Un vistazo gráfico a una recesión (que parece depresión)

Artículo publicado en la columna “Glosas Marginales” de Reforma

Hace ya muchos meses que, en lo que toca a la economía, no "vamos bien". En lo que sigue, uso tres gráficas estándar para ilustrar el estado de cosas (con datos de Banxico). Sé bien que sólo reitero lo conocido, pero creo que no sobra.

1.- En días pasados, el INEGI publicó el dato referente a la Inversión Bruta Fija correspondiente a marzo de este año. ¿Qué "dijo" el indicador en cuestión? Que la formación de capital cayó a una tasa anual de un poco más de 11%. En otras palabras, quizá más claras, que se están reduciendo tanto la construcción como las compras de maquinaria y equipo (nacional y extranjero). Se trata, sin duda, de una mala noticia. Pero no es ninguna novedad.

Como se puede notar en la primera gráfica, la inversión ha venido cayendo, en general, desde mayo 2018. Allá por aquella fecha, esta variable clave cambió de dirección: de casi estancamiento, a la baja pronunciada.

Para "explicar" lo sucedido, uno puede echar mano de una amplia variedad de argumentos. Uno de ellos es muy persuasivo: el "clima" de la inversión se oscureció por causas políticas. Y se ha seguido ennegreciendo hasta ahora, día a día. Una de sus facetas recientes es lo que Federico Rubli Kaiser calificó muy bien en un artículo la semana pasada: la "chatarrización" de varias instituciones clave. A su vez, esto se deriva de creencias, valores y preferencias que son abiertamente contrarias al crecimiento (J. Mokyr, A Culture of Growth, 2016).

El problema, como se ha dicho quién sabe cuántas veces (y es necesario repetirlo, sin disculpas), consiste en que la debilidad de la inversión se traduce en una pérdida de vigor del crecimiento de la productividad. Por tanto, es un factor adverso al aumento sostenido del (criticado) PIB y, sin remedio, también del (deseado) bienestar.

"Y, por colmo, nos embistió la peste..." (Sófocles, Edipo Rey). En efecto, el brote y la extensión del Covid-19, junto con los efectos de las medidas gubernamentales para contener la enfermedad, han dado como resultado un desplome de la actividad económica en todas partes. Las señales recientes de una eventual mejoría han impulsado el ascenso (sincopado) de los mercados bursátiles, pero el lado real de la economía no tiene esa capacidad de "rebote" rápido. Así las cosas, el Banco Mundial estimó hace poco que el PIB mundial caerá 5.2% este año; el de México, 7.5%. Esta segunda cifra, terrible de por sí, y por lo que implica, tampoco sorprende ya a nadie.

Coincide más o menos con lo que es el consenso entre los analistas, pero no entre los políticos, por supuesto. (Un poco antes del final de marzo pasado, me atreví a "pronosticar" un 8% de caída). Si los augures le atinan, y si a ello agregáramos el aumento de la población, el desplome significaría un retroceso de quizás 9% en el PIB por persona. Ojalá se (nos) equivoquen (equivoquemos). No hay estándar de vida que resista un golpe de tal magnitud sin daño grave.

2.- La segunda gráfica ilustra la trayectoria del Índice Global de la Actividad Económica (IGAE). Sirve para reforzar la idea, ahora sí nítida, de que lo sucedido es parte de un estado económico recesivo (depresivo), ya sin discusión alguna. Las cifras referentes al desempleo, a la caída de las ventas al menudeo, al hundimiento de la producción industrial, a la baja de las exportaciones, etc., avalan el mismo diagnóstico.

3.- Finalmente, está claro que la inflación no está del todo controlada. En mayo, aumentaron tanto la general como la subyacente. Insisto: Banxico tiene razón en actuar con mesura.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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