Economía circular y educación

La Economía Circular propone el reuso de residuos como insumos para otras actividades productivas de manera que el desecho se reduzca al mínimo posible (0-emisiones).

Actualmente lo que es sustentable es caro o no es económicamente viable. Para resolver este dilema se requiere ir a los fundamentos culturales de la sociedad, de las expectativas de su calidad de vida, de la geopolítica ambiental, y del diseño de las organizaciones e instituciones. Se requiere un modelo de creación de valor congruente con las dimensiones, social, económica y ambiental y esto exige un cambio en el sistema educativo muy profundo.

Podemos aprender de los sistemas socio-económicos nórdicos, en donde ha habido un enorme avance en sus estrategias de negocio y de sus políticas públicas, a través de tendencias económicas con un enfoque circular, que integran las sinergias de la ecología industrial, con el desarrollo social para lograr un crecimiento holístico de su sistema de capitales económico, natural y social. Son países en donde todos ganan.

En este sentido, la Economía Circular propone el reuso de residuos como insumos para otras actividades productivas de manera que el desecho se reduzca al mínimo posible (0-emisiones). Si bien esta es una propuesta tangible y que puede generar beneficios a los participantes, para que esto ocurra se deben cumplir varias condiciones, entre otras, que el proceso sea rentable para la empresa, que el equipo directivo lo incorpore en sus modelos mentales, que se implanten prácticas que transformen procesos lineales a circulares y que todas estas prácticas se relacionen armónicamente hacia una visión conjunta de crecimiento sustentable.

Desde la perspectiva social, las propuestas de Economía Circular deben ser parte del conocimiento colectivo, comenzado por la educación básica, en donde el principio de que “no podemos tomar más de la naturaleza de lo que le devolvemos”, sea incorporado en los planes de estudio de nivel básico.

Esto se dice más fácil de lo que se puede implementar. Debe ser un esfuerzo de los actores que participan en la educación, en el hogar y en las escuelas, en donde a los estudiantes se les inculque el cuidado de los recursos naturales y se fomente la cultura de la circularidad—reusar, reparar, evitar desperdiciar.

¿Qué se puede lograr con lo anterior? Que cuando estos jóvenes lleguen a posiciones gerenciales, hayan incorporado los conceptos de generación de valor económico, de la restauración del medio ambiente y del bienestar de la sociedad. La creación de conciencia colectiva de sustentabilidad es una parte de la solución, la otra es conocer las metodologías para convertir los conceptos en acciones de generación de valor económico, ambiental y social.

Este enfoque es complicado de implementar por la herencia que tienen las generaciones actuales, por las estructuras convencionales de los negocios centrados en ser eficientes y viables económicamente. El nuevo enfoque requiere un esfuerzo paralelo con una visión de largo alcance. Desde una perspectiva colectiva, los actores deben tomar responsabilidad en la sustentabilidad de las organizaciones y de los recursos naturales. Las organizaciones generando negocios basados en colaboración, los centros educativos enseñando prácticas sustentables y las instituciones públicas generando los mecanismos para incentivar procesos basados en la inclusión y en la circularidad.

En los diferentes niveles educativos, los estudiantes deben desarrollar una visión sistémica, esto es, reconocer el impacto de las decisiones en lo económico, lo social y lo ambiental y aprender metodologías para llevar a situaciones concretas los conceptos de sustentabilidad, innovación sistémica y circularidad de la economía. El reto es inculcar en los estudiantes un principio básico de sobrevivencia del planeta y de responsabilidad social, para “devolverle a la naturaleza más de lo que de ella extraemos”. Es un problema aritmético, producir sólo lo que necesitamos, con menos recursos naturales, para una mejor calidad de vida, para todos; quizás suene utópico, pero es necesario implementarlo lo más pronto posible, el planeta lo demanda.

La tarea es compleja, la solución está en la educación.

 

*Por Daniel Maranto, Director del Departamento de Estrategia y Liderazgo EGADE y Carlos Scheel, Profesor de Sustentabilidad e Innovación Tecnológica.

Publicado originalmente en El Financiero

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