Es relativamente trivial la deducción de la fórmula para la determinación de la equivalencia financiera entre valor presente, valor futuro y pagos iguales, lo cual es la base de las matemáticas financieras. Más aún, si a perpetuidad van a existir una serie de pagos iguales, lo que se conoce como payment, su equivalencia a valor presente es simplemente el flujo del siguiente período dividido entre la tasa de descuento que se decida utilizar.
Si los flujos crecen a una tasa constante, el equivalente a valor presente de una perpetuidad el numerador será el flujo del siguiente periodo y el denomindador es la resta de la tasa de descuento menos la tasa de crecimiento de los flujos entre periodos, asumiendo que dicha tasa de crecimiento de los flujos es constante. Hay que hacer hincapié en el tema de la perpetuidad: realmente es lo que implica su nombre.
Sin embargo, una cosa es escribir las fórmulas en un pizarrón, otra cosa es determinar los flujos, la tasa de descuento y la tasa de crecimiento de los mismos flujos para un análisis de inversión en la vida real pero otra cosa totalmente distinta es el obtener los recursos necesarios para cubrir esas necesidades en el futuro.
Claro que se simplifica enormemente el problema de encontrar los recursos (más bien no haría falta) si se tiene una población que es crédula y que no ha superado la herencia de los pueblos primigenios de intercambiar oro por espejitos. Vamos, intercambiar su voto por espejismos o lo que es lo mismo, creer que las pensiones al 100% saldrán de un monto que quien sabe de donde salió, de unos ahorros inexistentes al destruir contrapesos (¿Y los ahorros por acabar con la corrupción?) o -inexpertamente- quezque de inexistentes utilidades de los elefantes blancos estatales.
No es rocket-science el darse cuenta que, con pensiones al 100% alguien tiene que cubrir ese costo que no generará ningún ingreso. Cada vez que una empresa contrata a una persona, la empresa -o quien sabe quien- tendrá que pagar su sueldo casi a perpetuidad, genere o no ingresos. ¡Qué bonito es lo bonito de solamente prometer sin tener que cumplir!
¿Qué haría falta? Realmente acabar con la corrupción, productividad para poder generar los sueldos de quienes no trabajarán pero también educación financiera desde temprana edad para responsabilizarse porque, peor que morirse es sobrevivir a sus recursos económicos en edad avanzada. En Japón, por ejemplo, les llega la edad del retiro y se vuelve una época para disfrutar: tienen tiempo y los recursos monetarios.
Pero no todo es del lado de los políticos. Las empresas tienen que ser éticas y nada de registrar a los empleados con “el 70% del sueldo” (es real). Están afectándolos para su retiro.
Ps 1. Contrastes. Mientras una “yes-person” demostraba que seguirá las indicaciones del poder detrás del trono, la alternativa borrachita del pendenciero Team pseudo-novedoso (para mejor identificación por si no lo ubica es parte de los que consideran que es disruptivo hacer el ridículo), la otra alternativa es la del Team “¿No pronuncio bien inglés? !Aprendo!”, que estaba solidificando nexos con el principal socio comercial de México del cual directa o indirectamente vive una buena parte de la población. ¿Hace falta preguntarse quién conviene como Presidenta?
Ps 2. De verdad hay que regresar los soldados a los cuarteles. No pueden con la inseguridad en carreteras, con los aeropuertos, con el crimen organizado, con el tren, a las empresas que les regalaron vamos a tener que mantenerlas y ahora ni con las aduanas teniendo el nearshoring encima. (¡Imagínese en una guerra!).
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School
Artículo publicado originalmente en El Financiero.