El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores por el año 2023, tuvo un rendimiento de poco más del 18%. El rendimiento promedio en ese año de los Cetes de 28 días fue de 11.10%; los de 91 días de 11.36%; los 182 días de 11.50% y los de 364 días de 11.49%. La tasa equivalente de 28 a 365 -la que capitaliza más veces- sería de 11.82%.
Si bien la diferencia entre Cetes y el rendimiento del IPC no sería conveniente equipararla al premio de mercado -habría que considerar el uso de series de tiempo más extensas, al menos- el mercado accionario, medido por la muestra representativa que es el S&P/BMV IPC, tuvo un rendimiento adicional -dejémoslo en esos términos- de un 6% en números redondos, por encima de la(s) tasa(s) libre de riesgo. ¿A qué se debería? Déjeme replantear la pregunta, ¿a qué se debe que los precios de las acciones cambien?
La respuesta está en el mismo título de la columna: las expectativas. Independientemente de que se valúe descontando flujos de efectivo o por valuación relativa (están relacionados), ya sea que se espere que el numerador, que son los flujos libres de efectivo sean mayores, o bien porque el denominador que es la tasa a la que se descuentan se reduzca (todo un tema: ahí adentro tiene el riesgo país), luego entonces el valor presente, que es el valor intrínseco del título, se espera que se incremente para el futuro y por tanto tendrá un rendimiento positivo. Casi una verdad de Perogrullo.
Lo hemos comentado en otras ocasiones que en un documental de NETFLIX, el presentador, estando frente a la fachada del NYSE, nos da la bienvenida al “mayor casino del mundo”, implicando que los precios de las acciones suben o bajan aleatoriamente. Si, pero no, como los memes.
Los precios suben o bajan aleatoriamente -lo que se conoce como seguir un camino aleatorio- pero porque responden a la información disponible (ya sea pública o privada), que es lo que afectan las expectativas. Lo aleatorio está en lo positivo o negativo de los eventos que se refleja en información. Esa es la causa incausada del movimiento del precio de las acciones.
Sin embargo, también hay que considerar a las finanzas conductuales que consideran el cómo los inversionistas reaccionan a nueva información, sobre o bajo reaccionando a dichos eventos.
Otra pregunta sería ¿Por qué no le “atinan” los analistas? Además de ser una pregunta un tanto frívola, se tiene que considerar el momento en el tiempo en el que se lleva a cabo el análisis, es decir, se analiza (proyecta) en base a la información disponible al momento en el tiempo en el que se lleva a cabo el análisis. No es cuestión de tener una bola de cristal que adivina el futuro para “atinarle”. Tomemos como ejemplo la pandemia y las farmacéuticas: para diciembre de 2019 el COVID ni si quiera era un tema extendido.
Luego entonces, los mercados -San Mercado, diría el otro- está considerando que puede haber expectativas positivas y por tanto se tuvo ese rendimiento. El tema es ver qué información -no el ruido ni en exceso- es la relevante para incorporarla en el análisis.
Ps 1. Ni bajándose el sueldo compensan la corruptela de aceptar puestos para los que no están capacitados. En vez de ser leales al “movimiento” o a la persona, los servidores públicos se deben a México. A todos los mexicanos.
Ps 2. No Rima: Estudiar. Trabajar. Ahorrar. Planear. Pensionar. ¿Disfrutar o Robar (…nos las AFORES)? [inspirado de internet]
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en El Financiero.