¿Por qué son tan controversiales las cuotas de género?

Los hombres suelen pensar que los perfiles deben ser cubiertos por la persona más idónea, mientras que muchas mujeres creen que las cuotas desvirtúan sus logros

¿Alguna vez has conversado en el trabajo, la escuela, o incluso entre sus amistades, sobre  el tema de las cuotas de género? En estas pláticas, en mi experiencia, suelen prevalecer las expresiones de desaprobación, tanto verbales como no verbales. Esta postura tan categórica llamó mi atención y me puse a pensar en las razones que originan estas opiniones.

He escuchado tanto a hombres como a mujeres quejarse de esta medida que busca promover la igualdad de oportunidades. Principalmente, porque les parece “injusto” que “solo por cumplir con una cuota” se elija a una mujer para ejercer un puesto o una función de liderazgo. Los hombres tienden a resaltar que debe elegirse a quien cumpla con el perfil de manera más idónea; las mujeres, por otro lado, consideran que ser elegidas “por una cuota” desvirtúa sus logros, minimiza sus capacidades y hasta les parece en un grado discriminatorio.

Sin embargo, como defensora de las cuotas de género –específicamente en el terreno laboral—, creo que la incomodidad que despiertan se relaciona con una percepción distorsionada de su función.

Empecemos por definir la palabra “cuota”: es una parte o porción fija y proporcional de algo. El “algo”, en este caso, alude al género. Por tanto, las cuotas de género son una estrategia, un mecanismo que busca fortalecer la equidad de representación de las mujeres.

Es conocida la frase “lo que no se mide, no mejora”, y una cuota de género es justo eso: un indicador que nos ayuda a visualizar la meta para definir acciones que nos acerquen a ella. Es probable que, si revisamos algunas cifras de la situación laboral actual de las mujeres en nuestro país, nos hagamos más conscientes del tamaño del reto y comprendamos la necesidad de seguirlas impulsando.

Unos pocos datos para dimensionar mejor el reto:

  • El 75% de las mujeres que se gradúan de la universidad en México no tienen un empleo remunerado.
  • México es el segundo país de América Latina con menor tasa de participación laboral femenina.
  • Las mujeres representan solamente el 10% en los Comités Ejecutivos y el 6.5% en los Consejos de Administración.
  • 1 en 200,000 mujeres contratadas en el nivel de entrada llega a ocupar cargos a nivel directivo.

Estas cifras, nada halagüeñas – extraídas del reporte Women Matter México de McKinsey (2018)—, contrastan con otras muy prometedoras planteadas en el mismo informe:

  • Las empresas con más mujeres en altos niveles de su organización tienen 55% mayor rentabilidad.
  • Cerrar la brecha de género agregaría hasta 0.8 trillones de dólares al PIB de nuestro país, es decir un 70% más del actual.
  • En comparación con los hombres en el mismo nivel, las mujeres están haciendo más para apoyar a sus equipos y avanzar en los esfuerzos de diversidad, equidad e inclusión.

Probablemente ahora te preguntes: ¿Por qué no contratamos, desarrollamos y promocionamos a más mujeres? Ante estos beneficios tan contundentes, ¿por qué seguimos necesitando cuotas? La respuesta nos remite de nuevo a los prejuicios, estereotipos y a errores en la implementación de las estrategias de inclusión.

Existe un fenómeno llamado “tokenismo”, que surge cuando en una empresa se contratan mujeres solo por imagen, sin la visión genuina de abrir oportunidades y valorar los beneficios de la mirada y talentos femeninos. Esto genera desde recelos e inconformidad, hasta un rechazo e impopularidad de las cuotas de género, lo cual es otro síntoma de que no se han comprendido a profundidad las ventajas de un entorno incluyente.

Además, algunos de logros alcanzados en los últimos años se verán afectados por la pandemia y estos retrocesos demandarán nuevos esfuerzos para mantener la representación femenina, es decir, seguiremos necesitando las cuotas varios años más.

Las cuotas de género NO son la meta, son parte del proceso para alcanzar la igualdad. Cada vez hay más mujeres preparadas y necesitamos una mayor presencia de ellas en todas las esferas, especialmente en puestos de liderazgo, porque el mundo actual demanda más consciencia, empatía, colaboración, alianzas, creatividad e innovación… Las mujeres inspiran una mayor consciencia hacia nuevas culturas organizacionales más incluyentes. Nos necesitamos mutuamente para construir un futuro donde la igualdad sea la realidad y no un simple simbolismo.

La autora es profesora de cátedra de EGADE Business School Guadalajara.

Artículo publicado originalmente en Expansión.

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