Gestionando negocios en la nube

Reducción de costos, escalabilidad, accesibilidad y productividad son algunas de las ventajas que pueden tener las empresas que utilicen la nube

La nube, como coloquialmente denominamos a ese espacio conformado por servidores, en donde millones de personas confían para resguardar datos y acceder a aplicaciones, representa una gran oportunidad para los negocios, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas (pymes) que busquen permanecer vigentes. 

Las empresas experimentan ciclos de evolución cada vez más cortos, por lo que el uso de la nube es esencial para mantener competitividad en la actual economía digital.

Lograr la satisfacción de los clientes es cada vez más complicado, ya que las necesidades varían con rapidez, por lo que la agilidad en las herramientas usadas se tiene que ver reflejada en la eficiencia de las organizaciones. 

La nube brinda infraestructura flexible con un equipo de soporte 24/7, y la posibilidad de contar con recursos infinitos, por lo que resulta irresistible. Contar con soporte en la nube nos permite crecer según la demanda, tener equipos especializados y monitoreo constante. Además, es posible mantener controlados los costos y llevar a cabo un proceso de actualización con acompañamiento.

Algunas ventajas que pueden tener las empresas que utilicen la nube son: reducción en costos, ya que no se requiere una alta inversión en infraestructura, y pueden pagar sólo por los recursos que utilicen. Escalabilidad, los servicios en la nube permiten a las empresas ajustar los recursos que necesiten (almacenamiento, procesamiento, entre otros). 

Accesibilidad y productividad, para trabajar desde cualquier lugar con conexión a internet, facilitando el trabajo remoto y la colaboración entre equipos dispersos geográficamente. Actualizaciones automáticas, asegurando que las empresas siempre tengan acceso a las versiones más recientes de software. Seguridad contra ciberataques, cifrado de información y respaldo de los datos en múltiples lugares.

Existen nubes públicas, privadas e híbridas, siendo estas últimas las que combinan al menos un entorno de computación privado con una o más nubes públicas, aprovechando los recursos de diferentes proveedores para adecuarlos a los requerimientos de la carga de trabajo. Las nubes públicas, ofrecidas por proveedores como Amazon y Microsoft, permiten acceder a recursos de forma flexible y bajo demanda, pero pueden plantear preocupaciones de seguridad y control de datos. 

Por otro lado, las nubes privadas ofrecen un mayor control y personalización, pero pueden ser más costosas y complejas de mantener. Las nubes híbridas combinan lo mejor de ambos mundos, permitiendo a las empresas elegir qué procesos mantener en sus instalaciones y cuáles mover a la nube.

Dado el gran poder de cómputo que requiere la Inteligencia Artificial (IA), sólo los servidores de la nube tienen la capacidad de procesarla. La IA es extremadamente demandante de recursos como el procesador y la memoria.

Aunque hablemos de la nube, en realidad para que dicha infraestructura pueda existir se necesitan primero centros de datos físicos. 

La Asociación Mexicana de Centros de Datos (MEXDC) estima que para 2029 se instalarán en México al menos 73 nuevos centros de datos para atender las crecientes necesidades de servicios digitales en el país, con una inversión de 9,192 millones de dólares.

Para aprovechar al máximo la nube, se deben considerar varios aspectos: elegir el proveedor adecuado, planificar cuidadosamente la migración de datos, capacitar al personal y entender las regulaciones, especialmente en cuanto a la protección de datos personales.

En resumen, la nube ofrece una variedad de beneficios que pueden ayudar a las empresas a operar de manera más eficiente y efectiva, pero es importante evaluar cuidadosamente las opciones y planificar la transición para maximizar el valor. 

Dentro de poco, seremos testigos de una evolución en la nube gracias a la IA, que utilizará todos los datos que hemos ido suministrando para innovar en el desarrollo de productos, mejorar la toma de decisiones en los procesos operativos y ofrecer mejores experiencias para los clientes.
 

El autor imparte la materia de marcas, mercadotecnia y comunicación en EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.

Artículo publicado originalmente en El Financiero.

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