La responsabilidad social corporativa es una dimensión ética que todas las organizaciones deben desarrollar e impulsar. En una sociedad donde existen desigualdades y pocas oportunidades es necesario que las empresas implementen prácticas y actividades para lograr beneficios sociales y ambientales dentro del marco de la ley. Eso implica el desempeño consistente con las expectativas de las normas y estándares de la sociedad que son un reflejo de los valores de sus consumidores, empleados, accionistas y de la comunidad en general.
Por lo tanto, cuando hablamos de responsabilidad social corporativa, hablamos de que las empresas deben desaparecer progresivamente los impactos negativos sociales y ambientales de sus actividades, promover acciones sostenibles siendo un referente para que otros organismos sigan su ejemplo, creando así valor para la sociedad.
Atrás quedaron los tiempos donde se esperaba que las empresas actuaran como “buenos ciudadanos corporativos” a través de la filantropía, donde solo brindaban recursos para mejorar la calidad de vida de un segmento de la población, participar en una causa humanitaria o apoyar algún movimiento ambientalista sin formar parte del modelo de negocio de la empresa, destinando recursos y acciones que no forzosamente resolvían una necesidad o problemática.
Ahora bien, el concepto ha evolucionado en los últimos años. En 2021 McKinsey & Company dio a conocer un estudio revelando que el 94% de las empresas están incorporando iniciativas ambientales en sus planes estratégicos, donde solo el 9% de estas lo hacen para cumplir con requisitos regulatorios y el 43% afirmó que les ayudó a mejorar su ventaja competitiva, enfocando sus principales iniciativas en el ahorro de energía, desarrollo de productos ecológicos, programas de retención de talento o mejora de procesos.
Estas prácticas de responsabilidad social generan beneficios adicionales a las entidades económicas como son la creación de una marca sólida, lealtad del consumidor, mejor reputación corporativa, mayor compromiso de los empleados y sobre todo innovación.
Conociendo los grandes beneficios de implementar acciones de responsabilidad social, se requiere que las organizaciones cuestionen el para qué, el cómo y cuáles son los aspectos positivos y negativos de llevar a cabo dichas prácticas. Pueden enfocarse en diferentes perspectivas como son el apoyo a la comunidad en acciones enfocadas a promover el arte y la cultura, la educación, en apoyar iniciativas de viviendas dignas. Centrarse en aspectos de diversidad e inclusión, en cuestiones ambientales como la creación y desarrollo de productos innovadores, control de residuos peligrosos, reciclado, disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, o simplemente orientarse al apoyo de sus empleados mejorando la seguridad laboral brindando nuevas oportunidades laborales.
Por otra parte, si realmente se desea tener un impacto mayor y a largo plazo, este tipo de acciones deben ser consistentes, equilibrar la relación precio – calidad con el impacto de sus operaciones logrando un adecuado balance entre los intereses de las empresas y los distintos grupos de interés. Todas estas observaciones pueden concentrarse en un gran reto que es el propósito superior, pues se ha demostrado científicamente que las empresas que definen la razón de su existencia generan un impacto positivo mayor en el mundo y permanecen a través del tiempo incorporándolo en su modelo de negocio.
Pero ¿qué es el propósito superior? Es el principio fundamental y último del por qué existe la empresa más allá de generar riqueza económica. Se alinean a los valores esenciales que motivan a los empleados a realizar sus actividades día con día dando dirección y sentido a sus operaciones sirviendo a la sociedad y/o al planeta.
Encontrar el propósito superior es una tarea ardua, que requiere tiempo, colaboración y compromiso, transparencia en su actuar, integridad y lealtad. Dada la complejidad de alcanzarlo, las prácticas de responsabilidad social empresarial pueden ser un camino en la búsqueda del por qué y para qué existe una organización, ese algo que permita crear una visión compartida donde coincidan la razón de ser y los valores de todos los grupos de interés que conforman una organización.
La autora es Profesora investigadora del Centro de Empresas Conscientes y Directora de Programa LAET19 en el Tecnológico de Monterrey.
Artículo publicado originalmente en El Financiero.