La anatomía del riesgo

Artículo publicado en la columna Riesgo y Valor del periódico Reforma

El concepto del riesgo es clave para la toma de decisiones corporativas, y es la cultura que los líderes han impuesto tácita o explícitamente lo que, de forma deseada o inadvertida, influye en la adopción de proyectos riesgosos por parte del individuo, además de su propia actitud hacia ello.

Pero, ¿que es entonces lo que lleva a unos a tomar decisiones que conllevan más riesgo que las de otros? ¿Hay al final diferencias en el carácter, la genética, la educación o incluso la raza o el género de la persona?

Todos tenemos conocidos que suelen actuar con más arrojo que otros. Buceo profundo, escalada en roca o motocicleta. Al preguntar por qué lo hacen, la mayoría menciona la adictiva emoción que encuentran en ello.

Hay sin embargo una línea muy delgada entre el comportamiento aventurero y la imprudencia franca. Se ha concluido, por ejemplo, que dentro de la familia de los Kennedy hubo siempre (y además con la evidencia de las tragedias que han sobrellevado) una proclividad a la una toma negligente de riesgos; como si, dice un documental reciente, "las reglas no aplicaran a ellos".

Es importante pues, tener en cuenta que la toma de decisiones de riesgo es un proceso complejo y multifactorial y que, entre otros, inciden la educación, la cultura, la personalidad y la experiencia propia, así como el entretejido anatómico a nivel cerebral.

Existen tres componentes del sistema límbico del cerebro, que trabajan juntos en una compleja red de interacciones y que, se ha demostrado, participan de forma sustancial en la toma de riesgos, por estar fuertemente ligados a la regulación de las emociones y la motivación. Estos son la amígdala, el hipotálamo y la glándula pituitaria (ofrezco esta explicación, como quien leyó al respecto y entrevistó a aquéllos cercanos para entender al nivel de un neófito, mas no de un experto).

La amígdala es un grupo de núcleos que se encuentra en la base del lóbulo temporal del cerebro y es responsable de procesar y responder a las emociones, especialmente el miedo, por lo que juega un papel importante en la evaluación de situaciones potencialmente riesgosas. Si la amígdala detecta una amenaza o peligro, puede activar la respuesta al estrés y hacer que la persona se sienta más cautelosa y menos dispuesta a tomar riesgos y viceversa.

Cuando se presenta un estímulo amenazante o estresante, la amígdala se activa y envía una señal al hipotálamo -un órgano en la base del cerebro que regula el sistema nervioso autónomo y la liberación de hormonas que influyen en conductas como la agresión- quien secreta las hormonas que ordenan a la glándula pituitaria para que a su vez estimule a las glándulas suprarrenales a producir cortisol, adrenalina y noradrenalina. Estos químicos pueden activar el sistema nervioso simpático, preparando al cuerpo para lidiar con el peligro.

Existe además una enzima (la monoaminooxidasa o MAO) producida en todo el cuerpo, que ayuda a metabolizar los neurotransmisores monoaminas, como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, que están asociados con la motivación y la búsqueda de recompensas, y actuando como un supresor, la MAO influye en la toma de decisiones de riesgo: la evidencia marca que personas bajos niveles de MAO son más propensos a tomarlos y niveles más altos son asociados con una mayor cautela.

Eventos de alto estrés temprano en la vida, como negligencia infantil o trastornos psiquiátricos (como el déficit de atención) o genéticos (la variante de un gen llamado "alelo 2R") pueden afectar los niveles de actividad de la MAO y, por lo tanto, la disposición a asumir riesgos en la edad adulta. Al parecer también hay diferencias -no terminantes- en los niveles de la MAO por género, teniendo el hombre menor actividad que la mujer y llevando por ello, a más toma de riesgos en el primero.

En conclusión, muchos factores -algunos congénitos y otros aprendidos- influyen en las diferencias que se presentan en un individuo contra otro a la hora de tomar riesgos. El riesgo suele ser el insumo para la recompensa, pero comparte una línea gris con la imprudencia, por ello es importante tener en un consejo a varias tesituras de hombres y mujeres de reconocida sensatez.
 

El autor es profesor y director del Think Tank Financiero de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

Ir a opinión
EGADE Ideas
in your inbox