Distintas asociaciones y consultores en temas de innovación coinciden en que sólo el 10 por ciento de las ideas innovadoras tienen éxito y se monetizan, y la razón principal es que el producto no es la estrella del evento, sino el consumidor.
La innovación empresarial no es una casualidad sino un proceso que requiere metodología y una visión clara para pasar de una idea a una iniciativa, de presentaciones a experimentos, y de un departamento a una cultura de innovación.
Innovación es un tema recurrente en todos los sectores y mercados, en donde todos buscan ser disruptivos, pero ¿qué implica la innovación y cómo se vincula con el Design Thinking?
La innovación implica crear valor para el cliente y monetizar la propuesta de valor.
Design Thinking enfoca el proceso de innovación para: encuadrar el reto u oportunidad; desarrollar una profunda empatía; entender al consumidor; iterar en la construcción de mejores prototipos y apalancar la curiosidad colectiva durante el proceso.
Design Thinking es una metodología de aproximación a la innovación, una forma de pensar que se nutre de la observación, de la conversación y la colaboración para co-crear el futuro, centrada en el cliente, que aplica pensamiento divergente y convergente para resolver problemas complejos y dar solución a necesidades del cliente, no satisfechas aún, conocer a qué aspiran o necesitan, cuáles son sus preocupaciones y contextos, entre otras cosas.
Existen muchísimas metodologías de Design Thinking, pero en todas ellas existen actividades comunes para el descubrimiento, la ideación y la construcción de prototipos. En esta ocasión me referiré a la metodología que implementa la de School en Stanford, desarrollada en los años 90 por David Kelley, fundador de IDEO. La razón de utilizar esta metodología obedece a que es sencilla, flexible, adaptable y que involucra a los participantes durante el proceso.
Se ha probado que Design Thinking desarrolla: habilidades analíticas, de administración de proyectos, de creación de sinergias mediante la diversidad e interdisciplinariedad de los equipos, la curiosidad para abrir la mente y expandir el nuevo futuro, entre otras habilidades.
Design Thinking nos permite transitar por cuatro momentos: “What is” para explorar el contexto actual y las megatendencias, “What if” para valorar múltiples propuestas de mejor futuro, “What wows” para cautivar al cliente con soluciones deseables, y sobre todo “What works” para entregar valor al cliente con soluciones factibles y viables.
El escenario de transformación digital y la globalización nos sitúan en un momento único para soñar y diseñar el futuro para el cliente del mañana, mediante la ruta de la innovación y la metodología de Design Thinking, porque muchas empresas que serán líderes en 5 o 10 años no existen el día de hoy.
*Publicado por Martha Corrales, Profesora de Innovación y Emprendimiento.
Publicado originalmente El Financiero