerdo con el reporte de McKinsey (2020), tanto el riesgo climático como el COVID-19  tienen en común que representan un riesgo sistemático cuyos efectos se catalizan en todas las industrias, mercados y países dada la conectividad actual. También son no lineales, es decir, sus efectos económicos son desproporcionados y catastróficos. En tercer lugar, tanto el cambio climático como la pandemia actual son multiplicadores de riesgo que exacerban las vulnerabilidades y fallas en los sistemas económicos y de salud. Y, por último, los dos tipos de crisis son regresivos, en el hecho de que afectan a las poblaciones más vulnerables. Otro factor importante es que también reflejan colectividad. El hecho de que las acciones individuales busquen beneficiar al bien común global representa un activo muy valioso que se tiene que atesorar.

Por otro lado, las diferencias principales radican en el hecho del momentum. Es decir, mientras que la pandemia requiere de acciones inmediatas y directas para la supervivencia humana, el riesgo climático es gradual y, sobre todo, acumulativo. Sus efectos se pueden presentar de manera aleatoria, pero con severas proporciones en el grado de impacto y a lo largo del tiempo, lo cual conlleva a determinar falta de correlación y la pérdida de importancia por la distancia en la escala de tiempo de los eventos inducidos por el cambio climático.


El cambio climático en la raíz de las pandemias

Dadas estas diferencias, podemos reconocer también que el cambio climático contribuye a la generación de pandemias. Un ejemplo muy claro son las altas temperaturas, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2020), pueden crear condiciones perfectas para que ciertas infecciones se incuben aunado a la desaparición de hábitats de animales, lo cual incrementa el riesgo de intercambio de patógenos entre especies y hacia seres humanos. La contaminación del aire es otro factor del riesgo climático, al tener un mayor efecto sobre enfermedades respiratorias. De acuerdo con la OMS se estima que el aire contaminado mata aproximadamente a 7 millones de personas en todo el mundo, principalmente a través del incremento de mortalidad por causa de enfermedades. La preparación es la clave.

De acuerdo con el reporte “Preparación financiera para pandemias” realizado por el Banco Mundial y la OMS en el 2019, las enfermedades zoonóticas que son los virus transferibles entre animales y humanos, que evolucionaron a pandemias tuvieron un costo de $6.7 billones de dólares entre 1997 y 2009. Hoy en día, el Covid-19 proyecta costos globales de $4 trillones de dólares -y contando-, esto es, más del 5% del costo de la economía global. Este reporte nos proporciona una lección: cada dólar invertido en preparación se convertiría en dos dólares de ahorros económicos. Si se hubiera invertido en la preparación adecuada, posiblemente se hubiera podido evitar pérdidas humanas y los efectos económicos no hubieran sido tan severos. Esta es una de las lecciones más importantes que debemos reconocer al hacer frente al otro tipo de crisis que sigue presente: el cambio climático.

Por otro lado, el cierre de emergencia en fábricas y actividades industriales en países como China e India, como parte de las medidas extremas para combatir la pandemia, temporalmente redujo la contaminación del aire y dio un respiro a los cielos de las ciudades más pobladas que por mucho tiempo no lucían despejados. Este paro de actividades mejoró la calidad del índice del aire a niveles satisfactorios cercanos al 80% en la mayoría de las ciudades en el mundo (Air Quality Index Org). Sin embargo, cuando acabe la pandemia, probablemente la activación económica deje de lado o relaje las normas de emisiones con tal de incentivar de nuevo el consumo. Este cierre está teniendo como consecuencia costos humanos y económicos enormes. La clave es encontrar el punto exacto de cómo promover la sostenibilidad económica y medioambiental.

Lo anterior se centra en la reflexión sobre los factores que pueden acelerar las acciones en pro del cambio climático derivado de la crisis actual. De acuerdo con McKensy (2020), los ajustes de recursos humanos como video conferencias y comunicación digital pueden permanecer en el largo plazo lo que reduciría la demanda de transportación y emisiones. Los mercados podrían valorar el riesgo al presenciar los trastornos físicos y sistemáticos. Más aún, las bajas tasas de interés que se presentarán para activar a la economía podrían acelerar el desarrollo de infraestructura sostenible y resiliente. Por último, se podría incrementar la apreciación a la opinión científica al atender problemas de orden sistemático como lo es el cambio climático.

 

Resiliencia económica y social

Los gobiernos hoy en día están consientes de tener un rol más activo para asegurar la resiliencia económica y social. Seguramente las acciones climáticas podrían ser una solución para acelerar la recuperación a largo plazo, específicamente para crear presencia en el sector ambiental, por ejemplo, tomar un papel activo en la transición energética a una economía baja en carbono. En septiembre del 2019, el Banco Mundial publicó un estudio en donde presenta que la inversión de 1.8 trillones de dólares en medias ambientales generaría en una década más de 7.1 trillones de beneficios económicos.

En contraste con lo anterior, los precios bajos de los hidrocarburos podrían incrementar su uso y retrasar la transición energética. En adición, las prioridades de los gobiernos y personas podrían verse afectadas en cuanto a la incorporación de medidas ambientales, dándole preferencia a la recuperación económica. Esto podría afectar a largo plazo las regulaciones y compromisos ambientales, dependiendo del impacto de la crisis en cada país. Los sectores relacionados con energía limpia empiezan a manifestar áreas de oportunidad en el financiamiento de este tipo de proyectos. El COVID-19 está generando un impacto al reducir en extremo las condiciones de liquidez lo que a su vez ha incrementado la fuga de capitales a proyectos menos riesgosos.

Sin embargo, países de la Unión Europea reclaman una salida verde a la crisis económica actual argumentando que las inversiones en movilidad sostenible, energías renovables y eficiencia energética pueden reactivar la economía al generar empleos. De nuevo, en América Latina no hay una proclamación contundente sobre este tema. El común denominador sigue siendo la ventaja de competitiva de estos países de proporcionar mano de obra barata y protecciones ambientales laxas para generar inversiones y empleo.

Es claro que debemos de mitigar el cambio climático tomando en cuenta lo aprendido en esta pandemia, pero ¿Qué acciones puede tener el gobierno? Primero, aprovechar la coyuntura actual para generar e incentivar oportunidades de negocio en tecnologías limpias que permitan aumentar la resiliencia económica. También tomar ventaja de la alineación global para fomentar una colaboración conjunta para resolver “la pandemia ambiental”. Y, por último, medir regionalmente y evaluar los impactos climáticos en la economía local. Sin una medición adecuada no se puede controlar nada.

Haciendo referencia a mi línea inicial en donde señalo que si bien el COVID-19 y el cambio climático son diferentes tipos de crisis con impactos económicos colosales, considero que no hemos racionalizado lo siguiente: la pandemia terminará en algunos meses y más si se crea y comercializa una vacuna. El cambio climático causará devastaciones en las próximas décadas, aún si se paran las emisiones. Aquí no existe una cura tecnológica que mitigue esta consecuencia, pero podemos aprender las lecciones que esta pandemia nos ha dejado para crear conciencia sobre el impacto de una crisis climática que traerá consigo una gran magnitud y duración.

Articles of Sostenibilidad
Ir a investigación
EGADE Ideas
in your inbox