Las 5 responsabilidades más importantes de un líder en las empresa

Los desafíos de hoy demandan un liderazgo adaptativo, tecnológico, sistémico y emprendedor, que sea responsable y rinda cuentas ante la sociedad

En la era que estamos viviendo, el liderazgo está en constante evolución. La nueva generación de líderes, ya sea de empresas privadas u organismos gubernamentales, se enfrenta a nuevos desafíos que demandan un liderazgo adaptativo, tecnológico, sistémico y emprendedor, que sea responsable y rinda cuentas ante la sociedad y asimismo refuerce la convivencia y los valores de las sociedades democráticas. Según el Foro Económico Mundial, la carencia de liderazgos en el mundo actual es un riesgo en sí mismo que se debe abordar con acierto. Según mi experiencia en la materia, estas serían las cinco aristas que apuntalan la responsabilidad de un líder:

1. El líder es el primer y último responsable del proyecto que encabeza

Líder es la persona que guía a una colectividad en la conquista de un sueño compartido. Y ese sueño, sin importar si es propio o apropiado, será su proyecto y, por tanto, su responsabilidad.

La responsabilidad del líder para con ese proyecto comienza desde el momento de su formulación (o de su nombramiento) y solo debe terminar con el fin del ciclo del líder o del proyecto. No hay más. Un líder que renuncia a su responsabilidad en su proyecto es como un capitán que abandona su embarcación: ambos merecen la más severa condena.

De ahí que la decisión del nombramiento para una posición de liderazgo no deba ser tomada a la ligera, ni por quienes la estarán otorgando, ni por quienes la estarán recibiendo. Si bien de inicio ambas partes tienen una carga compartida, en cuanto el proyecto tenga su líder, éste debe ser completamente responsable de su destino.

2. La responsabilidad más importante que debe asumir un líder es el cumplimiento de la meta

Esta es la primera dimensión a partir de la cual se puede hacer una evaluación del desempeño de cualquier individuo que encabeza a un grupo de personas.

Definir la meta es indispensable para la materialización de un proyecto. De otra manera, la idea en cuestión no pasará de ser un sueño, un propósito o un buen deseo. En ocasiones el líder definirá la meta, pero la mayoría de las veces estará sujeto a una autoridad superior encargada de hacerlo y solo podrá dar su opinión.

Si el líder es responsable de fijar la meta, esa será su labor inicial más importante pues de ella dependerá el resto de su quehacer. Si no lo es, tendrá que acatarla y apropiarse de ella. En cualquier caso, una vez en la faena, todo lo que el líder piense, diga o haga solo tendrá sentido si ayuda al cumplimiento de la meta, pues esa es su responsabilidad primordial.

3. El líder tiene la responsabilidad de mejorar su futuro, el de su colectivo y el de su entorno

Es por ello que debe agudizar su sentido de responsabilidad, tanto en amplitud, como en profundidad, pero de una manera en la que se garantice el mayor bien posible para todas las partes.

El error más frecuente que ocurre en este proceso es el espejismo de creer que todo lo que le beneficie al líder será benéfico para su colectivo y para su entorno. Nada más alejado de la realidad. Por el contrario, el razonamiento debe hacerse exactamente al revés: primero buscar el bien para el entorno, después para el colectivo y al final para el líder.

Con toda seguridad podemos identificar fácilmente decisiones en cualquier ámbito, público y privado, que fueron tomadas con un criterio equivocado: anteponiendo los intereses del líder. Esta es la razón por la que existen muy pocos grandes líderes. Porque solo muy pocos actúan con responsabilidad al momento de ponderar la conveniencia general y la conveniencia personal.

4. El líder tiene la responsabilidad de desarrollar al máximo a cada uno de los integrantes de su colectivo

Probablemente esta sea la responsabilidad más desatendida en el ejercicio del liderazgo, con excepción de algunos colectivos fraternos: familia, escuela, deporte y arte grupal, entre otros.

Sin embargo, fuera de esos ambientes, en general los líderes no solo descuidan el desarrollo de los miembros a su cargo, sino que, de manera involuntaria, o incluso hasta deliberada, lo evitan. Se trata de un mecanismo de supervivencia mal entendido, bajo el supuesto de que, con el desarrollo de las personas a cargo, se corre el riesgo de eventualmente ser sustituido por una de ellas.

Lo anterior es un claro ejemplo de anteponer el beneficio del líder, pues resulta evidente que lo mejor para cualquier grupo humano es que todos sus integrantes perfeccionen sus capacidades. Por tanto, el líder debe instrumentar una estrategia sistemática para identificar, desarrollar y poner al servicio del colectivo los talentos de cada persona bajo su custodia.

5. Un líder que no cumple en las responsabilidades pequeñas, tampoco lo hará en las grandes

La regla general en el progreso de un líder es que el colectivo que encabece sea mayor conforme transcurra el tiempo y, de forma aparejada, crezca su nivel de responsabilidad. En consecuencia, de inicio tendrá encargos menores y a partir de su cabal cumplimiento, será merecedor de encomiendas superiores, hasta que alcance su nivel de incompetencia.

Aunque se escucha muy riguroso, y por lo mismo existe la propensión a evadirlo, el nivel de incompetencia en el ejercicio del liderazgo es una realidad que debe atenderse. Ese límite puede ser temporal o permanente. Cuando es temporal, deben procurarse los medios para elevarlo, mientras que cuando es permanente, lo más sano es reconocerlo con serenidad.

Se comete un gran error cuando un líder que ha llegado a su nivel de incompetencia adquiere más responsabilidad, pues esa decisión terminará perjudicando al líder, al colectivo y al entorno.

Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.

El autor es profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, en alianza con el Centro de Innovación y Emprendimiento (CIE) de EGADE Business School.

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