Según la clasificación usada por el Banco Mundial, México es una economía de ingreso medio, aunque en la parte alta de esa categoría. A este respecto, hay un concepto importante en la literatura sobre desarrollo económico, que se conoce con el nombre de La Trampa del Ingreso Medio. Se refiere una situación caracterizada por un virtual estancamiento en términos del PIB real por persona, después de una etapa de crecimiento significativo. Una descripción así se aplica a varios países de América Latina, como Brasil, Colombia y, por supuesto, México.
Pocos países han escapado de La Trampa en cuestión. Entre ellos destacan, en Asia, Corea del Sur y Singapur; y, en Europa, Irlanda. Los tres son en la actualidad de ingreso alto.
Las causas del estancamiento referido han sido objeto de investigación de debate durante mu chas décadas. Lógicamente, el énfasis de los especialistas ha recaído en la falta de capital físico y humano, y en el atraso de la tecnología empleada. Desde luego, el análisis del asunto se ha extendido, su vez, a los factores determinantes de lo anterior, destacando entre ellos a la ineficiencia de las instituciones (la vigencia del Estado de Derecho; la calidad del gobierno; la cultura de las élites: etc.) Volviendo la infame Trampa, uno de sus aspectos clave tiene que ver con el comercio exterior. Por un lado. el país afectado ya no puede competir con los productores de manufacturas intensivas en mano de obra barata: por el otro, todavía no es capaz de competir en el mercado mundial en actividades de mayor valor agregado, por la insuficiencia de capital fisico y humano y, quizás, sobre todo. por el atraso tecnológico. Esto último es crucial. Por ejemplo, se ha señalado unay otra vez que el gasto en investigación y desarrollo en México es muy bajo, por comparación con otros países.
(Israel y Corea del Sur destinan a ese renglón alrededor del 5% del PIB, mientras que en México la fracción no llega 0.5%) De ello se deriva, sin duda, el estancamiento de la productividad y, por tanto, del PIB por habitante, del ingreso y del bienestar de la población Al presente, está de moda discutir las oportunidades ofrecidas por la relocalización internacional de las empresas. El potencial existe, sin duda, pero su realización dependerá de la solución de los problemas aludidos en los párrafos previos.
Cualesquiera que sean las explicaciones "verdaderas" de la Trampa, los datos recientes de la economía mexicana no son precisamente alentadores.
El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) es una estadística preparada mensualmente por el INEGI. Se la interpreta como una aproximación oportuna al cálculo del Producto Interno Bruto (PIB), que se computa en forma trimestral. El dato más reciente del IGAE se refiere al mes de mayo de este año La línea roja en la gráfica ilustra su trayectoria a partir de enero 2013. La línea punteada es una prolongación hipotética del IGAE si se hubiera mantenido la tasa de crecimiento observada hasta 2018; la gran distancia entre el último punto de ella el correspondiente de la línea roja muestra, entre otras cosas, el impacto de la pandemia.
De mayo 2018 al mismo mes de 2024 el IGAE aumentó sólo 5%, lo que implica una tasa media anual de apenas 0.80%.
Casi sobra decir que se trata de un crecimiento que no llega siquiera a mediocre, en particular si se considera el aumento de la población.
A ese paso, la salida de La Trampa no se ve próxima.
El autor es profesor de Economía en la EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.