Hay cuatro grandes grupos de variables que influyen en el valor de la moneda, de acuerdo a la teoría. El aspecto técnico (como los ciclos de sub y sobrevaluación, la política del Banco Central, los picos y valles de volatilidad cambiaria, entre otras), en segundo lugar, el aspecto macroeconómico (como las reservas, la evolución de los componentes del PIB y de la cuenta corriente, la política monetaria y fiscal), en tercer lugar, los flujos monetarios (las remesas y el turismo, la inversión extranjera en planta y en bolsa, los repagos y emisiones de deuda pública y privada) y, por último, el aspecto financiero (el diferencial de inflaciones y tasas, las compras de empresas nacionales por parte de extranjeros y la repatriación de sus utilidades).
Si se toman en cuenta todos estos aspectos, incluyendo algunos imponderables como el riesgo político, las guerras y las querellas entre aliados comerciales, puede haber hasta una treintena de variables en juego. 'Riesgo y Valor' ha sido comprometido y tenaz (aunque no siempre exacto) en hacer referencia al ciclo de valuación del peso mexicano. En la columna de agosto de 2015, "Temor irracional", se menciona que el tipo de cambio es el equilibrio de tres mercados, el de bienes consumibles entre dos naciones, el de bienes intermedios y el de productos financieros y de inversión. En esa columna se propone la medición del tipo de cambio de equilibrio usando simulación de anclas móviles (el cálculo de cuál debería ser el tipo de cambio justo si nos ancláramos cada mes desde los años 70 hasta el día de hoy, con las inflaciones acumuladas resultantes de ambos países) y descartando todas las mediciones que queden en los percentiles más altos y bajos de esa serie. Se menciona también que el peso ha seguido un ciclo en el que no se mantiene en el equilibrio casi nunca, sino que "pendulea" en espacios de 16 a 25 meses de subvaluación y luego otros tantos de sobrevaluación alrededor del equilibrio.
Desde entonces, el peso ha vivido un ciclo muy largo de subvaluación porque poco tiempo después de 2015 comenzó una apreciación generalizada del dólar contra casi todas las monedas y el peso, además, sufrió los terrores que le infligió la presidencia de Trump y la de AMLO. No obstante, al día de hoy, hay cuatro factores en particular que han fortalecido al peso: el diferencial de tasas tan amplio a nuestro favor, la fuerte llegada de remesas del país vecino, la querella comercial de China con Estados Unidos, que nos ha llevado de nuevo a ser protagonistas como destino de la inversión extranjera directa, y, por último, la estabilidad relativa de las finanzas públicas. Ninguno de estos factores además muestra señales de empeorar pronto, por lo que lo más seguro es que el peso se mantenga fuerte al menos hasta la época electoral mexicana, que seguramente traerá fuertes vientos a todos los mercados internos.
En la editorial de julio de 2017, en la columna "Redención cambiaria", se menciona un tipo de cambio de equilibrio en alrededor de 16 pesos, siendo 17.50 el tipo de mercado, después de haber sufrido hasta ese punto hasta un 42% de subvaluación, pero el día de hoy, la metodología arroja un equilibrio alrededor de 17.60, pues los tipos de cambio de equilibrio son referencias en movimiento, ya que los riesgos y las inflaciones que siempre perjudican más a México que a Estados Unidos van empujando hacia arriba.
Aún con esto, sería injusto pensar en que el tipo de cambio correcto entre ambos países debiera rondar los 20-22 pesos, simplemente porque la psique mexicana se hubiera ya "acostumbrado" al calor de la variable, casi como una abuela puede sin pensar voltear ya las tortillas directo con la mano.
Bajo esta medición, el superpeso duró desde 1999 hasta el 2008, con sobrevaluaciones hasta del 20% por debajo del equilibrio; luego le siguió otra del 2010 al 2015, menos drástica, y desde entonces, habíamos estado subvaluados fuertemente. Este ciclo de superpeso de reciente comienzo puede continuar otros años más, si la historia es buena guía, pero siempre hay que estar preparados para sorpresas repentinas en la dirección contraria, pues los riesgos abundan.
El autor es profesor y director del Think Tank Financiero de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.