Durante los últimos años ha crecido el número de empresas que incorporan políticas de diversidad de género e igualdad salarial. Si bien estas políticas han traído grandes beneficios sociales y económicos a las organizaciones, persiste la brecha salarial y el reducido número de mujeres en puestos directivos a nivel mundial, particularmente en México y en América Latina. Las políticas están escritas, pero no implementadas. Parece que las empresas siguen ciegas a los beneficios económicos de incluir mujeres en sus equipos directivos, renunciando a incrementar sus ganancias (!).
A nivel mundial, hay 13 mujeres CEO en el ranking 2020 de Fortune Global 500, es decir, sólo 2.6% de las 500 empresas más rentables en el mundo son lidereadas por mujeres. En el caso de las empresas mexicanas y latinoamericanas, las mujeres CEO o consejeras de administración son muy pocas o inexistentes. Las encontramos exclusivamente en empresas transnacionales, lo inusual es si son dueñas o fueron emprendedoras, y, aun así, el número es muy reducido.
Una excepción es Grupo Devlyn, donde Melanie Devlyn es la presidenta del consejo y directora general del grupo. Sin embargo, en la gran mayoría de las principales empresas mexicanas no hay una sola mujer en el consejo de administración ni en la dirección ejecutiva. En algunos casos encontramos a mujeres como miembros del consejo, pero todas ellas accionistas de la empresa. Y en muy pocas empresas llegamos a encontrar solamente una o dos mujeres independientes en el consejo que no representan ni el 10% de los miembros. Son más la excepción que la regla.
Una empresa que admiro es Sofftek, donde su Presidente y CEO es mujer; Blanca Treviño es una de las pocas excepciones que podemos encontrar en América Latina.
En cambio, en las empresas internacionales basadas en México, podemos encontrar a más mujeres en los equipos ejecutivos y de liderazgo. En México contamos con grandes líderes como Mónica Aspe, de AT&T; Angélica Ruiz, SVP de British Petroleum LATAM; Mónica Flores, CEO de ManpowerGroup Latinoamérica; Claudia Jañez, directora de Dupont México; Claudia Márquez, presidenta de Chemours México; María Ariza, de BIVA; Samantha Ricciardi, de BlackRock México; y Gretta González, de Uber México, entre otras. ¿Por qué no invitarlas al consejo de administración o al equipo ejecutivo de las empresas mexicanas? ¿Por qué dejar que las transnacionales se lleven a nuestro talento femenino, como a Mayra González, de Nissan, quien ahora está en Japón?
Asimismo, es lamentable ver que en el ranking “Las 100 mujeres más poderosas del mundo” (Forbes, 2020), sólo podemos encontrar a dos mujeres de América Latina, a Andrea Marques De Almeida (CFO/Director Ejecutivo de Petroleo Brasileiro) en Brasil y a Paula Santilli (CEO de Pepsico Latinoamérica) en México.
La relación entre la diversidad de género y el desempeño organizacional está ampliamente demostrada. Las empresas con equipos ejecutivos diversos tienen un rendimiento mayor y una creación de valor superior a los equipos directivos sin diversidad de género. Las empresas con mayor número de mujeres en sus comités ejecutivos tienen un rendimiento 55% superior a los que no las incluyen. Se ha demostrado que, de incluir a más ejecutivas en el C-Suite de las organizaciones, México podría crecer un 70% adicional su GDP, equivalente a $0.8 trillones. Además, las empresas con diversidad de género tienen un fuerte impacto en atracción de talento y satisfacción de los empleados.
No todo está perdido, las mujeres latinoamericanas vamos ganando terreno en el mundo de los negocios. Cada vez es más común ver a mujeres en gerencias esperando a ser promovidas a puestos directivos y a mujeres en puestos directivos. Aunque estas últimas todavía son pocas, para poder palpar el impacto social y financiero en el país, finalmente son un avance. Asimismo, hay ya varias asociaciones de mujeres buscando esta igualdad y presionando para que las políticas de equidad de genero sean implementadas, y no sólo un archivo más guardado en los recuerdos.
El tiempo apremia, sobre todo en época de crisis: debemos implementar y mejorar las políticas de diversidad de género en las empresas, desarrollar y capacitar a las mujeres, incluirlas en los consejos de administración y en los equipos ejecutivos. Es importante cambiar el sistema de creencias con evidencia sólida sobre el aporte al desempeño e impacto de las mujeres en las organizaciones. Los invito a darnos cuenta del beneficio económico y social que esto le va a traer a la sociedad, a México. Aprovechemos como país el recurso tan valioso que tenemos en las mujeres para incrementar el bienestar económico y social.
Artículo originalmente publicado en Expansión Mujeres.