La RAE ofrece varios significados de la palabra "recuperar". De ellos, hay dos que me parecen aplicables al futuro conjetural de la actividad económica de México: "volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía"; y, "volver a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil". La primera acepción coincide con el sentido común. La segunda incluye dos términos ambiguos: "normalidad", y "difícil". Como quiera, esta última tiene la virtud de aludir a la vuelta eventual a un clima previo, considerado habitual, una vez superada una etapa borrascosa. Ciertamente, la economía mexicana se encuentra ahora en una época (muy) dura, por calificar de alguna manera a la crisis en curso.
Con ese preámbulo lingüístico, voy ahora sí al grano. Recientemente, se han publicado diversos indicadores que sugieren cierta mejoría económica. Por ejemplo, un índice de confianza empresarial en el sector manufacturero, preparado por el INEGI, se desplomó entre diciembre 2019 y mayo 2020, pero luego subió un poco durante los dos meses siguientes. Como quiera, en julio estaba todavía muy lejos del nivel que tenía al final del año pasado. Así pues, literalmente hablando, la confianza no se ha recuperado. Algo parecido puede decirse con respecto a otro índice de confianza, también elaborado por INEGI, pero referido al consumidor: en junio 2020 no estuvo tan deprimida como en mayo, pero sin duda dista mucho de su posición en diciembre 2019. Y así por el estilo respecto al empleo.
Lo anterior es ilustrativo de lo que debería entenderse con propiedad como recuperación. Ampliando la cobertura de lo interesante, quizás tenga alguna utilidad plantearse una pregunta hipotética: ¿cuándo se recuperará la economía de México de la catástrofe?
Para intentar una respuesta, hay que echar mano de varios supuestos, más o menos frágiles.
Primero, por "la economía de México" conviene entender lo usual: la magnitud del PIB real. Para este caso, mi punto de inicio será el PIB correspondiente a 2018. Luego, ya sabemos que el PIB cayó ligeramente durante el año siguiente. Para el actual, se supone que se contraerá un 10%. Una estimación (optimista, a mi juicio) consiste en imaginar un crecimiento de 2.9% en 2021 y, finalmente, una expansión de cerca de 2% anual hasta el fin del sexenio. (Banxico, Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado).
Lo dicho necesita una refinación estándar: el PIB y su trayectoria esperada son relevantes, pero hay que tomar en consideración el crecimiento de la población, para llegar a una aproximación más realista de "recuperación". ¿Cuánto crecerá la población mexicana en el futuro próximo? Según estima el Banco Mundial, su tasa de crecimiento anual reciente fue del orden de 1.1%. El problema es que todavía no conocemos los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, levantado por el INEGI. Por tanto, usé sin más análisis la cifra del Banco.
Con los supuestos previos, se puede construir una gráfica como la que se presenta enseguida, que no precisa de mucha interpretación. Desde luego, la trayectoria de las variables en la realidad no será lineal, pero vale recordar que se trata de un ejercicio puramente ilustrativo. Para facilitar la "lectura" de la gráfica, los números de base están expresados como índices, con 2018 = 100.
¿Qué "dice" el esquema trazado? Un par de cosas, a nivel de conclusión tentativa: 1) la economía mexicana no se recuperará en el futuro previsible, en términos del PIB; menos aun si se mide por medio del PIB por persona; y, 2) después de la fuerte caída, la "salida" de la crisis tendrá la forma (casi) de una L, o de una U muy achatada, para usar las analogías alfabéticas que están de moda.
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Allá por mayo de este año publiqué un artículo sobre el PIB y el bienestar. Es posible que sea de interés para quien leyó esta nota.
Artículo publicado originalmente en Reforma.