Una reiteración (breve)

Artículo publicado en la columna “Glosas Marginales” de Reforma

Tal como era de esperarse, la inflación repuntó durante los primeros quince días de mayo, tanto en su medición general, como en su medición subyacente. La primera llegó a 2.8%;  la segunda, a 3.8%. La información no oficial más reciente señala, con claridad, que los precios de los productos agropecuarios, así como los correspondientes a los de los energéticos, han seguido al alza.

Creo que lo anterior respalda mi comentario de la semana pasada: Banxico tiene razón al asumir una conducta prudente en el manejo a la baja de su tasa de interés. La inflación está controlada, pero no del todo. Y la incertidumbre creciente es la característica dominante del porvenir inmediato (Gráfica).

La ley

Al respecto, me parece necesario recordar la letra del Art. 2 de la Ley de Banxico, que ayuda a interpretar la situación actual y sus perspectivas: "El Banco de México tendrá por finalidad proveer a la economía del país de moneda nacional. En la consecución de esta finalidad tendrá como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda. Serán también finalidades del Banco promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pagos". (El énfasis es mío).

De paso, vale señalar que la institución mayormente responsable de determinar la estructura del sistema financiero, y de normar y vigilar su funcionamiento, es la SHCP (por medio de la CNBV y sus similares), no el Banco de México.

Banca central y desarrollo

El papel apropiado para la política monetaria es lograr y mantener la estabilidad de los precios y, con ello, contribuir al desarrollo económico.

En el corto plazo, es cierto que, con mucha pericia y con bastante suerte, las acciones de un banco central moderno pueden contribuir a moderar las fluctuaciones de la producción  y del empleo. (A veces cíclicas; otras, excepcionales). No mucho más. De hecho, una de sus preocupaciones centrales debe ser evitar que la política monetaria sea de por sí un generador de crisis. Sobre esto último, es útil traer a la memoria los desastres   económicos sucedidos en México, allá por los penosos setentas y ochentas del siglo pasado, productos de los excesos monetarios. Y, desde luego, resulta oportuno recordar cómo la Gran Recesión de 2008-2009, fue gestada por la laxitud persistente del Fed --  que después se vistió de rescatador financiero--.

En cuanto al crecimiento de largo plazo, me quedo con la opinión de Robert Barro --un distinguido profesor de Harvard-- la cual sintetizo en dos apuntes: 1.-No hay evidencia estadística internacional de que una economía gane algo al permitir una inflación más   alta; y, de hecho, puede perder; y, 2.-para acelerar el paso del PIB real, los siguientes elementos son más importantes incluso que la estabilidad: la fortaleza de las instituciones que afianzan los derechos de propiedad, y de las que combaten la corrupción; el buen funcionamiento de los mercados; y, la eficacia de los sistemas de educación y de salud. (La pura Biblia, con todo respeto).

Así pues, las verdaderas claves del desarrollo son las consabidas (pero con frecuencia ignoradas, cuando no dañadas): salvaguardar el Estado de Derecho; propiciar la competencia en los mercados de bienes y servicios; y, particularmente, invertir con eficiencia en el capital humano.

Publicado originalmente en Reforma.

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