Liderazgo femenino para ‘curar’ la crisis de confianza

En la actual crisis económica, social y sanitaria urge generar confianza a través del desarrollo de lazos profundos

Las épocas turbulentas ponen a prueba nuestra capacidad de actuar como sociedad y amenazan, como es el caso de la pandemia, nuestra calidad de vida y el statu quo. Cuando los principios de racionalidad se ven acorralados por la incertidumbre, un liderazgo efectivo se vuelve vital para la toma de decisiones.

Pero liderar es un gran desafío en el actual contexto, plagado de hechos que quiebran la confianza colectiva. Ante la corrupción y el ocultamiento de información, el miedo explota y también lo hacen las teorías conspirativas. Por ello, no sorprende que hasta los más aferrados a las normas pongan en duda las decisiones de sus autoridades, y menos sorprende el alzamiento de grupos antivacunas y de propagadores de noticias falsas. “La confianza es una apuesta por el futuro según la experiencia del pasado”, dice Niklas Luhmann.

Parece tentador (y cómodo) tomar decisiones sólo enfocadas en los resultados a corto plazo. Por ejemplo, para lograr la inmunidad de rebaño en la crisis sanitaria, más de seis países proponen leyes que fuercen a todos los ciudadanos a recibir una vacuna contra SARS-CoV-2. Si bien esto representa una estrategia ambiciosa en el corto plazo, la historia nos ha enseñado el peligro de fijar nuestra atención únicamente en el futuro próximo y no en el mediano y largo plazo. Obligar a una persona a que actue en contra de sus creencias no necesariamente provocará un cambio de opinión, y es por ello que el autoritarismo no representa una solución de fondo cuando se trata de una crisis de confianza.

Por el contrario, la toma de decisiones empática y la capacidad de integrar todos los puntos de vista son más necesarios que nunca. No se trata de dar cabida a los mensajes de odio o a los intentos de generar caos, sino de entender que cada transgresor de las normas sociales y cada escéptico representa un síntoma, una alerta y una oportunidad de cambio. La confianza es primordial para aceptar o rechazar compromisos, por lo tanto, reconstruirla y cultivarla es la base para actuar como sociedad.

En medio de este turbulento contexto se encuentran las organizaciones y empresas que, pudiendo ser descritas como pequeñas sociedades, no son ajenas a estas necesidades. Diversas consultoras estratégicas como McKinsey, PwC y Accenture ponen el acento en la confianza para que las empresas puedan sobrevivir a la crisis económica, social y sanitaria. “Volver a lo esencial” es la frase más recurrentemente mencionada en sus informes, donde evidencian una urgente necesidad de generar confianza a través del desarrollo de lazos profundos, tanto con nuestros clientes como con nuestros colaboradores. Dichos lazos sólo podrán ser construidos basándose en la comunicación efectiva y en la firme convicción de que nos preocupamos por cada una de las personas, dentro y fuera de nuestras organizaciones, considerándolas piezas fundamentales en nuestra toma de decisiones.

Sin embargo, ¿cómo podemos afrontar estos desafíos? En una época en que el estilo gerencial tradicional parece cada vez más obsoleto, se hace evidente la necesidad de una renovación en la que el líder sea capaz de congregar voluntades, compromiso y finalmente confianza. El liderazgo femenino ha demostrado enfocarse en las personas y sus emociones, considerando sus miedos y convicciones para conectar con ellas en el plano personal. Así, es capaz de entregar soluciones integrales, cooperativas, participativas y sustentables para obtener resultados sólidos y mantenerlos en el largo plazo. Además, se caracteriza por una gran apertura al cambio, ya que reconoce que los equipos y las sociedades son entes adaptables en constante transformación. Varias investigaciones avalan que las mujeres tienden a desarrollar valiosas herramientas como empatía y habilidades comunicacionales para conectar con sus equipos y, así, entender más fácilmente lo que realmente significa ser líder.

La actual crisis global demanda que actuemos como sociedad. Para actuar como sociedad necesitamos sentir que pertenecemos a ella, que nuestra postura es considerada de forma activa y que nos identificamos con los objetivos comunes. Finalmente, la confianza es necesaria para poder sostener a esa sociedad. El liderazgo femenino puede ser la mejor ‘cura’ para esta crisis porque considera todas estas necesidades, priorizando lo que hoy y siempre fue esencial: las personas.

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