Tres décadas de desarrollo humano en México

Artículo publicado en la sección “Glosas marginales” del periódico Reforma.

Francamente, ya encuentro fastidiosa la insistencia en denigrar toda la evolución económica nacional de las tres décadas más recientes. Una cosa es afirmar, con razón, que la economía mexicana presenta problemas graves (¿cuál no?) y otra, muy distinta, es negar los avances ocurridos. En el proceso, los críticos descalifican las politicas económicas utilizadas, y las pretenden demonizar con el calificativo de "neoliberales" —creyendo que, con ello, de alguna manera presentan un argumento al respecto, cuando no lanzan más que un supuesto insulto—.

A riesgo de cuestionar algunos dogmas en boga — delito que afortunadamente todavía no está tipificado como grave y que, por tanto, no se sanciona con prisión inmediata— en los párrafos que siguen me ocupo de ojear varias estadísticas pertinentes. ¿Por qué? Porque una buena manera de evaluar lo sucedido consiste en tratar de cuantificar al menos sus características principales.
 

El Indice de Desarrollo Humano y México


El Banco Mundial elabora desde 1990 un Índice de Desarrollo Humano, HDI (Human Development Index). El HDI se compone, a su vez, de cuatro indicadores muy importantes: la expectativa de vida al nacer; los años esperados de educación; el promedio de los años de educación; y, el ingreso nacional bruto por persona. El razonamiento detrás de cada uno es de sentido común: el primero mide la esperanza de tener una vida larga y saludable; el segundo, el probable acceso de los niños a la enseñanza y al conocimiento; el tercero, los años de educación que, en realidad, tuvieron los adultos mayores de 25 años; y, el último, es una medición del estándar de vida, expresado en dólares de EUA (en términos constantes de 2011, ajustados por lo que se conoce en el lenguaje técnico como paridad del poder de compra).

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En el caso de México, el HDI se ubicó en 0.774 en 2017, colocándolo en el lugar 74 entre 189 países. Contra lo que denuncian constantemente los "jeremías" contemporáneos, el Banco Mundial ubica a México como una nación en la categoría de desarrollo humano alto. En América Latina, México está mejor situado que Brasil y Colombia, aunque peor que Chile. Para apreciar lo anterior, quizá resulte útil enmarcar lo señalado en un contexto histórico. Aquí van los datos más relevantes, contenidos en un cuadro muy sencillo.

A simple vista, está claro que de 1990 a 2017 se han registrado avances muy impontantes en los renglones considerados. En total, ello no es sorprendente, considerando que existe una correlación positiva entre el crecimiento del ingreso por persona y, por ejemplo, y el aumento de la esperanza de vida al nacer. El Banco Mundial complementa el panorama previo con otros indicadores más refinados. Por ejemplo, en 2010 inició la publicación de un IHDI (Inequality Human Development Index), el cual se construye a partir del HDI original, pero ajustado por la desigualdad de la distribución entre la población de cada uno de los elementos que lo integran.

América Latina ha sido históricamente una región caracterizada por una distribución desigual del ingreso. México no es la excepción. En consecuencia, resulta que el IHDI es menor que el HDI original. En otras palabras, que la desigualdad erosiona el desarrollo humano. Como quiera, México queda mejor ubicado que Brasil, que Colombia y que América Latina y el Caribe en general. Insisto en que nada de lo reseñado pretende ignorar la importancia de los problemas económicos y sociales que aquejan a México. Pero, simplemente, "no se vale" dementar sólo con adjetivos lo logrado en los pasados cinco o seis sexenios "neoliberales". (En realidad, la politica económica de la época nunca fue liberal de veras: abrió partes de la economía a la competencia genuina; otras, clave, las mantuvo cerradas, reguladas y/o conectadas con el Gobierno).

Publicado originalmente en Reforma.

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