En comparación con las economías asiáticas, México es un destino atractivo para el nearshoring, habiendo crecido el interés de empresas extranjeras por mudar sus operaciones a nuestro país. Esta preferencia se debe a varios factores, entre ellos una ubicación geográfica estratégica, las oportunidades comerciales con los mercados de Estados Unidos y Canadá, y los costos laborales competitivos.
Sin embargo, el entorno electoral que se desarrollará en los próximos meses y hasta el 2024, tanto en Estados Unidos como en México, planteará desafíos políticos significativos para ambas economías. Estos contextos políticos están estrechamente entrelazados debido a la íntima relación económica y política que comparten. Con una frontera de más de 3,000 kilómetros y una importante asociación comercial, las elecciones presidenciales en Estados Unidos podrían tener repercusiones en México, y viceversa.
Por consiguiente, en los próximos meses, las decisiones políticas adoptadas en uno de estos países podrían tener un impacto significativo en la estabilidad y el desarrollo económico del otro. Se presentarán desafíos tanto económicos como políticos relacionados con elecciones, restricciones de fondos públicos, percepción de los inversionistas, migración y proteccionismo. Estos desafíos pueden generar cierta incertidumbre y ejercer influencia en las decisiones de inversión de empresas que están considerando a México como su destino para establecerse.
En la cancha mexicana, crecerá la incertidumbre por las elecciones federales de 2024, incluyendo la elección presidencial. Es probable que haya un clima de incertidumbre política y económica transitoria en México que suspenda o paralice algunas inversiones. Las empresas deben estar preparadas para adaptarse a los posibles cambios en las políticas y regulaciones que puedan surgir con el nuevo gobierno, esperando que se retomen las inversiones en el corto plazo.
Por el contexto electoral, los fondos para programas públicos se podrían ver limitados, lo cual tiene implicaciones para el desarrollo de infraestructura, educación, salud y otros servicios públicos. La falta de inversión en estos sectores podría afectar la calidad de vida de los ciudadanos y el entorno empresarial en general. Sin embargo, dependiendo del enfoque de la nueva administración federal, estos fondos pudieran retomarse con nuevas perspectivas que beneficien la atracción de inversión.
En México, la limitación de fondos públicos para programas no electorales es otro desafío que podría generar preocupación entre los inversionistas extranjeros y nacionales. La falta de inversión en infraestructura y servicios públicos puede afectar la competitividad del país y generar dudas sobre la estabilidad económica y política a largo plazo.
En cuanto al proteccionismo, las posturas de los candidatos estadounidenses sobre políticas comerciales y arancelarias pueden afectar directamente a la economía mexicana. Si el presidente de Estados Unidos opta por imponer aranceles o medidas restrictivas al comercio bilateral, puede generar tensiones comerciales y afectar a las exportaciones e importaciones entre ambas naciones, mermando de esta forma uno de los principales incentivos del nearshoring para la atracción de inversión extranjera, que es la facilidad de acceso a los mercados.
Finalmente, la migración representa un tema relevante y de gran importancia para ambas naciones. Las políticas migratorias implementadas por Estados Unidos ejercen una notable influencia en la cantidad y flujo de migrantes que cruzan la frontera hacia México o viceversa, generando impactos tanto económicos como humanitarios en ambos países. Desde un punto de vista económico, estas políticas pueden provocar una mayor competencia en el mercado laboral para trabajadores no calificados, lo que a su vez conlleva una reducción en las remuneraciones, afectando incluso los niveles salariales del empleo calificado. Por otra parte, desde una perspectiva humanitaria, las posibles tensiones sociales en las regiones receptoras de inversión podrían desalentar y modificar las decisiones de empresas extranjeras que estén considerando ingresar al país. Es crucial que los gobiernos de ambas naciones aborden de manera responsable y coordinada estos asuntos para promover un entorno propicio para la inversión, al tiempo que se garantice el respeto por los derechos humanos y la dignidad de las personas involucradas en los procesos migratorios.
En conclusión, aunque México sigue siendo atractivo para el nearshoring y pudiera llevar al país en los siguiente años -de acuerdo con el Consejo de Empresas Globales- a generar más de 3 millones de empleos, tener crecimientos adicionales de 2.5% en el PIB, incrementar la productividad laboral de 20% e impulsar los niveles de IED a 50 mil mdd anuales, las políticas cambiantes en cuanto a las elecciones, limitación de fondos públicos, proteccionismo y migración pudieran generar incertidumbre, afectar la percepción de los inversionistas y mermar estos beneficios.
Para mantener la confianza de los inversionistas y promover un entorno empresarial estable que consolide los beneficios del nearshoring, es fundamental que los gobiernos mexicano y estadounidense encuentren soluciones colaborativas que equilibren las decisiones relacionadas con los desafíos políticos mencionados.
Con una visión colaborativa y una gestión adecuada de los desafíos políticos, México podrá mitigar riesgos y aprovechar plenamente el potencial del nearshoring. De esta forma, alcanzará los beneficios proyectados, consolidará su posición como destino estratégico para las inversiones globales y posicionará su industria de manera competitiva en el mercado internacional.
Los autores son profesor consultor de EGADE Business School (Jorge Velarde) y socio fundador de Bravo Abogados (Jair Bravo).
Artículo publicado originalmente en Alto Nivel.