Tres breves notas críticas

Artículo publicado en la columna Glosas Marginales de Reforma

Las remesas y los gobiernos

En junio del año pasado publiqué un tuit que sigue teniendo actualidad. Lo reproduzco aquí en lo fundamental, aunque con algunos cambios en su orden y en su extensión.

En términos económicos, las fuentes de las remesas son los ingresos de los trabajadores migrantes. Se trata de un resultado de la exportación de mano de obra. El dinero que los expatriados envían a sus familiares es una muestra de su sentido de responsabilidad, de su solidaridad, de su cariño. Las remesas, como dato, pueden interpretarse como evidencia de la falla de las políticas públicas del gobierno del país de origen del migrante para permitir, ya no digamos incentivar, la generación interna de empleos productivos. Por supuesto, en contraparte, los envíos son prueba de la capacidad de absorción de la economía receptora de la migración. En todo caso, es el gobierno de esta última el que podría mostrarse satisfecho.

Según las estadísticas oficiales estadounidenses, al cierre de 2021, el 17.8% de la fuerza laboral ocupada se integró por trabajadores nacidos en el extranjero, y una cuarta parte de ellos eran trabajadores mexicanos inmigrantes.

De paso, vale señalar que, en el verano del '21, las detenciones ("encuentros", se dice con pudor burocrático) de migrantes mexicanos en la frontera alcanzaron un pico de 200,000 personas. El dato más reciente es 173,000.

Las calificaciones, los talentos y las desigualdades

Allá por los primeros años de los sesenta del siglo pasado, siendo alumno de la Facultad de Economía, U.N.L., yo completaba mis (escasos) ingresos dando clases de geografía económica en una escuela para maestros de primaria. Restando lo que gastaba transportándome en autobuses urbanos, la verdad es que el saldo de la remuneración no llegaba a mayor cosa, pero la experiencia era muy interesante -entre otras razones, porque los alumnos eran marxistas, o creían serlo, o querían serlo-. Algún tiempo después, me inicié como profesor de finanzas públicas en la propia Facultad. Desde aquel lejano entonces al presente, con algunas discontinuidades inevitables, me he mantenido en contacto con la enseñanza.

Con esos antecedentes, me atrevo a discrepar de una opinión reciente, según la cual, a la letra: "una calificación no define el talento y sólo genera desigualdades". La frase, creo yo, se presta a muchos equívocos. Para empezar, no hay tal cosa como "el talento", así, en singular. Eso es evidente. Por ejemplo, no hay razón alguna para esperar que alguien que gana el Premio Nobel de Química sea también un virtuoso pianista. Además, "una calificación" (otra vez el singular) es apenas un instrumento formal, que pretende evaluar ciertos aspectos del desempeño de un estudiante específico en una clase en particular. Finalmente, en esos términos, las calificaciones de un grupo de alumnos, y la forma de su distribución, no "generan" desigualdades, simplemente ponen de manifiesto su innegable existencia. Casi sobra agregar que igualdad de oportunidades (deseable) no es lo mismo que igualdad de resultados (absurdo).

El Liberalismo y sus descontentos

He leído con aprecio (y a veces con provecho) varios libros de los escritos por Francis Fukuyama. Sabedor de ello, un amigo me sugirió uno más, cuya publicación está programada para mayo de este año: Liberalism and its Discontents. Supongo que se trata de una defensa del sistema. Por lo pronto, el título no es nada original.

Aun reconociendo la estatura intelectual de Fukuyama, dudo anticipadamente que los planteamientos de su obra puedan competir con los sólidos argumentos económicos y políticos de las luminarias del Liberalismo: Hume, Smith, Bentham, Ricardo, Menger, Mises, Hayek, Friedman, Buchanan...

Al respecto, en años recientes, me parecen muy recomendables dos textos sobresalientes, cargados de datos convincentes: 1) Why Capitalism?, de Allan H. Meltzer (2012); y, 2) Why Liberalism Works, de D.N. McCloskey (2019).

El autor es profesor de Economía de EGADE, Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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