Construyendo un nuevo liderazgo en ambientes complejos

Cuando hablamos de ambientes complejos debemos de entender que nos referimos a un mundo donde existen diversas y múltiples variables entrelazadas que se afectan entre sí y, por lo tanto, son difíciles de predecir. La reciente aparición de un problema de magnitud global como lo es la pandemia ocasionada por el COVID-19 nos ha hecho derribar todas las previsiones, planes, proyectos y demás elementos de orden que tanto nos gustan como humanidad y que nos hemos empeñado en elaborar para mantener el statu quo o bien para al menos “controlar” (como si esto fuera posible) el ritmo del cambio y sus consecuencias. Sin dudar, estamos en un momento histórico con cambios acelerados, enorme cantidad de información e interdependencia.

Las organizaciones que están lidiando mejor con esta situación tan incierta, demuestran algunos comportamientos comunes, los cuales están anclados a sus liderazgos, su cultura organizacional y ciertas capacidades que ya tenían, o bien, que han tenido que transformar e incluso incorporar de forma emergente. A continuación, mencionaremos aquellos que a nuestro juicio son clave.

Tiempos de respuesta más cortos; para esto los procesos organizacionales son esenciales puesto que pueden detener o impulsar la agilidad que se requiere. El feedback en tiempo real de la mayoría de las decisiones es fundamental.

Confianza y desarrollo de competencias; indispensable desarrollarlas en los diversos equipos, y por supuesto que todos en la organización tengan claras las implicaciones de su trabajo.

Accesibilidad y visibilidad de los líderes; bajo estas circunstancias y con esta operación de crisis los canales de comunicación necesitan estar abiertos y los líderes cercanos, por todas las vías posibles, para mantener un “conocimiento” que retroalimente las decisiones y además potencie la confianza y el compromiso.

Digitalización; de los procesos y los medios para crear valor donde importen y hagan sentido. La generación de datos e información se convierte en un elemento clave para el logro de los resultados y la medición de los impactos.

Consolidar y compartir liderazgos donde haga falta; bajo circunstancias de crisis y con la necesidad de respuestas ágiles y procesos rápidos de comunicación y decisión, las estructuras normales de las organizaciones no funcionan. Es común trabajar por comités y operar de forma matricial para romper las cadenas del control, que bajo otras circunstancias pueden ser necesarias pero que en este entorno son camisas de fuerza.

Enfoque sistémico; las organizaciones se entienden como entes vivos, que operan de forma casi orgánica, funcionando como sistemas y no como estructuras, con numerosas interdependencias que no pueden obviarse.

Énfasis en el propósito de la organización; debe ser el referente, ya que sólo de esa forma todo estará alineado a la creación de valor en donde corresponde, con el formato correcto y con los stakeholders correctos. Sin este punto, todo lo demás queda suelto.

Sin embargo, como fundamento del éxito de todo lo anterior está el que los líderes sean, sobre todo, humildes para entender que no lo saben todo y que constantemente deben estar aprendiendo. Un error común es querer actuar en las situaciones actuales como se actuó en el pasado. El líder en ambientes complejos sabe que se puede equivocar y si eso ocurre, tomará la responsabilidad y las acciones para corregir el camino y seguir intentándolo.

Tenemos que estar conscientes que nos enfrentamos en los negocios y como sociedad a retos que no habíamos visto y para los cuales seguimos buscando soluciones adecuadas a través de la innovación y el diálogo. En este mundo complejo la única manera de enfrentar los desafíos es con el trabajo colaborativo donde los diversos talentos, no sólo de la organización sino de las comunidades, contribuyan a crear aquellas respuestas que nos permitan salir adelante juntos y más fuertes.

Publicado originalmente en Infobae.