Para cientos de CEOs, el tema de sustentabilidad se ha vuelto prioritario en sus estrategias de negocio. En el 2010 el 13% de ellos pensaba invertir en iniciativas de sustentabilidad, en el 2016 subió al 25%.
Para Larry Fink (CEO de BlackRock) “No hay compañía cuyo modelo de negocios no se verá profundamente afectado por la transición a una economía de cero-emisiones”.
Buenas intenciones, pero poco probables porque al momento de la verdad, cuando se debe de tomar una decisión, emerge el “dilema” en el modelo de negocios Siglo XX, entre implementar estrategias de negocio altamente rentables con algo de greenwash o reformular negocios sustentables, pero con baja rentabilidad.
La razón es simple, la sustentabilidad es difícilmente rentable.
Aunque la economía siempre ha sido circular, desde el modelo básico de P. Samuelson (circa 1948), que cierra el ciclo entre producción y consumo; está prácticamente centrada en las cadenas lineales, en el GDP, en el equilibrio entre oferta y demanda, y en los rendimientos decrecientes. Todo esto es insuficiente para reducir los impactos del crecimiento económico en el daño ambiental y en la brecha social.
El recientemente desarrollado modelo de crecimiento de “economía de la rosquilla” (doughnut economics) creada por Kate Raworth, 2017, quizás puede ser una alternativa viable para resolver el dilema.
En la dona, su aro exterior es fijo y representa el recurso natural, que actualmente tiene un tope y está limitado a los recursos del planeta. Y el aro interno, representa el desarrollo económico-social en donde crece la industrialización, que transforma recursos naturales y manufacturados en bienes que son consumidos por el ciudadano, que utilizan recursos no renovables (agua, tierras) que están limitados por el aro exterior que no se puede expandir más.
El aro interior crece y crece con la población y el consumo, y la dona se va haciendo cada vez más delgada, reduciendo las posibilidades de crecimiento. A mayor producción, los recursos naturales se van consumiendo, los residuos y la basura van aumentando y el espacio se reduce hasta que algo colapsa y se desbalancea todo el ecosistema, y vienen catástrofes como: el descalabro de la democracia, el desempleo de millones de personas, la crisis del calentamiento, las inundaciones, los desastres económicos como el del 2008, el desequilibrio en la salud como la pandemia del 2020; situaciones que ni el sector corporativo, ni el gubernamental pueden controlar.
El mundo de los negocios se está dando cuenta que los clientes del mañana no sólo se preocuparan por los precios y la competencia, sino de quien es el líder de las prácticas de apoyo a la ecología y a al bienestar social. Pensamiento loable, pero utópico, mientras no existan una cultura holística, las políticas consientes, el estado de derecho, y los proceso viables para lograrlo.
¿Qué tiene la economía de la dona para que el ejecutivo pueda resolver el dilema de la industrialización degenerativa del medio ambiente? Raworth sugiere lo siguiente:
• No hacer nada y continuar con la estrategia convencional. Y que otros se preocupen de sobrevivir.
• Concentrarse en lo que más retorna, o sea un ligero enverdecimiento del negocio.
• Invertir en una estrategia sustentable. El dilema es hasta donde, para que siga siendo negocio.
• Hacer lo que menos duela, o preferiblemente lo que no duela. O sea rediseñar el negocio a que sea sustentable y económicamente viable.
O formular una estrategia generosa y devolver a la naturaleza lo que se le quita, porque sólo esto hará que el aro interno se reduzca y el externo se sostenga.
Para esto propongo una estrategia de “doble dona”, por un lado un “sistema circular de valor extendido” que sustituya y regenere los recursos naturales y por otro, un ciclo de 0-emisiones, de transformación de los residuos y de la basura que genere “rendimientos sustentables crecientes” que den beneficios para todo el ecosistema natural de la región, y así volver a la sustentabilidad económicamente viable.
Artículo originalmente publicado en El Financiero.