Dudas: macro y micro
Es dificil opinar con rigor sobre la política macroeconómica que seguirá el próximo Gobierno, dada la falta de información dura. Aquí van un par de ejemplos: 1.-Para financiar su ambicioso programa de gastos, hay quien imagina que dispondrá de 500,000 millones de pesos, producto del combate a la corrupción; sin embargo, otros cálculos sitúan la cifra en 200,000 o 300,000 mil millones. 2.-Se dice que el tratamiento fiscal benigno propuesto para la frontera norte le "costará" al fisco 40,000 millones de pesos; no obstante, otras estimaciones ubican la merma en el doble (y aun el triple) de dicha cifra. Y así por el estilo.
Tampoco en el ámbito de la microeconomía están claros los detalles. Como quiera, lo que lo que se conoce hasta ahora delinea una palpable inclinación a la injerencia del Estado en los mercados de bienes y servicios. Los ejemplos de esto último son muchos y muy variados: 1.-La resurrección de los "precios de garantía" para la agricultura, que no son otra cosa que controles gubernamentales de precios. 2.-La intención de determinar oficialmente los precios de la gasolina, ligándolos a la inflación. 3.-La advertencia explícita a los productores nacionales de no aumentar los precios de las medicinas. 4.-La eventual prohibición del uso del fracking, en la extracción de hidrocarburos, impidiendo el uso de un método de producción moderno. 5.-El aumento extraordinario del salario mínimo. 6.-Etc.
Tal propensión intervencionista implica una contradicción con la participación activa del gobierno entrante en el proceso de renegociación del acuerdo de (más o menos) libre comercio. Me explico.
Liberalizar el comercio exterior y, al mismo tiempo, entorpecer la actividad económica nacional, es una fórmula segura para acentuar las desventajas que sufren los productores mexicanos frente a los extranjeros. Ese fue el pecado principal de la politica comercial iniciada allá por los ochenta. Específicamente --a manera de ilustración del error-- se permitió la entrada de todo tipo de bienes al mercado nacional, fomentando la competencia con los mejores del mundo. So far so good. Frente a ello, se mantuvo durante décadas la protección gubernamental a los dos monopolistas productores de energía. En consecuencia, los precios correspondientes no se ajustaron a las condiciones cambiantes del mercado, como debió haber sido. Esto tuvo consecuencias negativas sobre la estructura de costos de las empresas usuarias; en otras palabras, las puso en desventaja. Se trató, entonces, de una apertura parcial.
A lo anterior se añadió la tendencia a agudizar, en los tres niveles de Gobierno, una "reglamentitis" obstruccionista de la actividad de los particulares.
La situación económica nacional no aguantará sin daño grave la repetición de incongruencias.
Nota liberal
El liberalismo nació como protesta contra el poder del Estado. En lo fundamental, sostiene que el ámbito de la libertad individual es en principio ilimitado, mientras que la injerencia del Estado, en todos los órdenes de la vida social, es en principio limitada. De ahí viene, lógicamente, la preferencia del liberalismo por el sistema de mercado.
Es cierto, como dicen los que saben de estas cosas, que el liberalismo ha variado a lo largo de su historia. Los entendidos de la materia sostienen que lo apropiado es hablar de liberalismos, en plural. Y, en efecto, como todas las ideologías, el liberalismo se ha visto acompañado de algún calificativo: clásico, social, nuevo, etc. Eso es entendible, aunque da oportunidad para calificar como liberales políticas públicas que son en realidad estatistas.
En nuestro medio, hay quienes usan el término liberal casi como un insulto. Olvidan que la primacía de la dignidad de la persona, los derechos humanos, el imperio de la ley, la división de poderes, la libertad religiosa, etc., son logros politicos del pensamiento liberal. Un politólogo eminente señala al respecto: "la sociedad moderna es inconcebible sin el liberalismo". Guste o no.
Por cierto, Mario Vargas Llosa publicó este año una crónica de la evolución del liberalismo: El llamado de la tribu. Es un libro instructivo, apasionado y, desde luego, muy bien escrito. Muy recomendable.
Publicado originalmente en Reforma-El Norte.