La economía mexicana terminó el 2023 con una tasa de crecimiento superior al 3 por ciento anual superando las expectativas de mercado. El consumo privado, apoyado por el incremento del salario mínimo aunado a una inflación que comenzó a decrecer, impulsó el consumo en el país.
Además, se detonaron las exportaciones de manufacturas ante el conflicto geopolítico entre EE. UU. y China. Este buen dinamismo generó revisiones al alza en las tasas de crecimiento esperadas para este año.
Sin embargo, los últimos datos disponibles muestran un panorama muy distinto para este año. El último trimestre de 2023 ya presenta signos de debilidad en el sector externo. Un peso muy fuerte y la desaceleración de la industria estadounidense están afectando negativamente a este sector. Este año persiste este estancamiento y, además, se añaden algunos otros factores.
La inversión ha sido heterogénea a lo largo del país. Mientras se ha detonado en el sur, el norte ha observado tasas negativas (en inversión pública). Los problemas de la escasez del agua y la falta de generación de energía en el largo plazo están mitigando las perspectivas de las inversiones derivadas del efecto nearshoring. Más del 70 por ciento de la inversión extranjera directa (IED) han sido reinversiones y no nuevas inversiones. Brasil, Colombia, Chile y Perú muestran mayores niveles de inversión sobre PIB que México.
Otro problema a futuro es el creciente déficit fiscal. El último dato disponible apunta a un déficit fiscal de alrededor de 6 por ciento en términos del PIB. Este resultado implica que en 2025 habrá una importante consolidación fiscal que ya perjudica las expectativas de crecimiento en el futuro.
Los principales analistas económicos y organismos internacionales han reducido su pronóstico de crecimiento para el país. Esto se da en un contexto donde la política monetaria del Banco de México mantiene un tono restrictivo. Es decir, una tasa de interés elevada.
Es importante atender esta problemática ya que de no cambiar el rumbo de la política económica la economía entrará en un estancamiento importante. Este sexenio terminará con una tasa de crecimiento promedio anual de menos de 1 por ciento anual, la tasa promedio más baja desde el sexenio de De la Madrid.
Se requiere aperturar el sector energético e hídrico para detonar la inversión privada y elevar la capacidad instalada. Es importante apoyar a generar más Pymes que son los responsables de más del 70 por ciento del empleo nacional. Finalmente, la oportunidad de nearshoring debe estar encausada en generar industrias tecnológicas y no solo manufactureras.
El autor es director general de Soluciones Financieras GAMMA y profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en El Financiero.