En el Instituto de Familias Empresarias (IFEM) del Tecnológico de Monterrey estamos comprometidos a crear espacios que propicien el desarrollo y prosperidad de las familias empresarias de México, a quienes admiramos por la noble labor de generar bienestar, más allá de la generación de riqueza que se asume de ellas. Pero ¿por qué hablamos de familias y no de empresas?, entre otras cosas, porque hoy más que nunca reconocemos que la relevancia en los mercados y la eficiencia de una organización contribuye a su continuidad como empresa; sin embargo, su desarrollo como familia empresaria y su noble objetivo de construir un legado multigeneracional, perdura y trasciende a pesar de que la empresa cambie de rostro, de giro, de propuesta de valor, entre otros factores. Esto es una verdadera trascendencia.
Con esto en mente, las reflexiones que quisiera compartirles están relacionadas al más reciente reporte de PwC Global sobre las empresas familiares en el mundo. En la edición 2023 el tema central es sobre la importancia de construir confianza para todos los grupos de interés (o stakeholders). Se encuestaron a 2,043 líderes de empresas familiares en 82 territorios, incluido México.
Entre los hallazgos más interesantes se concluye que la confianza ha mostrado ser determinante para crear una ventaja competitiva vital que diferencia a las empresas familiares de otras empresas. Hemos visto que la generación de confianza toma su tiempo y por ello es un camino que se le facilita a las empresas familiares que construyen su visión a largo plazo. El 74% de los líderes encuestados por PwC declara que construir confianza al interior de la familia es necesario, y están trabajando en ello; pues igual reconocen que a menor grado de confianza, mayor riesgo de generar conflictos familiares y esto repercute directamente en la empresa.
Probablemente conocen o han escuchado sobre el barómetro de confianza de Edelman (The Edelman Trust Barometer); este índice ha confirmado de manera constante y contundente que se confía más en las empresas familiares que en las no familiares. Los niveles más altos de confianza dan como resultado un mejor desempeño empresarial, mostrando una fuerte correlación entre la confianza (en todas sus dimensiones: hacer bien las cosas, actuar de manera congruente, motivaciones, impacto real) y la rentabilidad.
Y ¿por qué es tan relevante este tema? Porque la confianza está demostrando ser un habilitador muy poderoso en la transformación o generación de una cultura de innovación. Existe una necesidad de transformarse de cara a los clientes (mercado), pero también de aprender a potenciar las múltiples perspectivas generacionales en los espacios de trabajo, así como la incorporación inteligente de las nuevas tecnologías.
En cuanto a la transformación de cara al mercado, la sociedad exige mayor responsabilidad y acciones, no solo palabras; las organizaciones deben trabajar de manera estratégica para comunicar qué están haciendo en relación con el cuidado medioambiental, el acceso a servicios de salud dignos para todos, la educación, y así para cada uno de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
Las empresas familiares, gracias a su visión de largo plazo, tienen la gran oportunidad de construir confianza y fomentar un clima propicio para ejercer un liderazgo responsable. Este liderazgo responsable se define por altos niveles de motivación intrínseca, un alto sentido de pertenencia y, lo más importante, presenta las condiciones para trabajar en equipo y colaborar. En este entorno, los líderes y tomadores de decisiones se perciben abiertos a las ideas que sus colaboradores, independientemente de los rangos y la jerarquía (y en el contexto de empresas familiares, de la generación familiar). En este sentido, al percibir un ambiente de trabajo seguro, estarán más dispuestos a la innovación y manejo del cambio.
Las nuevas generaciones en las familias empresarias deben aprovechar la gran oportunidad para asegurar que sus liderazgos no olviden practicar con el ejemplo y aprovechar la hiper comunicación para que siga existiendo ese bono diferencial de compromiso de alto impacto que sus empresas se han encargado de construir. No es suficiente con hacer, hay que informar con responsabilidad. Hay que reconocer que los contextos han cambiado y que los nuevos estilos de vida demandan un mayor compromiso y actuar responsablemente para mejorar las condiciones de vida de más seres humanos. Tenemos mucho por hacer y sin tiempo que perder.
La autora es directora del Instituto de Familias Empresarias del Tecnológico de Monterrey.
Artículo publicado originalmente en El Financiero.