Dialogar en serio

Menos competencia y más cooperación en la familia empresaria

Vivimos inmersos en la racionalidad estratégica. Lo que no se puede vender no vale y eso hace que aflore el ego y el interés. Lo importante es ser el mejor, ser diferente o único.

Esto me recuerda a Hilario del Vergel, empresario familiar quien, desde su posición directiva y de poder, va por la vida denostando las propuestas de los demás: “Si yo tuviera que recomendar esto, me daría pena porque nadie lo compraría”, “Esto tiene mucha información, no le dice nada a nadie, hay que mostrar lo valioso y monetizarlo”, “Si queremos trabajar con esos amigos estamos fritos, nunca nos diferenciaremos”. Pero Hilario al final y cuando ha logrado ponerse por encima de sus oyentes y ganar estratégicamente comenta: “Pero eso sólo es mi punto de vista, ustedes hagan lo que quieran”.

Usamos este discurso porque así funciona el mundo: competimos más de lo que cooperamos. Este desequilibro, posiblemente, ha provocado las aberrantes desigualdades en la sociedad, además de hacer mucho más difícil el mutuo entendimiento. Nos educamos para pensar estratégicamente y mejorar el desempeño de la empresa, pero de esta forma: ¿cómo resolveremos los conflictos y los malentendidos entre las personas y las familias empresarias? ¿Cómo lograremos la atracción para la unión familiar entre generaciones y que los miembros familiares sean felices y plenos?

Una respuesta es la racionalidad comunicativa que nos planteó el filósofo Jürgen Habermas. Hay, por lo tanto, que saber dialogar en serio* que significa reconocernos a todos como interlocutores válidos porque tenemos algo valioso que decir y donde el interés es universalizable y común. Este diálogo ideal funciona en las familias empresarias si crean un espacio de comunicación que puede llamarse consejo de familia y en el que se plantean ciertos principios, como ocurrió con la familia empresaria Grajales. Veamos cómo lo hicieron.

Uno: Cuando hables debes intentar que los demás entiendan lo que dices (inteligibilidad). Por ello, María Grajales en las reuniones siempre modera la participación y se asegura que tanto los nietos como los abuelos entiendan lo que se plantea, aunque vean el mundo de manera diferente, así sea un tema financiero o la propuesta de convertirse en un “influencer”.

Dos: Cuando hables debes decir lo que realmente piensas (sinceridad). Esto significa que hay que ser sincero y sólo es posible si hay confianza entre los miembros del grupo familiar. Roberto Grajales, mediador nato, invierte mucho tiempo en hacer actividades, proponer cursos o facilitar conversaciones profundas entre los distintos miembros de la familia empresaria para generar un lugar seguro y abierto para expresarse.

Tres: Cuando hables lo que dices debe ser cierto (verdad). Hoy en día vivimos en el mundo de las noticias falsas y es fácil creer todo lo que nos van diciendo por ahí. Pero también podemos caer en falacias y justificar nuestros argumentos con razonamientos erróneos. Cecilia Grajales es la “verificadora” de la información dentro de la familia y la “guardiana” encargada de evitar las falacias.

Cuatro: Cuando hablamos también modificamos (corrección). Debe haber políticas o reglas de comportamiento que normen las relaciones familia- empresa y de convivencia común, pero también debe existir la posibilidad de modificarlas mediante el diálogo, sean o no injustas. Martín Grajales se asegura de que todas las políticas y reglas sean aprobadas hasta que el diálogo se agote y todos queden razonablemente convencidos y dispuestos a respetarlas. Va solicitando además a los miembros de la familia aquellas que desean modificar por distintas razones.

Promover una lógica comunicativa implica que el diálogo ha de ser libre y no con la “pistola” en la cabeza, en donde no hay consecuencias negativas por expresar lo que se piensa. Debe darse en condiciones de simetría, en un espacio en donde todos estén a la par. Al dialogar debemos tomar en cuenta a todos los afectados por nuestras decisiones y no solo nuestros intereses particulares. ¿Será posible que podamos entablar un diálogo con verdad, sinceridad, inteligibilidad y corrección?

* Término usado por Adela Cortina (1994). Ética de la empresa. Madrid: Editorial Trotta.

El autor es Director Académico del Instituto de Familias Empresarias para México y Latinoamérica del Tecnológico de Monterrey.

Artículo publicado en El Financiero.

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