Nearshoring: la oportunidad y los obstáculos

Artículo publicado en la sección Glosas Marginales del periódico Reforma

No hay duda de que el irresuelto conflicto comercial entre Estados Unidos y China ha cambiado los incentivos para la relocalización de las empresas en la geografía mundial. El fenómeno ha dado lugar a una floreciente industria de opiniones, de estudios, de declaraciones y de seminarios. Esto último es notorio en el caso mexicano, a simple vista. Sin embargo, como alguna vez apunté en estas páginas, los datos oficiales no prestan suficiente sustento al entusiasmo. Aquí van unos cuantos.

En los cinco años que cubren de 2018 a 2022, la Inversión Extranjera Directa (IED), en la forma de nuevas inversiones (NI), sumó un poco más de 63,400 millones de dólares, la mitad de los cuales se efectuó en los dos años más recientes. En promedio, a lo largo del periodo, las NI han representado algo así como una tercera parte del total de IED, el grueso de la cual consiste en reinversiones. La trayectoria de la NI se puede apreciar con claridad en la gráfica. La reducción observada en el 2020 "se explica" obviamente por el efecto depresivo de la pandemia; el alza ocurrida después sugiere una "normalización" del proceso, pasada la crisis. (Gráfico)

Las cifras correspondientes a los primeros tres trimestres de 2023 son quizá más relevantes: el flujo de NI fue únicamente 2,806 millones de dólares, menos del 20% del monto registrado un año antes durante el mismo lapso (15,277 millones). Y esas son las estadísticas "duras" para todo el país (Banxico).

Frente a los números anteriores, algunas publicidades estatales pecan de una imaginación excesiva (i.e., "42 billones de dólares").

Hace algunos años, un estudio numérico formal probó lo que es obvio sin mayor análisis: a nivel estatal, la IED (manufacturera) se dirige a las entidades que ofrecen mano de obra calificada, que tienen buena infraestructura (física y legal), que presentan ventajas de aglomeración ... y que se ubican en el norte y en el centro de México. A juzgar por las cifras de la Secretaría de Economía, eso no ha cambiado en el pasado reciente. Los flujos de NI que reciben, digamos, Baja California, Coahuila y Nuevo León, difieren diametralmente de los dirigidos a Oaxaca, Chiapas y Guerrero. (En otra ocasión me ocuparé del tema en detalle).

A lo dicho en lo que toca al capital humano y físico hay que agregar, en los malos tiempos que corren, una condición básica para el crecimiento y la eficiencia de la inversión, sea IED o nacional. Me refiero a la seguridad, por supuesto. A este respecto, hay muchos índices y hay muchas formas de presentarlos. Entre ellos, es significativo el resultado de una encuesta mensual entre analistas económicos. A la pregunta sobre los factores que pueden obstaculizar la actividad económica, el 50% de las respuestas se clasificó en un apartado llamado "Gobernanza" (octubre 2023). Dentro de dicha sección, los dos elementos principales fueron la inseguridad y la falta de Estado de Derecho.

Así pues, me parece que, si bien los participantes en el mercado entienden con claridad la oportunidad de negocios que implica el nearshoring, enfrentan en el entorno fuertes impedimentos, que dificultan o impiden su realización. Muchas empresas mexicanas han ganado experiencia internacional a lo largo de los pasados treinta años, en el marco del TLC y de su secuela, el T-MEC, y operan con reconocida eficiencia y visión. De las multinacionales extranjeras, sobra decir que saben "leer" con prontitud las "ventanas" de ganancia que se abren con los cambios en las circunstancias económicas y políticas. Ciertamente, lo hacen con más prontitud que la burocracia. El problema no reside en la falta de comprensión del significado del nearshoring por parte de los actores privados potenciales, sino en la ausencia de las circunstancias ambientales que permitan su aprovechamiento. Remediarlas, en México, es una asignatura pendiente de las políticas públicas... hace mucho tiempo.


El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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