Desde 1871 se han registrado 20 recesiones en Estados Unidos y, si la actual terminara siendo una, sumarían 21.
En México, desde 1980 han sido seis recesiones, mientras que en Estados Unidos se cuentan cinco en el mismo periodo (la diferencia se debe al “error de diciembre”, que llevó a la recesión de 1995 acá, pero no allá). Por la estrecha relación comercial entre ambas naciones, nuestros ciclos económicos van en sincronía desde los años 50.
Los ciclos económicos se miden sobre el producto interno bruto (PIB), concepto propuesto por Simon Kuznets en 1934. Para medir el PIB de los años anteriores, los investigadores hicieron cálculos ex-post, “hacia atrás”.
Habitualmente las recesiones vienen acompañadas de un mercado bajista en la Bolsa (bear market, o una caída nominal de al menos 20% en el índice) que las precede por 9-12 meses. Analizando ese mismo periodo de 150 años, han sido 26 bears, pues en seis ocasiones se dio un bear market sin que hubiera una recesión económica. Históricamente, antes de acabar una recesión, comienza un nuevo mercado alcista.
Las recomendaciones más acertadas para enfrentar una recesión provienen de la sabiduría de los teóricos en economía y finanzas, de medio siglo de pruebas y errores, y son las siguientes:
1. No precipitarse en decisiones cargadas con la emoción del momento, como el temor o el desaliento, arremetiendo contra activos valiosos y vendiéndolos con graves descuentos o, también, tomar préstamos muy onerosos para capital de trabajo, dejando en garantía propiedades clave a grandes aforos.
2. Mantener una alforja líquida con al menos -lo que se requeriría en- un año de gastos de corto plazo (proveedores, gastos administrativos, servicios, etc.) para echar mano en cualquier momento. Esta liquidez puede estar dividida en al menos dos instituciones confiables, produciendo un retorno nulo o muy bajo, para convertir en efectivo con absoluta presteza.
3. Desarrollar un “arcón de guerra” para abordar las oportunidades que surgirán en un periodo de repliegue importante en la actividad de todo negocio, como valoraciones muy atractivas de empresas de la competencia, proveedores, clientes o compañías de actividades paralelas que puedan complementar la cartera propia en lo vertical u horizontal.
Para ser capaces de concursar por adquisiciones como éstas, el mencionado arcón debería ser una cuenta que produzca retornos interesantes pero que también sea liquidable en plazos cortos, y típicamente debería representar un 40% de las ventas de un año. El resto de la transacción se puede completar con swaps de acciones o bien apalancando a buenas tasas el propio balance del negocio a comprar.
4. El punto más importante, quizás, es el relacionado con el talento. Durante una corrección del ciclo económico, y ante las olas de incertidumbre, surge de inmediato la peor idea: recortar personal. Este suele ser el error más grave y debe evitarse a toda costa, pues el éxito del negocio está en su gente.
Los costos de reemplazo y el retraso en volver a formar un equipo con cohesión son altísimos y deberían más bien buscarse esquemas flexibles de trabajo como horarios reducidos, pagos en formas creativas como opciones accionarias o transferencias a empresas hermanas.
En conclusión, debe reinar la calma, la sensatez y, por qué no, la fe. El escenario base deberá ser el de una recesión en los próximos trimestres, pero al terminar, vendrá un ciclo nuevo lleno de promesas y nuevos horizontes de oportunidad y crecimiento.
El autor es director del Think Tank Financiero de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.
Artículo publicado originalmente en Expansión.