La República Popular de China ha experimentado un crecimiento económico envidiable desde la liberalización gradual de su economía a principios de los 80s. Desde esa década, China dio un giro importante hacia el libre mercado comenzando con la generación de empresas privadas y culminando con la creación del símbolo capitalista por excelencia, el marcado de valores a finales de los 80s.
A partir de la década de los 90s, China comenzó con una estrategia comercial con el fin de agilizar el crecimiento de su economía. La incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo catapultó como un país clave en el comercio global. Su estrategia comprendió en invertir en países donde las economías desarrolladas no prestaban atención como en África y algunos países latinoamericanos, y desarrollar vínculos comerciales con ellos. Además, su bajo costo de mano de obra le proporcionó una ventaja competitiva en las exportaciones globales. Así, pronto se consolidó como uno de los países más relevantes en el intercambio comercial global.
La fuerte inversión de China en muchos países provocó el fortalecimiento de sus monedas lo que aprovechó China para exportar aún más. En el caso de EUA, China invirtió fuertemente en bonos de ese país, apreciando al dólar y por ende abaratando las importaciones de China. Hoy en día, un tercio de la deuda extranjera de EUA está en manos de China.
Durante la década de 2000, China elevó su inversión en tecnología y educación lo cual se vio reflejado en un aumento importante de su clase media. A principios de la década de 2010, China sobrepasó a México, como un país con mano de obra unitaria más cara por primera vez. Además, el sector de los servicios de ese país y sobre todo el tecnológico y financiero, repuntaron evidenciando el mejoramiento de la economía interna.
Hoy en día, China ya está migrando sus maquiladoras hacia países con mano de obra más barata. La clase media China ya está más ligada con sectores económicos que otorgan mayor valor agregado. La tasa de crecimiento de China continúa siendo una de las más altas del mundo, pero, tienen un grave problema.
Hace varias décadas el gobierno chino decidió restringir los nacimientos de la población a un hijo/hija por familia. Estas medidas se adoptaron para controlar el crecimiento poblacional que en ese momento era exponencial en un país que era muy pobre. Sin embargo, conforme se desarrolló la economía china se evidenció el grave problema de esa política pública, que hace algunos años se eliminó. China tiene un problema demográfico que le puede causar un dolor de cabeza.
La falta de mano de obra y de gente en general presionará al sistema financiero, sobre todo el sistema de pensiones, con una población con mayor edad de retiro. Asimismo, el crecimiento tan vigoroso de China podría mermarse por falta de capacidad laboral. Recordemos que una economía crece por tres factores fundamentales, capital físico, mano de obra y tecnología. Estudios recientes comienzan a observar ciertos impactos adversos en China. La solución será atraer mano de obra de otros países como lo ha hecho el Reino Unido, la Unión Europea y los Estados Unidos, con resultados muy favorables. De no hacerlo, el tigre asiático podría comenzar a perder su hegemonía mundial.
El autor es profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School.
Publicado originalmente en El Financiero.