El desarrollo de tecnologías digitales ha contribuido a la aceleración de la globalización de las organizaciones, las cuales compiten en un mercado internacional. Los precipitados cambios en el entorno competitivo, acelerados por la pandemia del Covid-19, han dejado a algunas organizaciones en niveles de implicación de sus procesos de transformación digital más avanzados que otras, generando brechas enormes en la calidad y la productividad en diversos sectores industriales.
La cultura organizacional puede tener un gran impacto sobre el desarrollo de la transformación digital en una empresa. De ella depende si se gesta sin problemas o si se topa con obstáculos en el camino. Una buena cultura organizacional promueve siempre un buen ambiente de trabajo y aquellas organizaciones que la logran tienden a tener altas tasas de éxito en los procesos de transformación digital, ya que cuentan con sistemas que facilitan el desempeño, mejoran la calidad y la productividad, y refuerzan el compromiso, siendo fundamental para el crecimiento de las empresas en la era digital. Para lograrlo, se requiere buscar el equilibrio de dos importantes elementos: tecnología y talento.
Las tecnologías digitales no pueden funcionar de forma independiente y, por lo tanto, para que prospere el éxito de una transformación digital en una organización se debe, en todos los sentidos, crear una fuerza laboral que pueda adaptarse al cambio transformador. Las empresas han entendido que el acelerador final de su crecimiento no es la tecnología, los mercados, la competencia o el producto, sino los colaboradores. Las personas que trabajan en la organización forman el núcleo del negocio y sin ellas todo esfuerzo por infundir el cambio es infructuoso.
Se puede decir, sin el menor margen de duda, que para que una organización pueda transformase tanto en el ámbito global como digital se requiere, una correcta transformación organizacional que prepare a los colaboradores hacia la mejora continua y abrace la innovación. No se trata únicamente de adopción de tecnología y de iniciar operaciones globales, sino de implementar cambios estructurales que incidan en la mejora de la calidad y la eficiencia, faciliten los cambios en las estrategias corporativas, impulsen el crecimiento y garanticen el bienestar de los equipos. La cultura organizacional determina la identidad propia de las compañías, las diferencia y ayuda a incrementar el compromiso, siendo fundamental para la atracción y fidelización del talento.
Al implementar un proceso de transformación digital, podemos encontrar una serie de barreras relacionadas con la cultura organizacional:
1. Poco compromiso con la estrategia: La falta de acción, la incoherencia y una actitud inadecuada de los líderes hacia el plan de transformación digital contagia al resto de la organización.
2. Ausencia de visión y liderazgo: Los intentos de digitalizar la cultura empresarial fracasan si no hay líderes que induzcan al cambio de mentalidad y valores.
3. Falta de competencias globales y digitales: Los miembros de la empresa deben dominar tecnologías que les permitan empatizar con los valores propios de la cultura digital.
4. Comunicación deficiente: La ausencia de diálogo y la omisión de información provocan que los mensajes importantes no lleguen correctamente a los equipos.
5. Ausencia de ambientes colaborativos: Si no hay espacios donde los equipos puedan colaborar, unos con otros, resulta complicado fomentar la creatividad.
6. Miedo al cambio: La resistencia al cambio y al abandono de la zona de confort pone en peligro la transformación digital de la organización.
Las organizaciones que priorizan la motivación de los colaboradores creando un ambiente de trabajo de apoyo que valora las contribuciones de los individuos, la comunicación abierta y la participación de los equipos en los procesos de toma de decisiones, tienen mayor probabilidad de éxito en el proceso de transformación digital.
En conclusión, el proceso adaptar la cultura organizacional a los ámbitos global y digital se ancla en los miembros de la organización. Es fundamental que los directivos y los colaboradores adquieran competencias tanto globales como digitales que los ayuden a afrontar este proceso de transformación. Además, se deben crear espacios donde se fomente el intercambio de ideas y la innovación. De esta manera, los colaboradores desarrollarán un alto nivel de compromiso con las metas y objetivos de la organización.
El autor es Director del Departamento de Estrategia y Liderazgo de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.
Artículo originalmente publicado en El Financiero.