Pareciera que nos encaminamos a regresar a otras épocas en las que las devaluaciones eran el pan de cada día. Ciertamente hay otras circunstancias y ojalá y no sea el caso, pero de serlo, desafortunadamente los más pobres acabarían pagando el pato del nulo o negativo crecimiento.
Podemos tomar un par de fuentes. Probablemente se recuerde de la serie México Siglo XX, en particular el vídeo dedicado a la historia del Banco de México. Comenzaba mencionando los intentos por tener un Banco Central desde la época de Agustin de Iturbide (1822), pasando por 1925, cuando se funda Banxico y se cubre hasta finales del siglo del siglo XX, mostrando de tiempo en tiempo, el tipo de cambio en diferentes momentos.
La segunda fuente de información, es el propio Banco de México ya que se puede consultar la serie desde el 19 de abril de 1954 hasta el día de hoy así como los apuntes de su historia.
Todos los tipos de cambio son pesos por dólar y en pesos viejos. Partamos de 1925. De ahí, “como consecuencia del deterioro que venía sufriendo la balanza de pagos de México desde 1936 y de las fugas de capital causadas por la expropiación petrolera, el Banco de México se había retirado del mercado y el tipo de cambio había pasado de 3.60 a mas de 5.00 en 1938″.
Para la segunda guerra mundial, buscando limitar el efecto inflacionario ocasionado por los capitales golondrinos, se determinó fijar un tipo de cambio de 4.85.
“En junio de 1944, México suscribe el convenio de Bretton Woods … con un sistema de tipos de cambio fijos. En 1948, y a pesar de que no se aceptaban tipos de cambio flotantes, México liberó el tipo de cambio.” En 1949 se sube a 8.65, prevaleciendo hasta los 12.50 el sábado de gloria de 1954.
Durante el periodo 1954-1970, el desarrollo estabilizador, creció tanto el ingreso per cápita como los salarios reales y se mantuvieron los 12.50 fijos, “dentro de un régimen de irrestricta libertad cambiaria y con reservas monetarias crecientes.”
Esto dura hasta el 1 de septiembre de 1976, cuando pasa a 20.50, una devaluación del 64% y para el 27 de octubre de 1976 subió a 25.92 (30.7%).
En los ochenta, las reservas petroleras nos volvieron nuevos ricos, trayendo una dilapidación y corrupción rampante. Para febrero de 1982, se pasa a 37.55 (40% devaluación) y se dispara ese año hasta llegar a 149.25 (300%). En noviembre de 1985, se va a 339.50. En noviembre de 1987, llega a 2,370.00
Pasa los 3,000 viejos pesos por dólar el 21 de mayo de 1991. El error de diciembre de 1994, lo lleva a 4,887.50 y de ahí a 7,207.50 en marzo de 1995. Aunque se apreció durante parte de ese año, se subió a 8,138.30 para noviembre. Para junio de 1998, se cotizaba en 9,046.30 y en diciembre de ese año, cruzo los 10,000 pesos. Los once mil se dieron en febrero del 2003. El 9 de octubre de 2008 se llego a los 12,443.30: en 32 años, se depreció un 99,500%
El 2016 también fue año de devaluaciones. Se cruzan los 18,000 el 15 de enero; los 19,000 para junio y los 20,000 para noviembre. El máximo ha sido 25,118.50 el 24 de marzo del 2020.
Verlo en términos de nuevos pesos, alrededor de 20, pudiera tranquilizar, pero dejamos de ver la historia y nos condenaríamos a repetirla. Si la tirada es acabar con la pobreza, repliquemos la época del desarrollo estabilizador. Si la tirada es imponer ideologías, ni para que desperdiciar tinta.
El autor es profesor de Finanzas en EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.