Hace 15 días presenté en estas páginas una gráfica que ilustraba la tendencia declinante del crecimiento de un índice estándar de la actividad económica de México —tendencia notoria desde los últimos meses de 2022. La reproduzco hoy como Gráfica 1.
¿Por qué la repetición? Porque resulta importante compararla ahora con la Gráfica 2, que muestra la trayectoria también descendente, en el mismo periodo citado, del crecimiento del empleo formal (trabajadores en el IMSS). Juntas refuerzan la noción de una pérdida innegable del vigor de la producción y del empleo, cuyo inicio antecede la influencia negativa de la nueva política comercial de Estados Unidos.
Abundando sobre el tema: según el dato más reciente publicado por el INEGI, el PIB real (desestacionalizado) creció 0.6% anual en el primer trimestre de 2025; dicha cifra contrasta desfavorablemente con las correspondientes al mismo periodo de los tres años anteriores: 1.7% en 2024; 3.8% en 2023; y 2.7% en 2022.
Conclusión: Las circunstancias externas negativas solo agravarán el problema del crónico raquitismo económico de México, que es de origen interno. La cuestión tiene que ver con la naturaleza de las instituciones, esto es, con las reglas del juego económico.
El desarrollo y las instituciones
En 1973, D.C. North y R.P. Thomas publicaron un libro extraordinario, titulado The Rise of the Western World. Su propósito era explicar el ascenso económico del Occidente, un fenómeno excepcional en la historia mundial.
Su argumento central es que lo ocurrido fue consecuencia de arreglos institucionales que propiciaron el esfuerzo productivo, el ahorro, la inversión, la innovación y la asunción de riesgos por parte de la población. ¿Cuáles son los atributos clave de dichos arreglos? La definición clara y la vigencia de los derechos de propiedad; y la remoción de los obstáculos al funcionamiento de los mercados de bienes y servicios. (La prosperidad del Occidente no fue resultado de ningún tipo de planeación gubernamental centralizada).
En contraste, la inseguridad física y patrimonial desincentiva la formación de capital humano y físico; los controles arbitrarios de precios (aranceles incluidos), de tasas de interés, de salarios, de tipos de cambio, etc., implican distorsiones de los mercados que se traducen en un empleo ineficiente de los recursos. Y, entonces, sin remedio, en un crecimiento desvaído.
Conclusión: Hay analistas que opinan que la ineficiencia microeconómica es una característica del subdesarrollo. North y Thomas muestran que la ineficiencia institucional es su causa. North ganó el Premio Nobel de Economía en 1993. Sus ideas básicas son enteramente razonables. Falta ponerlas en práctica... en algunas latitudes.
P.S. La próxima semana estaré de vacaciones.
El autor es profesor de Economía y Finanzas en EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.