De acuerdo con las estimaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS), cerca del 90% de todas las transacciones en el mercado mundial de divisas involucran al dólar estadounidense.
En cuanto al comercio internacional, un amplio estudio reciente apunta lo que sigue: "El dólar estadounidense es por mucho la moneda más usada... en el comercio global. Durante el periodo 1999-2019, el 96% de la facturación en la región de las Américas se realizó en dólares; 74% en la región de Asia-Pacífico; y, 79% en el resto del mundo. La única excepción fue Europa, donde el euro dominó, con un 66%". (C. Bertaut, B. von Beschwitz, S. Curcuru, The International Role of the U.S. Dollar, FEDS Notes, junio 2023. La traducción, quizá torpe, es mía).
Un punto adicional, muy importante: cuando ocurren crisis, los inversionistas "corren" masivamente a refugiarse en valores denominados en dólares. (¡In God We Trust!). Las razones son obvias y consisten en varias características clave de la economía estadounidense: la solidez de sus instituciones, el respeto legal y efectivo de los derechos de propiedad, la profundidad de sus mercados financieros, etc.
En concordancia lógica con lo señalado, según las estadísticas del Fondo Monetario Internacional (IMF), al primer trimestre de 2023, el 60% de las reservas de divisas internacionales que mantenían los países (el banco central correspondiente) estaba denominado en dólares de Estados Unidos (EUA). Un 20% adicional se componía de euros. El resto se repartía en monedas diversas, de mucho menor significación. Así pues, dada la importancia del dólar en lo cambiario, en lo comercial y en lo financiero, tiene sentido económico, prudencial y estratégico que las reservas estuvieran hace poco -y seguramente están ahora- constituidas mayormente en dicha moneda. Después de todo, se trata de depósitos líquidos disponibles para enfrentar emergencias en transacciones internacionales, donde el dólar es la moneda de curso corriente.
Sin embargo, se dice, hace unos 20 años, la proporción de reservas correspondiente al dólar era 70%. Eso es cierto, pero hay que darles contexto a las cifras. A lo largo de dicho par de décadas, la fracción del PIB de EUA en el PIB mundial ha descendido y lo mismo ha sucedido con su participación en el comercio global. ¡Qué bueno! Eso es prueba del progreso relativo de otras economías, en particular de las asiáticas, no de la declinación absoluta de EUA.
Me pareció oportuno señalar lo anterior porque he leído algunos comentarios preocupados (¡?) por una eventual pérdida de la dominancia del dólar como moneda internacional. A este respecto, viene a cuento una frase célebre de Mark Twain: "The report of my death was an exaggeration". (No sé si la cita es correcta, pero, en todo caso, recoge lo esencial de su sentido).
Se supone que una característica de una buena tesis es que explica un fenómeno complejo usando el mínimo posible de elementos. (Occam's Razor). Aquí va un posible ejemplo.
La Reserva Federal elabora y publica un índice del valor nominal del dólar en relación con un grupo de monedas de economías emergentes, que incluye al peso mexicano. La gráfica ilustra su trayectoria a lo largo del quinquenio más reciente. El último dato corresponde al viernes 14 de julio 2023. ¿Qué "dice"?
Que el dólar se depreció en forma significativa entre octubre 2022 y febrero 2023 y que se ha estabilizado desde entonces. (Ocurrió algo similar después de la pandemia. Nótense las flechas azules en la gráfica). Así pues, la debatida apreciación del peso ha sido, en alguna medida, simplemente la contraparte de la debilidad del dólar frente a varias monedas de países en desarrollo. Desde luego, hay otros factores relevantes de naturaleza específica de cada país.
El autor es profesor de Economía de EGADE Business School.
Artículo publicado originalmente en Reforma.