Hacia finales del año pasado se había comentado sobre este tema y en días pasados volvió a aparecer: Greedflation o inflación debida a la avaricia. Varias notas de estas últimas semanas dan cuenta de que el Banco Central Europeo (ECB) tiene la mira puesta en márgenes de ganancia en empresas considerados como “excesivos”. No solo es el ECB, sino que inclusive hay un paper publicado sobre el tema: Inflación causada por vendedores, ganancias y conflictos: ¿Por qué las grandes empresas pueden subir los precios en una emergencia? Isabella M. Weber y Evan Wasner, de la Universidad de Massachusetts, Amherst.
Nos dicen que “… la inflación en la pandemia en los Estados Unidos es predominantemente una inflación causada por vendedores que se deriva de orígenes microeconómicos, es decir, la capacidad de las empresas con poder de mercado para subir precios. Estas empresas son “fijadoras de precios”, pero solo incrementan precios si esperan que sus competidores hagan lo mismo”.
Si bien habrá que esperar a que conclusiones llegará el ECB y aun cuando faltará ver los puntos de vista de otros bancos centrales, por el lado de la oferta fue claro el estrés al que se sometieron las cadenas de suministro al haber habido encierros obligatorios que causaron atorones en los puertos tanto de envío como de recepción. Al generarse escasez por falta de oferta de producto -habría producto disponible, pero no en el lugar en donde se demandaba- se incrementaron los precios.
Ciertamente, en un mercado de vendedores, el precio se fija por quien vende. Sin embargo, hay que considerar la elasticidad: la relación de incremento o decremento en precio y su efecto en incremento o decremento de cantidad de producto ofrecido y viceversa.
Aceptando sin conceder que hubiera avaricia generalizada, ¿cómo se puede prevenir para el futuro? Una posibilidad sería el control de precios por parte de los gobiernos. El fallido experimento comunista y sus derivaciones, vivo ejemplo (muerto, más bien) del extremo de la centralización por parte del gobierno, da una clara muestra de que no funciona: quebró la URSS. En el otro extremo estaría la mano invisible dejando al mercado que por sí mismo se regule: laissez faire o el limitar la intervención del Estado al mínimo imprescindible. (Nunca falta el abusivo pasado de listo, por lo que es bueno tener un regulador como por ejemplo la COFECE. Y que tenga dientes, por supuesto). Es claro cual sistema funciona: uno quebró y al otro van los migrantes en busca de una vida mejor que, tan la consiguen, que pueden mandar remesas a sus parientes que no migraron.
La Ley General de Sociedades Mercantiles, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de agosto de 1934, contemplaba la figura de la Sociedad cooperativa. Para 1994, se emitió la Ley General de Sociedades Cooperativas, en su artículo 2 dice que: “La sociedad cooperativa es una forma de organización social integrada por personas físicas con base en intereses comunes y en los principios de solidaridad, esfuerzo propio y ayuda mutua, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas, a través de la realización de actividades económicas de producción, distribución y consumo de bienes y servicios.” La mejor manera de eliminar la codicia (y abuso de patrones): dejar de consumir sus productos.
México chueco. ¿Para qué tener un congreso costosísimo pero servil a su patrón? ¿Para nosotros aplican las leyes -por más espurias que nazcan- pero para ellos no? ¿A los cautivos, terrorismo fiscal para que ellos puedan dilapidar los impuestos que pagamos en pifia tras pifia? ¡Felicidades! A disfrutar lo votado (o abstenido).
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en El Financiero.