¿Estanflación?

Artículo publicado en la sección Glosas Marginales de Reforma

¿Al Filo del Agua? (con disculpas a la memoria de Agustín Yáñez)

Nadie sabe, por supuesto, si habrá o no una recesión en la economía de Estados Unidos. Tampoco se sabe si, en caso de que ocurriera, qué tan aguda sería. Ello no es extrañar en vista, por ejemplo, de la fortaleza del mercado de trabajo, donde la tasa de desocupación es sólo 3.4% (04/23). Además, el gasto en consumo personal creció 2.5% (a/a) en el primer trimestre de 2023, mostrando una resistencia significativa a la erosión del poder adquisitivo (ej. por la inflación).

Frente a lo anterior, conviene echar una ojeada a la trayectoria de la producción industrial, y de su principal componente, la producción manufacturera. En este ámbito, el pasado reciente no presta mucha base al optimismo. En el primer trimestre de este año, la producción industrial creció poco menos de 1%, y la industrial prácticamente se estancó. Una mirada a la tendencia declinante pospandemia avala cierta preocupación. Eso se aprecia con facilidad en la gráfica adjunta. (Gráfica 1)

Hace cosa de un mes, The Conference Board estimó en 99% (!) la probabilidad de una recesión en los siguientes doce meses. En la misma vena, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York publica regularmente un indicador de la probabilidad de una recesión (se basa en un modelo que usa una comparación entre tasas de interés de corto y largo plazo); su estimación más reciente arrojó un 68%. Esto no es precisamente rocket science, pero tampoco es irrelevante.

Mientras tanto, aunque a la baja, la inflación sigue lejos, muy lejos, de la meta del Fed.

Lo anterior es de interés para México, entre otras razones, porque la actividad económica en Estados Unidos es el principal determinante de las exportaciones mexicanas a ese país (de paso, nótese, no es el tipo de cambio nominal). En el primer trimestre de 2023, las exportaciones de manufacturas crecieron 8.5% (a/a, en promedio móvil trimestral).

"The future is not what it used to be" (Mickey Newbury)

El Banco de México decidió dejar sin cambio su tasa de interés objetivo, y anunció que 11.25% será su nivel durante un futuro no determinado. Veremos si el porvenir avala la decisión.

Al respecto, caben un par de comentarios, quizás pertinentes:

1.- La tasa en cuestión, la única que define Banxico, influye sobre el nivel y las tendencias de otras tasas de interés, sobre todo las de corto plazo. Por ejemplo, la tasa que rinde un Cete a un año ciertamente ha seguido el ascenso de la tasa objetivo de Banxico. Sin embargo, ese no es el caso de las tasas de largo plazo. En la ilustración véase, por comparación, la relativa estabilidad de las tasas de interés de créditos hipotecarios. (Gráfica 2)

Como comenté aquí hace no mucho, el crecimiento del crédito (en términos reales) sigue siendo muy vigoroso. Ello no avala la idea de la existencia de una política monetaria excesivamente restrictiva.

Nunca está de más ver con cuidado los datos, para vigorizar los argumentos. Eso evita usar adjetivos infundados.

2.- La ilustración que sigue muestra la diferencia entre las expectativas de inflación de los analistas encuestados por Banxico (no del público) y la inflación observada un año después. ¿Qué dice? Que las expectativas referidas son un buen predictor si todo va bien, pero no son de gran ayuda cuando las cosas cambian. Como quiera, es importante notar que, para 2024, son más pesimistas que las expresadas por el propio banco central. Esto indica cierto escepticismo sobre la compatibilidad de la postura de la política monetaria con el logro de la meta oficial para la inflación. (Gráfica 3)

Un artículo reciente compara las expectativas de inflación del público (Encuesta de la Universidad de Michigan) en Estados Unidos, con la inflación efectivamente ocurrida, y concluye: "son inútiles" como guía de la política monetaria. Me parece una exageración.


El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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