Crisis en el sector no bancario

Artículo publicado originalmente en la sección de Valor y Riesgo del periódico Reforma.

El sistema financiero global pasa por un momento aciago, porque muchos jugadores enfrentan una crisis de liquidez que puede convertirse en crisis de solvencia (Credit Suisse ha sufrido caídas de confianza por mal desempeño, pero está bien capitalizado, con reservas de cerca de 20% de sus activos de riesgo). La caída de los bancos en 2008 demostró que la toma de riesgos funciona como una bola de nieve, toda vez que al arrojo de los más atrevidos le sigue el arrojo de los comunes y al final, se anotan también los prudentes. Llegó un momento en que el capital de la primera capa de defensa llegó a ser tan bajo como 3% o menos de los activos de una institución. Naturalmente, las autoridades tomaron conciencia y aprendizaje del episodio y endurecieron la legislación del sector bancario regulado y en la actualidad los bancos son mucho más prudentes y sus balances son mucho más sólidos en términos de liquidez, solvencia y toma de riesgos. El promedio de la capitalización, ronda 12% a nivel global y en México esta cifra está en torno a 15%.

Toda decisión lleva sus consecuencias y, en este caso, el sistema bancario ha participado en el crédito, las sindicaciones, emisiones, innovación financiera, y otras actividades relacionadas al financiamiento de una manera mucho más cautelosa, siendo selectivos con los sectores, los tamaños, las industrias, los vehículos y las personas a las que prestan recursos, con ello y por ello, han dejado descubierto a una gran parte de la población de empresas pequeñas y medianas en todos los países en lo general.

Para países desarrollados, esta cautela ha sido reemplazada por emisiones en los mercados públicos, pero en países como el nuestro, en donde los mercados de deuda y de capital son modestos y con poco dinamismo, el hueco es llenado por lo que se le ha llamado sector "de bancos no bancos."

Este sector ha crecido hasta representar varios puntos del PIB y hasta pesar una décima o hasta una quinta parte del crédito total al sector no financiero. En nuestro país, las entidades no bancarias reguladas (Sofipos, Uniones de crédito, almacenes, etc..) aportan 4% del total de crédito, el cual, a su vez, representa 38% del PIB. Si a esto sumamos las entidades no bancarias no reguladas (como Sofomes), que aportan otro 5 o 6% del crédito total, tenemos que del crédito total, los bancos aportan cerca de 65% (en los EU, es sólo 30% y en RU 50%, pero en la mayoría de los países la cifra es mas parecida a la de México) aunque las entidades de fomento (como Infonavit y otras) aportan 22% en México.

Lo que sí es verdad es que desde la crisis de 2008, el sector no bancario ha venido creciendo (sólo las Sofomes pesan ya 2.5% del PIB mexicano) y un documento del Banco de Pagos Internacionales calcula que a medida que el crédito aumenta en una nación, el peso de los bancos (aunque el crédito que otorguen pueda aumentar) se ve reducido en el total. En otro artículo de la misma institución (Aldasoro, 2022), se menciona que los no bancos son menos estables durante las crisis y que tienden a retraerse mas que lo que lo hacen los bancos regulados, pues su protección es menor (las Sofomes han dado 29% menos crédito de junio a junio el último año contra un crecimiento de 1.5% en el crédito bancario) y eso las hace más susceptibles a percepciones de riesgo y temores de quebrantos.

¿Habrá entonces una crisis en el sector no bancario en México? Ya la estamos viviendo y al menos seis jugadores grandes han caído por razones particulares de cada uno, pero teniendo en común la poca regulación y la toma de riesgos imprudente (Crédito Real prestó a Interjet, una aerolínea emproblemada y AlphaCredit contabilizó mal los derivados, entre otros ejemplos). No obstante, hay fuerzas que juegan a favor, como la estabilidad cambiaria y fiscal en México, el atractivo del sector exportador y la demanda de crédito por parte de las Pymes, por lo que si bien podrá haber reacomodos, es en este punto una crisis general en los no bancos, algo aún remoto.

El autor es profesor y director del Think Tank Financiero de EGADE Business School.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

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