En el contexto del análisis técnico, que es el que grafica el comportamiento del precio de algún activo -de alguna acción o de un índice, aunque aplica en muchos otros contextos-, están los “indicadores de sentimiento”. Estos indicadores intentan descubrir señales de tendencias alcistas o bajistas. No buscan cuanto debería ser el precio -el análisis fundamental-, sino qué precio le asignarán los inversionistas.
En cuanto a las encuestas de opinión, nos dice el CFA, “… Una amplia gama de servicios realiza encuestas periódicas a inversionistas individuales o a profesionales para medir su sentimiento sobre el mercado de valores … Al sondear regularmente, compilar estos datos a lo largo del tiempo y presentarlos gráficamente, quienes prestan ese servicio de las encuestas, proporcionan a los analistas técnicos un panorama para que puedan analizar el sentimiento de dichos inversionistas a lo largo del tiempo. Los analistas técnicos observan la actividad del mercado y la comparan con los máximos o mínimos, así como los puntos de inflexión, como un pronóstico de la dirección futura del mercado.
Para medir la utilidad de una encuesta para poder predecir los cambios de tendencia del mercado, la encuesta debe haberse publicado durante varios ciclos … [algunas han] estado disponible durante décadas.”
En el contexto de las perspectivas económicas, Banxico lleva a cabo varias encuestas como la Encuesta nacional sobre la confianza del consumidor, las Encuestas sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, los Indicadores de opinión empresarial, entre otras. El Inegi encuesta en hogares, establecimientos, oficinas de gobierno y para información geográfica.
Sin embargo, hay un dicho americano “trash in, trash out” (entra basura, sale basura). Hay preguntas que no se deberían incluir en ninguna encuesta. El maestro a los alumnos: ¿Quieren que les deje tarea o no? El policía al que se pasó el rojo: ¿Quieres que te multe o no? Los gobernantes a los contribuyentes: ¿Quieren pagar más impuestos o menos impuestos? Los pseudovisionarios que actúan con falta de inteligencia: ¿Nos salimos de la zona económica preferencial o no? A los resentidos sociales: ¿Quieren que corramos a la inversión que da trabajo y paga impuestos o no? (Responden que sí).
Hay otras preguntas que se deberían hacer. Para las encuestadoras: No pregunten quién es el o la candidata más popular sino, ¿quién es la persona más capaz y honesta (él o ella con todo y su parentela) para gobernar? ¿Quién es el candidato o la candidata que hace promesas realistas y alcanzables y no como si tuviera una varita mágica que promete que resolverá todo*? ¿Quién es la candidata que será simplemente un títere del poder detrás del trono?
Los que votamos nos deberíamos de preguntar: ¿Cuándo nos daremos cuenta de que los gobernantes están para servir a la ciudadanía (no solo al pueblo) y no al revés, y por lo mismo, les necesitamos exigir rendición de cuentas? Si en nuestros trabajos tenemos que rendir cuentas, ¿por qué los políticos y gobernantes no? También, ¿quiénes son los encuestadores que realmente presentan resultados relevantes y no basados en unas cuantas personas?
Pregunta imposible: ¿Hay algún político que no busque el poder para hacerse de él y luego no soltarlo, sino que verdaderamente busque el bien común? (Ni para que hacerla).
Está en juego la herencia que dejaremos a México. Hay que hacernos las preguntas adecuadas para tomar decisiones lo más acertadas posibles.
*Contribución de Sandra Antonio Quirino.
Ps. Felicidades a quienes votaron por este régimen. Con la estocada al árbitro electoral, estarán por los próximos 70 años. L’État, c’est moi, no solo lo dijo Louis XIV.
El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.