La corrupción, un problema endémico

Es difícil cuantificar la corrupción de un país, hace un par de años se estimada que la corrupción en México representaba cerca del 10 por ciento del PIB

La corrupción es un problema grave que perjudica a los procesos productivos de un país y resulta en una merma importante de recursos improductivos. Es difícil cuantificar la corrupción de un país, hace un par de años se estimada que la corrupción en México representaba cerca del 10 por ciento del PIB. Normalmente se culpa a la clase política de las prácticas de corrupción, pero es importante reconocer que se vive en el día a día y que sin un educación y cambio cultural será muy difícil de erradicar.

Las prácticas de corrupción no solo son aquellas relacionadas con el desvío de fondos sino prácticas que privilegian a ciertos grupos (cuatismo) y limitan a la meritocracia. Estas prácticas son muy comunes en México y se requiere de una transformación profunda para modificarlas. En países desarrollados, por ejemplo, se privilegia a la meritocracia antes de cualquier otro factor lo que resulta en la correcta asignación de recursos humanos. Así, los puestos directivos son ocupados por el mejor talento posible y se busca tanto fuera como dentro de la institución. Además, se transparentan los procesos de licitaciones, consultorías y competencia de vacantes laborales.

La corrupción sin duda perjudica a la eficiencia del sistema económico y la correcta asignación de los recursos. La merma de los recursos que se pierden en prácticas de corrupción es incalculable. El combate a la corrupción comienza con la educación y la autonomía de las instituciones. Los países menos corruptos del mundo tienen instituciones autónomas bien definidas con transparencia total en la utilización de los recursos. En México, recientemente se ha decidido desaparecer a muchas instituciones y centralizar el uso de los recursos. Esto a largo plazo resultará en un incremento importante de los índices de corrupción. Además, las licitaciones se han disminuido privilegiando a las asignaciones directa que normalmente comprometen la meritocracia en el proceso.

Para cambiar es imperativo que se comience desde casa. La educación en el hogar y en el aula es el comienzo. Pero también en nuestro trabajo. Privilegiemos la transparencia de los procesos dentro de nuestra institución.

El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.

Publicado originalmente en El Financiero.

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