Durante 2021 el Banco de México ha continuado con una política monetaria menos acomodaticia, es decir, ha continuado subiendo la tasa de interés objetivo en un entorno de crecientes presiones inflacionarias. La política monetaria es relevante para impulsar el desarrollo económico de un país a través del canal del crédito, es decir, de la expansión de la oferta monetaria. Cuando bajan las tasas de interés se estimula a la demanda agregada a través de mayor consumo, inversión y exportaciones netas. A menores tasas de interés la gente se endeuda más para gastar, decide invertir en proyectos productivos en lugar de ahorrar en el banco y un menor precio del dinero deprecia a la moneda lo que eleva las exportaciones netas. El mecanismo de un aumento de tasas de interés es todo lo contrario.
Si bien, la política monetaria juega un papel importante en el crecimiento, su enfoque en el país es de mantener la estabilidad de precios. Cuando aumenta la cantidad de dinero en una economía sin elevar la productividad se genera mayor inflación lo que disminuye el poder adquisitivo de las familias. Imaginemos que se aumenta la cantidad de dinero, pero no aumenta la producción de bienes y servicios, lo único que sucederá será que el incremento de los precios de dichos bienes y servicios. Es decir, la política monetaria debe estar acompañada de productividad o producir más bienes y servicios.
Para elevar la productividad se requiere de una inversión en factores estructurales que aumentan la capacidad productiva de un país. Estos factores son esencialmente tres: capital humano, capital físico y tecnología. La correcta asignación de los recursos en estos tres factores son catalizadores de un mayor crecimiento potencial de la economía, es decir, del crecimiento máximo de la economía utilizando todos los factores de la producción.
En México, desafortunadamente no se están asignando correctamente estos recursos a estos factores. Con respecto al capital físico se observa una tendencia a la baja de la inversión fija bruta desde mediados de 2018. Al hablar del capital humano, México se ubica en las últimas posiciones de la prueba PISA comparado con el resto de los países miembros de la OCDE, y solamente alrededor del 22 por ciento de la población cuenta con estudios superiores. Al hablar de tecnología, solo se invierte 0.3 por ciento del PIB en este rubro, muy inferior al 2.5 por ciento en promedio que invierte la OCDE.
Así, sin elevar la inversión en estos factores será difícil incrementar la capacidad productiva del país en el largo plazo. Existen voces de algunos “economistas” que argumentan que Banxico debiese bajar la tasa, en un episodio de alta inflación, lo que en un entorno de baja productividad solo elevará los precios de los bienes y servicios. La inflación es el impuesto más dañino sobre todo de la población de los ingresos más bajos. El argumento de estos “economistas” es la falta de crédito y las altas de tasas de los mismos, resultado, según ellos de la política monetaria. La verdad es que las altas tasas de interés se deben, principalmente, a una concentración de mercado del sector financiero. Existen más entidades financieras en Texas que en todo México. Lo anterior se puede comprobar fácilmente con la diferencia entre la tasa objetivo y la tasa de interés promedio de mercado. El diferencial en EE.UU. es casi 4 veces menor que en México y se debe a una mayor competencia en el mercado.
Hay que tener cuidado con estas ideas ya que aumentar la oferta monetaria en el país sin elevar la productividad solo traería problemas más graves. Si esto no fuese cierto, Venezuela y Zimbabue presumirían tasas de crecimiento económico envidiables.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School
Publicado originalmente en El Financiero.