Los temas sociales siempre son de vital importancia; actualmente, ante la crisis de la Pandemia del Covid-19 y los impactos que ésta ha generado, nos obligan a ser conscientes de la importancia que las iniciativas para reactivar la actividad económica se enfoquen, también hacia la generación de valor social. Por ello, impulsar el nacimiento y desarrollo de las empresas sociales se presenta como una gran alternativa de solución.
Una de las características distintivas de las empresas sociales es que están impulsadas, de forma genuina y autentica, por su misión social y sus valores. No es de extrañarse que, ante la crisis provocada por el COVID-19 que ha impactado de forma muy severa en el tejido social, económico y productivo de muchas comunidades, la primera acción que llevaron a cabo muchas de estas organizaciones fue preguntarse ¿qué podían hacer para ayudar?
Desde su conceptualización, el emprendimiento social tiene como misión la creación de valor social, relacionado con dar soluciones a problemáticas o necesidades sociales de un grupo específico de la sociedad. Sin embargo, por la naturaleza de su misión, estas iniciativas con enfoque social generalmente se relacionan con organizaciones sin ánimo de lucro y enfrentan dificultades en términos de sostenibilidad e impacto.
De la visión contextual del mundo actual emerge la figura del emprendedor social, cuyo espíritu solidario, creatividad intelectual, preocupación social, voluntad política y actitud ética mantienen movilizados su imaginación, capacidad y compromiso para crear “valor social” entre distintos grupos de actores de la sociedad civil que privilegian el bien común.
Un emprendedor social hoy en día no sólo es el que encuentra e implementa innovaciones y nuevos factores de producción, toma la iniciativa, utiliza su intuición, toma un riesgo, establece la dirección para el sector de la producción y sirve como motor para el desarrollo económico; más bien, es el único que puede hacer frente a los problemas a nivel tanto micro como macro porque es mucho más versátil, posee una visión mucho más amplia y es un sujeto de la transformación social.
El emprendedor social se enfrenta a un gran reto, porque debe ser capaz de generar valor compartido en un entorno altamente competitivo, que se caracteriza por la reducción de donativos de particulares y empresas privadas, así como de subsidios gubernamentales. Esta dificultad se manifiesta en que estos emprendedores, debido a sus objetivos sociales y económicos, pueden estar influenciados por el comportamiento tanto de las organizaciones sin fines de lucro como de las empresas comerciales para lograr el apoyo necesario para cumplir con la misión social y con los resultados financieros
La principal diferencia entre el emprendimiento tradicional y social radica en este punto; mientras el emprendimiento tradicional tiene como objetivo la creación de valor económico para su grupo de interés y la maximización de sus beneficios económicos; la misión de los emprendimientos sociales busca la transformación permanente de las condiciones sociales de segmentos de la sociedad víctimas de la marginalización económica y social, quienes no cuentan con medios ni oportunidades para mejorar su situación de vulnerabilidad.
En este sentido, los proyectos de emprendimiento social cumplen un papel fundamental porque permiten crear el entorno propicio, a través de la creación de valor social, para diseñar, desarrollar, emprender y generar condiciones de supervivencia. Sin embargo y a pesar de la rápida expansión que está experimentando el sector del emprendimiento social, su éxito está vinculado en buena medida a la creación de entornos tanto económicos como político-gubernamentales que favorezcan el surgimiento y la posterior consolidación de este tipo de iniciativas emprendedoras.
En este sentido, tanto los gobiernos, como las organizaciones empresariales y las universidades se erigen en agentes fundamentales que, a través de sus iniciativas, programas, acciones, y apoyos, pueden facilitar este tipo de emprendimiento que presenta un importante y a la vez necesario alcance social. La creación de valor social ha llegado para quedarse y hoy, más que nunca, se vuelve una prioridad que debe existir en todo ecosistema empresarial.
Artículo originalmente publicado en El Financiero.