La situación y perspectivas de la economía mexicana al inicio de 2019 es un tema de animadas conversaciones (discusiones), tanto entre legos como entre especialistas. En lo que sigue, intento una aproximación sintética al estado de cosas, usando unas cuantas gráficas, que se refieren a cuatro variables económicas básicas. El periodo cubierto va de enero 2013 al mes reciente.
La actividad económica: debilucha (Gráfica 1)
Un índice muy importante de "cómo van las cosas" en la economía es el llamado Índice Global de la Actividad Económica (IGAE), que elabora el INEGI. La Gráfica 1 indica, en la última sección de la línea, que la actividad económica, de por sí poco dinámica en el pasado reciente, se ha acercado al estancamiento. Esto corrobora la expectativa generalizada de que 2019 será un año de magro crecimiento del PIB real (1.0-1.5%).
La formación de capital: en contracción (Gráfica 2)
Una de las razones de la desaceleración mencionada ha sido la debilidad de la inversión, tanto pública como privada. El dato correspondiente a diciembre 2018 fue alarmante: una caída anual de 6.4%. Digo "alarmante" sin pretender exagerar, porque de la formación de capital (físico y humano) depende, a fin de cuentas y en buena medida, el crecimiento sostenido del PIB real. La Gráfica 2 contiene una mala noticia --así, sin atenuantes en la expresión—.
La inflación: controlada, pero no eliminada (Gráfica 3)
Después del impacto del impopular "gasolinazo", la inflación tendió a descender, empezando allá por el invierno de 2017. La dirección a la baja ha continuado en los meses más cercanos al actual, específicamente, en lo que toca a la inflación general (Gráfica 3). Por el contrario, el índice conocido como "inflación subyacente", prácticamente no ha cambiado desde hace casi un año, anclado en algo así como 3.6%. En esto último reside una de las preocupaciones de Banxico sobre el futuro incierto de la estabilidad de los precios. La inquietud está bien basada.
El peso: volátil (Gráfica 4) A lo largo del sexenio pasado, el peso se depreció fuertemente. El alza culminó ($20.8) con la elección de Donald Trump. De entonces y hasta la fecha, la volatilidad ha sido la norma. La cotización del dólar bajó primero hasta $17.8, allá por el verano del 2017, pero tendió luego hacia arriba en general. Hay quien ve señales de fortaleza en los números más recientes. Tiene razón, pero a su percepción hay que agregarle una consideración de naturaleza externa: la apreciación del peso ha coincidido con un movimiento similar de otras divisas de países subdesarrollados. Por ejemplo, de noviembre de 2018 a febrero de este año, el peso chileno se revaluó 3%, y lo mismo sucedió con el real brasileño; el peso colombiano se revaluó 5%, igual que el peso mexicano. (En contraste, el peso argentino continuó `cuesta abajo en su rodada"). En otras palabras, lo que ha ocurrido es una debilidad del dólar.
Contrastes
Es cierto que la confianza del consumidor se sitúa en niveles récord, pero no se manifiesta en sus compras. Es verdad que ha crecido el empleo, pero no como en años anteriores. En el sector externo, es patente que ciertas exportaciones de mercancías siguen creciendo, pero es innegable que la vulnerabilidad financiera ha aumentado. Etc.. etc.
En suma
Así pues, en resumen, ¿va bien la economía mexicana? No, no muy bien.
Publicado originalmente en Reforma.