En la última década, la tecnología ha invadido el lugar de trabajo de forma acelerada, marcando una evolución en la forma de trabajar, cambiando no sólo los esquemas laborales, sino también las necesidades y las expectativas de los empleados y de las propias organizaciones.
En el caso de las empresas intensivas en conocimiento y alto uso de la tecnología, las nuevas formas de trabajo han propiciado la implementación del trabajo remoto y, con ello, el replanteamiento de algunas actividades: la autogestión del propio empleado, el establecimiento de compromisos y la evaluación del desempeño basada en objetivos, la flexibilidad de horarios laborales, así como el diseño de actividades que buscan apoyar el bienestar y el cuidado de la salud física y mental. La posibilidad de realizar el trabajo 100% remoto o 100% presencial, también ha traído consigo esquemas intermedios dependiendo de las responsabilidades y las actividades prioritarias de la empresa, así como un incremento en el uso de los espacios abiertos en lugar de oficinas cerradas.
Ahora bien, cuando algunas empresas comienzan a medir la productividad con base en estas nuevas formas de trabajo se observa que, contar con un alto número de posiciones colaborando 100% de forma remoto disminuye el engagement del empleado y el desempeño de la organización. Una de las causas radica en que las actividades que conllevan un alto nivel de creatividad e innovación requieren espacios de socialización, y estos espacios se dan principalmente en un entorno presencial, en el lugar de trabajo físico.
En su libro Innovators, Walter Issacson identifica a lo largo de la historia de la creación y el desarrollo de la industria digital, dos elementos que son constantes e indispensables para potencializar la fase de ideación y, en sí, el proceso de innovación: la genialidad y la interacción humana, esto es, la colaboración y la comunicación de las cuales surgen ideas disruptivas e innovadoras entre colegas. Empresas como Apple, Yahoo, Pixar, Google han diseñado sus espacios de trabajo de tal manera que permitan encuentros ocasionales entre personas de diferentes áreas funcionales y niveles jerárquicos, propiciando el interés por colaborar en el diseño de alguna iniciativa o participar en un proyecto ya existente.
Bajo la premisa que la interacción de sus miembros y su conectividad provoca la colaboración, la innovación y una rápida toma de decisiones, las empresas intensivas en conocimiento y alto uso de tecnología no han sido las únicas en adoptar los espacios abiertos y ambientes flexibles, formato que comenzó a invadir las oficinas en la era pre-Covid-19 en muchas partes del mundo. Pero la pandemia nos ha sorprendido con la adaptación rápida de las actividades laborales y la colaboración en entornos virtuales. En poco tiempo, pasamos de un entorno 100% presencial a un entorno 100% remoto y, parece claro que la nueva “normalidad” laboral tendrá como elemento distintivo esquemas de trabajo remotos y flexibles. Entonces ¿cómo fomentamos la proximidad física, esencial para la creatividad y la innovación?
No existe una solución única. La respuesta es diferente para cada organización, se basará en qué talento se necesita, dónde se encuentra este talento, qué actividades son prioritarias, cuánta colaboración se requiere para el logro de los objetivos, dónde se encuentran las oficinas. Lo que sí es claro es que la innovación se hace vital para salir de esta crisis. Por lo que hemos de fomentar la innovación en nuestras organizaciones haciendo uso de los espacios físicos, promoviendo la interacción y la reconexión de los colaboradores, la socialización de su conocimiento en búsqueda de la ideación. Los esquemas de trabajo han de considerar una combinación de trabajo remoto y presencial.
El futuro del trabajo no estará solo centrado en desarrollar nuevas competencias para dialogar, colaborar y coexistir con las tecnologías de la industria 4.0 y aquellas que están por venir, sino que también se centrará en el diseño continuo de esquemas y formas de trabajo. La pandemia nos ha mostrado que la tecnología no es la única capaz de provocar una aceleración de la evolución del trabajo, por lo que es posible que mañana sea otra eventualidad.
La invitación es a ser flexibles para adaptarnos y responder ágilmente a los cambios del entorno; a ser capaces de reinventarnos y reinventar las organizaciones.
Artículo publicado originalmente en Tec Review.