Más de una vez, en estas páginas he dicho que Jesús Cervantes (JC), un alto funcionario del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEMLA) es, en México, el mejor experto en temas clave de la migración, sobre todo en la cuestión de las remesas.
JC acaba de publicar en News IMEF (24/04/23) un análisis que desacredita -me parece que sin posibilidad de refutación- la conjetura de una alegada relación entre el flujo de remesas a México y el lavado de dinero. En septiembre del año pasado, también en News IMEF, Federico Rubli destazó con admirable eficacia la suposición en cuestión.
En lo que sigue, intento resumir los principales argumentos de JC, consciente de que no le haré justicia al contenido del documento original.
1.- El crecimiento de las remesas entre 2018 y 2022 ha sido muy alto, pero no "de-senfrenado" ni "descomunal", como lo califican algunos. De hecho, señala JC, el aumento porcentual fue inferior al registrado en Guatemala y Honduras, y apenas superior al de los cinco países principales que reciben remesas en América Latina (excluyendo a México de entre ellos).
2.- El envío de dinero pasa por al menos tres filtros de controles en sendos puntos: en la institución que lo acepta en Estados Unidos, en el banco mexicano que opera la transferencia y en el pagador final. Los controles incluyen el nombre del remitente, que necesariamente se identifica; abarcan la vigilancia tanto del monto como de la frecuencia del envío y, por supuesto, se aplican no sólo al banco sino también, digamos, al supermercado que actúa como el último eslabón del proceso.
3.- Destacar como sospechoso el hecho de que un estado como Minnesota aparezca en tercer lugar como origen de las remesas a México ignora que en realidad se trata de la localización de un servidor, no del remitente.
4.- Un cálculo del supuesto monto del lavado lo ubica en "al menos 4.4 miles de millones de dólares", pero, dice JC (sic), "no presenta ninguna prueba". La cifra, agrega JC, implicaría once millones de envíos irregulares y "requeriría 917 mil cómplices en ambos lados de la frontera". Tales números son absurdos a simple vista.
5.- El que un hogar mexicano reciba más de una remesa por mes no prueba en absoluto la existencia de lavado de dinero. El hecho es que se sabe por encuestas que "en promedio, en los hogares receptores más de una persona recibe remesas".
6.- Más aún, apunta JC, al calcular la masa salarial de los trabajadores migrantes en Estados Unidos, resulta que se envía a México el equivalente de un 17.5% del total, en comparación con el 40% "en el caso de los migrantes guatemaltecos".
7.- Finalmente, es clave notar que las estadísticas que reporta Banxico se derivan de registros administrativos que cubren "el 99.2% del ingreso por remesas". En otras palabras, son "de excelente calidad, rigor y cobertura". Se trata casi de un censo.
A mi juicio, Q.E.D.
En la primera quincena de abril, la inflación anual fue 6.2%, lo que continuó una tendencia significativa a la baja. La noticia fue recibida con excesivo entusiasmo, a mi (cauteloso) entender. ¿Por qué?
Porque lo cierto es que el peso ha seguido perdiendo poder adquisitivo a un ritmo todavía muy elevado. Ello, como se sabe de sobra, acentúa tanto la ineficiencia como la desigualdad.
El apunte pretende enfatizar que la estabilidad, convencionalmente (y debatiblemente) definida en términos de lograr y mantener una inflación de 3%, está bastante lejos. No ha llegado el momento de relajar la política monetaria.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.