Un rezago explicable

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales de Reforma

Los historiadores han debatido durante décadas cuándo y porqué se inició el evidente declive de las economías de América Latina en relación con, digamos, la economía de Estados Unidos. Alguna vez, hace muchos (muchos) años, nos dicen los especialistas, el nivel de vida de los habitantes del "norte" y del "sur" era más o menos igual. En la actualidad, el ingreso por persona de un latinoamericano es apenas una quinta parte del correspondiente a un estadounidense.

Una sección de la opinión académica sitúa el origen del proceso de deterioro allá por la parte temprana del Siglo XIX; otra, quizá más convincente, la ubica en la segunda mitad del Siglo XX. En el primer caso, los factores causales alegados cubren una gama muy amplia: la funesta herencia colonial mercantilista; la terrible inestabilidad política posterior a la independencia; la geografía poco propicia al desarrollo; etc. Las explicaciones tampoco son escasas en el segundo caso: la aplicación excesiva de una industrialización hacia adentro; la debilidad (o inexistencia) de las instituciones básicas de una economía de mercado; la torpeza de los gobiernos; el "neoliberalismo"; etc.

Para llegar a sus conclusiones (a veces sólo conjeturas), los analistas utilizan en sus comparaciones, por lo común, algún indicador de la producción (el PIB), ajustado por las diferencias en los precios (el poder de compra), y por el tamaño de la población. Las estimaciones al respecto son extremadamente difíciles, sobre todo cuando se trata de periodos muy lejanos de los tiempos actuales. Así pues, hay que tomar los números "con un grano de sal". No es de extrañar que las controversias sobre la cuestión parezcan interminables.

Fuere como haya sido in illo tempore, ciertas cifras recientes bastan para sustentar la preocupación sobre el rezago. Por ejemplo, la Gráfica 1 presenta la trayectoria del PIB per cápita de México como porciento del de Estados Unidos, según los calcula y publica el Banco Mundial (BM).

De los tres decenios que cubre la ilustración, sólo un periodo (2005-2016) escapa a la tendencia declinante. El dato más reciente producido por el BM corresponde al '20. Sin embargo, considerando lo que ya sabemos sobre lo ocurrido en el PIB de los dos países en el '21 - -aunque sea preliminar, - - no es aventurado concluir que el descenso continuó el año pasado.

Una estadística distinta, más técnica, se conoce con el nombre formidable de Productividad Total de los Factores (PTF), y ayuda a "explicar" lo sucedido. ¿Qué es la PTF? Es un cálculo que trata de medir qué tan eficiente es el uso del capital y del trabajo usados en la producción, lo que depende de la tecnología empleada. La Gráfica 2 presenta la historia de la PTF de México en relación con la PTF en Estados Unidos. No es muy halagüeña.

De acuerdo con los investigadores del asunto, las causas del deterioro son estructurales: la informalidad; la ineficiencia en algunos sectores (i.e., el energético); el rezago educativo; los obstáculos a la absorción y adaptación de la tecnología disponible; la fragilidad del Estado de Derecho; etc. En otras palabras, una buena parte de ellas están asociadas con políticas públicas inapropiadas. Con franqueza, son heridas autoinfligidas.

El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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