Donald Trump y los conflictos han sido inseparables. En lo personal, el principal de ellos es la famosa investigación sobre la alegada conexión rusa. En su curso, la fiscalía ha encontrado una serie vergonzosa de delitos, de mayor o menor trascendencia. Sin embargo, hasta ahora, no ha arrojado evidencia de una conspiración política con "el enemigo".
En el ámbito de la economía, las dos guerras más significativas del presidente son el pleito comercial con China y la desavenencia monetaria con el Fed. En ambos casos, hay buenas razones para pensar que Trump está equivocado o, al menos, mal informado.
Sobre la guerra comercial con China se han escrito decenas de miles de páginas y se han vertido millones de palabras. En lo sustantivo, la opinión de todos los economistas (o casi) es muy clara: es inapropiado calificar como "problema" un desequilibrio comercial con un país en particular: Si alguna relevancia macro tiene un saldo comercial negativo es su monto total, no sus partes. Además, limitar el asunto solo al intercambio de mercancías, sin considerar lo correspondiente a los servicios, induce a la equivocación. De ese énfasis parcial se deriva la noción de que "el problema" se resuelve con una subida punitiva de aranceles. La querella ha resultado en un alza innecesaria de precios tanto en Estados Unidos como en China y, lo más dañino, en un aumento de la incertidumbre a nivel mundial, generando turbulencias en los mercados financieros y entorpeciendo el comercio internacional. Era fácil pronosticar que los principales perjudicados serían los consumidores en ambos países. (Por comparación con lo anterior, la renegociación del TLC, todavía incompleta, es apenas una guerrilla).
A diferencia de la cruzada contra China, que data de su época como candidato, el pleito con el Fed es reciente. Para apreciarlo con claridad, hay que destacar, primero, que la economía de Estados Unidos está creciendo vigorosamente, y que su expansión dura ya una década. Esto es de importancia calve desde el punto de vista político. Lo que menos desea Donald Trump es que algo detenga o descarrile el auge, antes del año crucial de 2020, cuando se definirá si el electorado lo quiere otro cuatrienio en la Casa Blanca. En tal escenario, el Fed, empeñado en la "normalización" de la política monetaria, es el villano. Según la visión de Trump, el arma ofensiva es el aumento de la tasa de interés.
De hecho, el Fed empezó a corregir el nivel artificial de su tasa de interés en diciembre 2015, después de haberla mantenido cerca de 0% durante siete años. Por añadidura, había puesto en práctica un programa con el nombre engañoso de quantitative easing, cuyo significado práctico era comprar valores públicos y privados en el mercado, pagando con emisión de dinero.
Los responsables de las medidas referidas, Ben Bernanke y Janet Yellen, como presidentes de la Junta del Fed, han calificado lo hecho, lógicamente, como un elemento central en la solución de la crisis de 2008-2009. Lo irónico es que ambos personajes (y su demeritado predecesor, Alan Greenspan) contribuyeron en forma decisiva a la gestación de dicha crisis.
Fuere como haya sido, el Fed ha determinado acelerar el paso del incremento de la tasa de interés, preocupado por las presiones inflacionarias --las ya visibles y las predecibles--. Frente a lo anterior, Donald Trump cree que el banco está actuando en exceso, y teme que el aumento del costo del crédito frene tanto la inversión como el consumo. Además, atribuye los descalabros del mercado accionario a la política monetaria.
Esto último amerita un comentario. Por una parte, el nivel anormal de la tasa de interés propició la inflación extraordinaria del precio de los activos financieros (acciones y bonos). Por la otra, la mera longevidad de la expansión económica provoca la inquietud sobre su permanencia A este respecto, las conjeturas sobre la creciente probabilidad de una recesión en Estados Unidos (finales de 2019 o principios de 2020) son motivo de ansiedad política para el presidente. Así pues, no es extraño que haya utilizado una andanada de tweets contra Jerome Powell, el actual presidente de la Junta del Fed. Nothing personal; it is just politics. (Con disculpas a Mario Puzo).
No hay en el horizonte señal alguna de un final de las pugnas a las que me he referido. Ello quiere decir que la incertidumbre seguirá dominando el campo, si se me permite usar otra metáfora militar.
Publicado originalmente en Reforma.