En un documental de una plataforma, de cuyo nombre no quiero acordarme, una de las tomas es frente al New York Stock Exchange: “Bienvenidos al casino más grande del mundo”. No va por ahí el tema. Varían los precios, pero vemos el porqué.
De acuerdo con el glosario del CFA, nos dice que la volatilidad, “representada por la letra griega sigma (σ), es la desviación estándar de los rendimientos de los precios asociados con un activo subyacente.” La desviación estándar, como seguramente Ud. sabe, se calcula como la suma de las diferencias entre cada dato observado, con respecto al promedio de dichos datos observados. Si se sumaran directamente, la suma daría cero por lo que se hace necesario elevarlos al cuadrado – multiplicarlas por sí mismas- para eliminar el signo de aquellas diferencias que tuvieran signo negativo y se divide entre el promedio: da como resultado la varianza. Su raíz cuadrada es la desviación estándar.
Interesante el concepto estadístico, pero vaya que toma más sentido cuando se aplica a los rendimientos de alguna acción listada en bolsa. Ojo: se aplica a los rendimientos más no a los precios directamente. Desde luego, para obtener el rendimiento, digamos de un mes de alguna acción, se obtiene como el precio al final del mes, entre el precio de inicio del mes y se le resta la unidad. El promedio obtenido de todos esos rendimientos será el rendimiento promedio. Las diferencias de cada rendimiento con respecto al rendimiento promedio, multiplicadas por sí mismas, sumadas y divididas entre el promedio, es la varianza. La raíz cuadrada de la varianza es la desviación estándar.
Una mayor desviación estándar -mejor ya usar el término volatilidad- indica que los rendimientos de la acción se comportan como si fueran en una montaña rusa. Por el contrario, una acción cuyos precios no tuvieran movimiento y por lo tanto no tuvieran volatilidad, indicaría que la acción no tiene bursatilidad: nadie la compra, nadie la vende.
Entonces, más bien la pregunta sería ¿por qué varían los precios de las acciones? Si consideramos parte de la definición de un activo: “… es un recurso controlado por una entidad … del que se esperan fundadamente beneficios económicos futuros …”, entonces la respuesta es clara. Si en este momento los inversionistas esperan fundadamente más beneficios, entonces los precios subirán, en caso contrario, bajarían. Esto se debe a una de las maneras de valuar una acción que trae -descuenta en términos financieros- al presente los flujos futuros que se espera genere la empresa.
Luego entonces se esperarían mayores flujos de alguna inversión si hubiera estado de derecho que diera cierta protección a las inversiones -nada de “las reglas cambian”- además de generar piso parejo para la competencia; si el gobierno invirtiera en infraestructura necesaria pero con retorno positivo (no barriles sin fondo: hay corrupción en tirar dinero bueno al malo); también depende de las condiciones económicas internacionales incluyendo que las nacionales fueran positivas; si el gobierno en turno fomentara el empleo productivo y bien remunerado, si no hubiera inseguridad ni corrupción …
Si es todo lo contrario, y la economía esta prendida de las exportaciones y las remesas (Las economías de izquierda expulsan a la gente trabajadora que encuentra oportunidades en las economías de mercado: prueba fehaciente de cual modelo funciona), entonces fundadamente se puede decir que no le irá bien a la empresa en el futuro y por tanto no le va bien a la acción ni, por consiguiente, al inversionista. No nos referimos a los grandes “capitalistas”. Si Ud. tiene AFORE, entonces Ud. es un inversionista: es parte del club.
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.