l contexto de los negocios ha cambiado mucho en los últimos años. Se ha acelerado la velocidad de la transformación empresarial, así como la cantidad y magnitud de los factores sujetos a ella. Este nuevo entorno nos sitúa ante tres desafíos esenciales para el trabajo directivo, pero también para nuestra propia estrategia de marca personal.
El primero es ejercer un liderazgo desde la posición en que nos encontramos para contribuir al logro de objetivos, al crecimiento de nuestros colaboradores y, eventualmente, a la formación de otros líderes. En segundo lugar, debemos aprender a conectar con la gente por medio de la escucha activa, entendiendo sus puntos de vista y sus necesidades para crecer y realizarse (tanto de nuestros equipos internos como con clientes, comunidad, proveedores, accionistas, etc).
Dado que el entorno se ha vuelto complejo, un tercer desafío es simplificar, es decir, encontrar los patrones de comportamiento para alcanzar las metas organizacionales y personales, sin complicaciones extras.
Para afrontar estos desafíos, los líderes deben desarrollar las power skills, que son un conjunto de habilidades de interacción humana que, sumadas a las habilidades propias de su área de especialidad, les permiten ser personas competentes en su ámbito de acción y lograr resultados con una combinación óptima de uso de recursos (entre los que se incluye la propia energía).
Las power skills son múltiples y engloban desde la habilidad de escuchar de manera efectiva, la toma de decisiones en entornos complejos, la resiliencia y el manejo de la incertidumbre, hasta la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la negociación y la gestión de conflictos, entre otras. Especial énfasis merece la capacidad de aprendizaje permanente, ya que es vital para desempeñarse con efectividad en el entorno actual y en contextos futuros desconocidos.
El término japonés ikigai, que puede entenderse como “la razón de ser o vivir”, nos invita a reflexionar sobre el desarrollo de estas habilidades a través de cuatro preguntas fundamentales: ¿para qué soy bueno?, ¿qué me gusta hacer?, ¿qué necesita el mundo? y ¿por qué me pagan?
Encontrar la respuesta a estas preguntas no es sencillo, pero ofrece una guía para orientar esfuerzos organizacionales y personales hacia objetivos relevantes. Estas preguntas clave ayudan a liderar estratégicamente los equipos.
El dinamismo del actual entorno de los negocios también exige administrar nuestra energía, un activo valiosísimo junto con nuestro foco y atención. Es esencial identificar las tareas (y decisiones) que sólo nosotros podemos hacer y tomar; y, por ende, delegar a un equipo competente otras actividades y decisiones que sólo ellos pueden y deben tomar. Para ello, debe existir confianza en lo personal y en el equipo. Asimismo, no debemos pasar por alto el cuidado de nuestra salud y la de nuestros equipos, tanto física como mental, ya que es un cimiento clave para el logro de objetivos personales y profesionales.
Otra power skill determinante es la curiosidad: ser un observador que se cuestiona y pregunta a sus equipos ¿por qué?, ¿cómo?, ¿qué pasa sí? Como directivos hemos de estar abiertos a escuchar propuestas que deberán evaluarse para conocer su factibilidad. En este sentido, debe evitarse el sesgo de la cámara de eco, es decir, hablar y escucharnos sólo a nosotros mismos (o a quienes piensan como nosotros) y no lo que otras personas, con ideas tal vez distintas pero muy ricas, tienen que decir. La cámara de eco frena la curiosidad propia y la de los equipos de trabajo y hace que se pierda la confianza.
Sin duda, las power skills son herramientas clave para conducirnos con efectividad en contextos turbulentos. Por ello, no debemos olvidar la tecnología digital, que recientemente no sólo ha revolucionado los modelos de negocio en todo el mundo, sino que ha creado nuevos negocios para dar un mejor servicio a los clientes objetivo. En ella tenemos el mejor aliado para transitar el camino de aprendizaje continuo e innovación constante, así como para generar disrupción en nuestros mercados.
Como lo apuntábamos al principio de este artículo, es en la conexión humana donde se abren posibilidades para generar un futuro sostenible que genere valor para los diferentes públicos a los que nos debemos como organización y como personas. Si bien un sinfín de información y la lógica del pensamiento mueven el cerebro de nuestros equipos y nos empujan a entender, son la motivación, la conexión humana y las emociones las que mueven el músculo de acción de las personas hacia los objetivos comunes que nos fijemos.
Los autores son director de EGADE Business School, sede Monterrey (Daniel Maranto) y empresario, emprendedor e inversionista ángel (Jerónimo García De Brahi).
Publicado originalmente en El Economista.